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De a poco se hace mucho

De a poco se hace mucho
2016-05-24 08:18:00
Es cada vez más frecuente: una persona dona lo que puede a una organización que realiza una tarea benéfica, de inclusión, educativa o con cualquier otro rol sin fines de lucro. ¿Se dispone de sólo un peso? Todo suma. El concepto de microfilantropía apunta, precisamente, a que mucha gente done poco dinero para estas instituciones.“El modelo crece porque la sociedad está cada vez más comprometida con las ONG, porque encuentra en ellas respuestas y ven el trabajo cotidiano, entonces siente ganas de ayudar”, asegura la doctora Mabel Bello, presidenta de ALUBA, Asociación de Lucha contra la Bulimia y la Anorexia (www.aluba.org.ar). “Cuando la gente ve lo que se hace con sus donaciones se compromete aún más”, afirma.

Entre los beneficios de la microfilantropía se cuenta que rompe la dependencia respecto de un único gran benefactor. Leticia García, de Fundación Natalí Dafne Flexer (www.fundacionflexer.org), entidad que colabora en una mejora en la calidad de vida de niños con cáncer, afirma que permite asentar a la organización sobre bases más solidas. “Al contar con el apoyo de muchas personas, disminuye notablemente el riesgo de dependencia de fuentes únicas de financiamiento”, especifica. Sobre esta tendencia en el país, agrega: “la comunidad, luego de cierto grado de desconfianza inicial, se involucra cada vez más con causas sociales, en especial cuando puede confirmar la transparencia y la seriedad de la organización que decide apoyar”.

Noelia Citurini, Responsable de Desarrollo Institucional de Fundación Río Pinturas, ---, coincide en que “a veces es mejor tener muchos donantes con pequeños aportes que pocos con grandes sumas”. Aunque, aclara, “el objetivo es que a largo plazo, el donante vaya aumentando el monto y termine convirtiéndose en un gran benefactor”.

Otras motivaciones para apelar a la microfilantropía son los vínculos afectivos con las entidades beneficiarias. Juan Manuel Salvado, de Scouts de Argentina (www.scouts.org.ar), también reconoce el aporte de la microfilantropía. “Estamos en un proceso inicial y nos parece importante detectarla y generar vínculo”, cuenta. La entidad prepara sus redes sociales para un lanzamiento con el objetivo de captar aportantes. “Tenemos más de 80.000 seguidores en Facebook y estamos apuntando a que sea un motor en este sentido”, agrega Salvado, quien comenta además que el micro aportante suelen ser adultos que pertenecieron a la institución y que buscan mantener el vínculo, “como una forma de agradecer por los años en que se educaron”, según Salvado.

Nada es despreciable

Para Natalia Abran, responsable del área de comunicación de Fundación Leer (www.leer.org), ningún aporte es despreciable. “Nuestros socios realizan un aporte mensual que, por pequeño que sea, es fundamental para continuar con los programas educativos en todo el país”, dice. La organización fue creada en 1997 con el objetivo de contribuir a la educación de los niños y jóvenes de Argentina a través de la promoción de la lectura. Una vez al año organiza la Maratón Nacional de Lectura, de la que participan alrededor de 4 millones de niños de todos los rincones del país.

¿Es viable el modelo? ¿Acaso el esfuerzo recaudatorio no es mayor que el dinero obtenido? Salvado explica que existe una especie de matriz de recupero entre el tiempo invertido y el dinero recaudado. “En Argentina, suele pasar un año y medio hasta que se nota la diferencia”, aclara. Es un trabajo arduo que debe plantearse con resultados a mediano y largo plazo, aporta García.

Emilia Ganem, del equipo de comunicación de Ashoka (www.argentina.ashoka.org), entidad que apoya a emprendedores sociales, considera que “existen maneras más eficientes, como el crowdfunding, presentarse en proyectos y concursos, vender servicios o productos que pueda generar la ONG o los créditos sociales”.

Si bien la tendencia es global y pisa cada vez con mayor fuerza en la Argentina, queda camino por recorrer. “Todavía falta instalar en la Argentina que aún donando una pequeña suma de dinero, la suma de las partes hacen al montón”, dice Citurini. “A veces las instituciones hacemos numerosos esfuerzos por satisfacer a los donantes y el dinero total recaudado no alcanza para todo lo que quisiéramos hacer (eventos, jornadas, regalos)”, agrega.

Lo más importante de este esquema, no obstante, es que pone la solidaridad al alcance de todos. “Es valioso ver cómo la gente es capaz de colaborar, incluso cuando no le sobra”, concluye Citurini. 
Flavia Tomaello

 
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