Cassandra

Herederos de la adicción. Nosotros también intentamos curarnos . “No nos une el amor, sino el espanto”

Seres distantes y distintos que deambulamos sobre un espacio que nunca imaginamos con la esperanza como escudo y bandera, sospechando que a final de túnel nos aguarda una luz que ni más ni menos es el aura de cada uno de los seres emergentes de abismo. Cada uno de ellos es hijo nuestro también porque el dolor transmitido por el grupo detrás del espejo que todo lo ve, dentro de cuatro paredes que todo lo escuchan, blancas pero no puras, miles de confesiones incrustadas en sus entrañas.

Los observadores de la mente y la palabra nos reciben cada jueves esperando nuestra evolución sea proporcional a la de nuestros hijos.

Ellos a través de nuestras miserias comprenden los agujeros negros en el alma de sus internos, hijos casi propios por involuntaria adopción y por certera vocación.

El todavía largo camino por andar nos espera con hostiles piedras, rocas que en comunión “de los pacientes chicos” son capaces de romper.

Este es el sabio ejemplo a seguir con firmeza, entereza y fe. Nuestra ayuda comienza: cada adulto desnudando los velos de su propia ignorancia para por fin obtener la saludable cosecha de una segunda siembra.

“Esta vez nos terminara uniendo el amor y no el espanto”

Muy a pesar del poema borgiano, genio inigualable pero al fin de cuentas ciego.

SG