Los primeros virus hicieron su aparición antes que Internet y el correo electrónico, por lo que el proceso de propagación de un código malicioso era lento y bastante restringido. Por ello, la mayoría de los autores de virus intentaban que cuando un ordenador resultase infectado por su “criatura”, los efectos se notasen rápidamente. Así, y sobre todo a raíz de la aparición del sistema operativo Windows, muchos de ellos mostraban imágenes, más o menos elaboradas y -en muchos casos- animadas, en el momento en que se activaban. Unos ejemplos pueden ser los virus Marburg, Ping Pong o Cookie.
El uso masivo de Internet y el correo electrónico provocó que los autores de virus cambiasen radicalmente su objetivo, que ahora era infectar el mayor número de ordenadores en el menor tiempo posible. De esa manera, descubrieron que engañar al usuario diciéndole que un correo electrónico contenía una fotografía interesante -aunque no fuera así- era más eficaz a la hora de propagar un virus. La consecuencia es que el uso de imágenes disminuyó radicalmente.
En la actualidad, los escritores de virus suelen utilizar imágenes fijas, principalmente como reclamo para conseguir que un usuario ejecute un virus en su sistema. Un buen ejemplo de ello sería el gusano Gibe.C, que imita a la perfección el aspecto de las páginas web de Microsoft.
Más habitualmente, y también con el objetivo de engañar a los usuarios, se utilizan las imágenes correspondientes a iconos de aplicaciones conocidas. Por ejemplo, el gusano Bagle.A utiliza el icono de la calculadora de Windows. Sin embargo, lo más usual es la presentación de las típicas ventanas de errores en Windows, debido a su relativa facilidad de elaboración. Muchos virus presentan estas imágenes, como el gusano Deadhat.A.
De todas formas, el mundo de los virus informáticos es muy flexible y cualquier cosa puede suceder, así que lo mejor es estar siempre prevenidos y tener siempre instalado en el ordenador un buen antivirus actualizado.
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