19/2/2010 - CHAIU-DO-KAN Y LOS NIÑOS
Cuando observamos un niño, nos olvidamos que en sus frágiles espaldas, cargan las pesadas alforjas del futuro; que en la tierra fértil de su inocencia día a día se siembra la semilla del mañana.
Nos preocupamos en dejarles una herencia cultural y económica, y nos olvidamos de templarles los puños y el alma para ser fieles portadores de esa herencia.
La mente de un niño es una hoja en blanco, en las que sin querer y otras queriendo, circunstancias o personas, escriben “ tu eres débil”, tal niño crecerá con esas palabras grabadas en el subconsciente y en los momentos cruciales de su existencia, serán un latigazo a su fuerza de voluntad.
Si buscamos una buena prueba de esto, nos basta con observamos al a veces claro y a veces borroso espejo de nuestra conciencia, y… si somos sinceros, encontraremos los puñales del miedo, la debilidad y la indecisión clavada en el corazón de nuestro accionar.
Nosotros, con el pequeño grano de arena del CHAIU-DO-KWAN, buscamos despertar en ellos la fuerza del guerrero y el llanto del poeta.
Buscamos formar hombres para el futuro, que orgullosos de su condición trabajen por la paz, con un elevado respeto por todo lo viviente.
Buscamos escribir con la tinta del entusiasmo y el cariño en esa hoja en blanco de su mente.
¡Oh mi niño, tú eres fuerte!
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