Poemas de Detalles sobre las moscas en el alambre
Huesos con adornos
arrastro hasta el centro de la mesa mi bolsa con huesos
todo sucede como descansar en la antesala de un hospital
los cuento con esmero
les pego algo
plumas
lentejuelas
brillantina
hilos de seda
burbjujas
los pongo en la computadora y pienso en fruity loops con micrófono
pero ellos se mueven despacio hasta el escritorio
se acomodan en un rincón sobre unas boletas viejas
y esperan a que crezca la menta
….
nenitas malas
se juntan a tomar el té en el extremo de mis dedos
presumen sus zapatos de charol.
Todas buscan una forma de nombrar.
….
Los delirios del Mariscal
A Crucis
No tiene que doler salirme del cartón. No tiene que doler que se lleven los restos para vestir un muerto que duerme sobre mi nombre. Me dejo aludir como fantasmas. Inurbanidad. Destellitos de piel sobre esta parte de existir antigua, de saberme insecto sobre el rótulo familiar como margaritas de hule. Un niño pequeño duerme en el lugar que me asignaron en el trabajo. Nadie cobra mi sueldo ni firma mi inasistencia. Repito en bemoles los delirios del Mariscal.
…
Cacería
te cazo, te cazo
la loba se come al carnero
le mastica los cuernos
manchados de sangre
te cazo, te cazo
la esposa
se come las flores de la torta
le caen pedazos de crema
por los lados
te cazo, te cazo
la abuela se come la culpa
la angustia
come lo que acerca a su piel oscura
mis manos de mierda
cazan
las flores
la torta
la crema
me siento en la silla
a esperar al carnero
lo cazo lo espanto:
sus cuernos manchados
son mi condición
…
Lobos persiguen mi carne
la gata se detiene a mirar
el festín que otros hacen
mastican carne roja
chorrea y se convidan
la gata
se aleja despacio y cruza el festín
sin dolor
sin condescendencia
clava sus ojos en mí
a su alrededor todo,
inclusive su cuerpo,
deja de existir.
Poemas de José Di Marco, del libro Una música anterior
El amor,
esa trama donde tienden sus hilos de aire
la pérdida y lo que permanece inmerecido;
mezcla de fantasmas reales
y deseos enamorados de lo triste.
“Madre,
estoy aquí, esperando
que abras la puerta,
que mi cuerpo mires acurrucado,
así me duermo de una vez
sin sed, sin llagas,
sin memoria.”
***
Lo que el alcohol escribe zigzaguea
y el que su huella sigue
a cada paso mental tropieza
no con el mundo,
sino con esa piedra ciega
que el lenguaje es cuando
urgente reclaman las cosas
su nombre propio.
Cuestión de realismo
y de poner la lengua
a la altura del zócalo
para darse una visión del mundo
que en vez de hacer una molienda
de los ojos, los oriente
a través del polvo subjetivo,
en línea recta,
hacia el entorno que rechina.
¡Lo real, sí, lo que golpea,
lo que hiere,
la rabia de la historia,
los gritos del presente!
Pero el que bebe,
con elegancia y método,
ve duplicado el mundo
y dos frases, siempre,
le salen al encuentro.
Equivocadas ambas
lo confinan
a ese líquido planeta
donde la memoria
exige pleitesía
y los muertos queridos,
auspiciosos,
lo invitan a emborracharse
juntos
y en silencio.
***
Retorcer la lengua,
jardín donde pasta
el que equivocándose vive,
no asegura,
no,
inmortalidad ni corona.
De nada tampoco es garantía
tensar las frases
como una lámina de metal
para que en ellas brillen
constelaciones esquivas.
Se sabe
que el azar es un golpe de dados
dado por una mano ebria,
y que vivir es un término
sin comparación
ni sustituto.
Vivir, escribir.
Por un rato
nos asomamos al rugir del mundo
deteniéndonos
en el umbral de las palabras.
Puertas ciegas en una casa de humo.
Astillas de una pasión sin causa.
***
No va a enseñarles que suban a la mesa
para que el mundo sea contemplado desde otro ángulo
- como si fuera suficiente modificar el punto de vista,
como si dependiera de la audacia o de la voluntad
y no de los espasmos del azar, esos caprichos de la historia.
No va a señalarles la residencia del misterio:
“defraudados, persigan mi sombra porque en su temblor respira el ser”.
No.
Él tiene miedo y cansancio y una memoria que es prisión para su música.
De fémures que se quiebran como ídolos de azúcar es la voz de su memoria:
una larga galería al aire libre donde su padre canta en camiseta sin conocer la muerte, todavía.
Él quisiera que aprendan a bracear, a mantenerse a flote, a no hundirse en la acuosa turbulencia de la vida.
Que se ignoren a sí mismos.
Que cada uno odie lo que cada uno es: una herencia, un linaje, una familia, un nombre.
Les diría –si conociera el lenguaje conveniente-
“aléjense de la verdad como concilio,
que aquí estamos para esto: para el tartamudeo
de la duda, para los golpes del error, para el jadeo de una verdad sin luz.”
Debajo de la mesa hay una hormiga.
Detrás de la palabra, un rumbo ciego:
escombros de la tierra prometida.
***
a papá
Y fue la primavera
el teatro de la despedida,
como un bosque de alondras
se abrió el adiós
en los colores de la tarde
El tango lo decía:
en sombras vivirá tu corazón
para callarla,
llamándola en el aire
llamita, ola,
amada que desde nunca viene
y cerca permanece,
sin llegar
Y en vos vivió perdida,
dispersas en la memoria
las huellas de su ausencia,
y no te curó el olvido su dolor
no te curó
¿Es la sombra invisible de tu alma
este silencio que el viento trae
hasta la mesa y se demora, un
soplo el espasmo breve de lo ausente?
¿Cómo saberlo aquí, ahora
que falta tu voz para mi nombre?
Aquí que no es aquí nada más
si no también
los mundos derrotados, sus rastros en fuga
Ahora que no es ahora nada más
si no pedazos
de ayer, astillas del mañana detenido
Una lluvia se devora las pisadas
dejándonos sin luz
separados para siempre
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