19/2/2010 - UN ARTE MARCIAL

            El arte es arte en tanto y en cuanto refleja el alma de un pueblo, por tanto las Artes Marciales reflejan el alma de Oriente. 

           Se pueden trasladar a Occidente todas las maravillas técnicas del combate, sus secretos y misterios, lo que no se puede trasladar es el ritmo emocional con que los orientales las practican pues esto es consecuencia de su historia, su cultura y su filosofía, de la que deviene una mecánica de vida totalmente diferente a la nuestra.

          Para citar un ejemplo se puede destacar que en la mayoría de los pueblos de oriente es normal que las personas inicien una tarea, que la misma la continúen sus hijos, posteriormente sus nietos y así por generaciones, lo cual es imposible de asimilar por nuestra gente de un carácter cambiante y revolucionario.

          La filosofía oriental es de contemplación, la occidental de renovación.

          De la incapacidad para adecuar el gran caudal de conocimiento técnico a nuestro espíritu y temperamento devino el fracaso de las diferentes escuelas, las que para superar el aburrimiento de los practicantes cayeron en la depórtivización, promoviendo torneos y competencias, haciendo que la copa y la medalla usurpen el sagrado altar de la poesía.

          Todo un crimen en contra de la espiritualidad, en una época signada por el triste reinado del materialismo.

          En ese contexto CHAIU-DO-KWAN rescata el legado de los grandes maestros orientales, lo adapta a nuestra contextura física, mental y espiritual y por ende le imprime el sello de nuestro ritmo emocional.

         De esta forma sin alterar en nada la mística y la pureza original CHAIU-DO-KWAN es definitivamente la expresión del alma nacional y popular, un alma incendiada de quimeras.