26/10/2004 - El sabor no lograba que se marcara una diferencia apreciable entre una y otra. La sorpresa vino cuando se destapaban las marcas y en vez de la lengua lo que empezaba a funcionar era el ojo. Los efectos que se producían a nivel cerebral cuando se los exponía a las etiquetas fueron definitorios. Según un estudio replicado por el diario inglés Independent y reproducido ayer en Chile por El Mercurio, el sabor es lo menos importante para el consumidor, al menos cuando se trata de elegir una gaseosa de fantasía. Cuando se les preguntó sobre el sabor en una prueba a ciegas, el público no mostró preferencias. Sin embargo, cuando a los participantes se les mostró el logo después de haber bebido, la etiqueta de Coca Cola tuvo un impacto dramático, no así el de Pepsi. A través del escáner, los investigadores encontraron que la visualización de la etiqueta de Coca Cola incrementa la actividad en parte del cerebro asociada con el conocimiento cultural, la memoria y la autoimagen. Un efecto que no provocaba el logo de Pepsi.
En el caso de Coca Cola se trataría de una marca firmemente arraigada en el público, que incluso a través de su campañas navideñas logró crear una tradición que antes no existía: asociar navidad al viejo pascuero (Santa Claus) vestido de rojo.
Uno de los científicos involucrados en la investigación -publicada en detalle en la revista Neuron- el doctor Read Montague aclaró que el estudio no está orientado a la perfección del marketing, sino al conocimiento de la manera en que funciona el cerebro frente a diferentes estímulos, para así lograr la cura de desórdenes neurológicos.
EmpresasNews