19/08/2008 - "Es mi gran sueño. Parece cada vez más difícil alcanzarlo, pero les aseguro que tengo un presentimiento muy positivo. Voy a llegar a Pekín con mis máximas posibilidades de rendimiento", dijo Juan cuando se despidió de sus familiares y amigos en su ciudad, Mar del Plata, un día antes de viajar a China.
Pero su debut en Pekín, el pasado día 16, no fue el esperado, ya que en la competición por puntos terminó con sólo uno en el puesto 18 entre 20 participantes.
No obstante, sus mayores esperanzas estaban puestas en la prueba de Madison, con Walter Pérez, con quien terminó hoy abrazado y besando una bandera argentina, con lágrimas en sus ojos y un gesto que denotaba satisfacción, agotamiento y también cierta incredulidad.
"No sé qué decir. Estuve toda una vida buscando esto. Sabíamos que podíamos y lo logramos. Ahora sólo pienso en mi familia, en mis hijos, en mi país", balbuceó cuando le acercaron un micrófono segundos después de terminada de prueba.
A su Lado, Walter Pérez, de 33 años, el múltiple campeón que lo acompaña desde 2003, cuando su hermano Gabriel se retiró, no le soltaba la mano. Juntos fueron campeones mundiales de Madison en 2004.
Unos 30.000 kilómetros sobre pista y carretera recorrió Juan como parte de su entrenamiento en los meses previos a los Juegos, en la provincia argentina de Formosa, donde el clima es muy parecido al de la capital china.
"Mis 43 años me obligan a una mayor exigencia y más entrenamiento, pero me impulsan mis ganas. He recorrido el doble, en cuanto a la cantidad de kilómetros, que para los Juegos de Atenas", decía.
También había competido en España e Italia contra varias de las parejas que sería rivales en Pekín, ponderaba a los suizos Bruno Risi y Franco Marvuli y advertía que en Pekín cuanto más dura fuera la competición, mejor para él, porque podría obtener ventajas con su notable resistencia.
Conocía el velódromo Laoshan, escenario de la prueba de hoy, ya que fue uno de los ciclistas que este año lo estrenó, y decía que le había impresionado. "Es rapidísimo", afirmó, cuando la fábrica Pinarello le entregaba una bicicleta especial, con los colores de la bandera argentina, para estos Juegos.
Juan Curuchet y Walter Pérez se compraron ollas de cocina al llegar a Pelín, para las pastas con aceite de oliva que ellos mismos prepararon día a día como base de su alimentación.
Juan tiene previsto participar en algunas competiciones en su país para despedirse de la afición.
Ya más relajado, y sin dejar de besar a cada momento la medalla de oro ganada, Juan dijo que espera que su victoria sea "un hermoso mensaje para toda la juventud" de Argentina.
"Que los jóvenes nunca bajen los brazos", agregó. EFE