Víctimas de la dictadura argentina ofrecen testimonio de sus torturas


La ciudadana argentina Pilar Calveiro, ex presa política durante la dictadura argentina (1976-1983), dijo hoy que el objeto de la represión era "destruir al sujeto y retrotraerlo a la mínima expresión, como si fuera un animal".


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11/05/2006 - Santiago de Compostela (España) (EFE).- Calveiro, politóloga de profesión, afirmó que durante la dictadura de Jorge Videla, en los centros de represión los presos eran humillados "atándoles por el cuello como si fueran perros, haciéndoles comer en el suelo u obligándoles a hacer sus necesidades en el suelo delante de otros prisioneros".

Antiguo miembro del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, Calveiro participó hoy en el simposio "Itinerarios políticos de la izquierda revolucionaria en Argentina y Uruguay. Golpes, dictaduras y exilios", que se celebra en la Universidad de Santiago.

Explicó tambien que otra de las formas habituales de tortura que utilizaban los oficiales argentinos era obligar a los prisioneros a ver cómo se denigraba a sus seres queridos.

Doctora en Ciencias Políticas por la Universidad Nacional Autónoma de México y actualmente profesora investigadora en la Benemérita Universidad de Puebla, Calveiro narró hoy su experiencia como prisionera en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) de Buenos Aires, uno de los principales centros de detención clandestinos durante la dictadura argentina.

En el simposio que se celebra en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Santiago, la concejala de Emigración e Inmigración, Teresa Regúlez, leyó el testimonio de Julio Gavilán, ex preso político, quien, impedido físicamente y con graves lesiones medulares a consecuencia de la torturas, presenció emocionado la intervención de la edil desde su silla de ruedas.

En su escrito, Gavilán narra desde el momento de su detención, en 1974, hasta su amnistía once años después, sufriendo tremendas vejaciones, como permanecer inmovilizado durante casi veinte horas o sufrir descargas eléctricas.

Otra forma de tortura, explicó, era el conocido como "submarino", que consistía en introducir la cabeza del preso en un cubo de orines.

Por su parte, la uruguaya Sara Méndez, activista de derechos humanos, contó la experiencia vivida con el secuestro de su hijo a los veinte meses de nacido y que logró recuperar tras una larga lucha de 26 años.

Méndez, nacida en Montevideo en 1944, se exilió en Argentina, donde fue secuestrada en julio de 1976 en un operativo conjunto de fuerzas represivas uruguayas y argentinas, y trasladada de nuevo a Uruguay donde estuvo presa cinco años.

Sara Méndez explicó que en la dictadura uruguaya no se utilizó la desaparición como arma represiva, sino que se centraba fundamentalmente en la prisión y el interrogatorio a las personas.

Además, indicó que en Uruguay los lugares de represión eran muy diferentes a Argentina y que ella llegó a vivir "en una hermosa casa" de Punta Gorda, en el departamento uruguayo de Colonia.

En los centros de reclutamiento uruguayos, dijo, había personal sanitario e incluso médicos "que controlaban las torturas". EFE

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