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Nuevos controles para las importaciones12/3/2012
La decisión del Gobierno de no modificar la política cambiaria ni combatir la inflación ante la aguda escasez de dólares por la que atravesamos ha subordinado la política comercial al objetivo de asegurar las divisas necesarias para que el Gobierno cumpla con sus compromisos externos. Los controles adoptados no tienen nada que ver con una estrategia mínimamente elaborada de sustitución de importaciones orientada a generar empleo y promover ciertos sectores juzgados estratégicos. La introducción de controles cambiarios respondió a la aceleración de la fuga de capitales durante la segunda mitad del año pasado. Para no perder drásticamente reservas sin devaluar ni recurrir al endeudamiento, la alternativa fue restringir bruscamente la venta de dólares. Hoy ya no tenemos un tipo de cambio fuertemente depreciado, ni generamos un superávit corriente que nos permita seguir acumulando reservas. Tampoco podemos estimular la demanda agregada aumentando despreocupadamente el gasto público porque no tenemos cómo financiarlo. Además, es poco y nada lo que puede esperarse de la inversión extranjera cuando el mercado espera que se mantengan las restricciones a las remesas de dividendos, o más en general de la inversión a secas, nacional o foránea, si la incertidumbre sobre la disponibilidad futura de insumos básicos es tan elevada. El bajísimo nivel de intermediación financiera hace improbable una crisis financiera, es probable que la política actual pueda prolongarse por cierto tiempo. De este modo, el deterioro económico que provocarán la escasez de insumos, el "atraso" cambiario y la desaceleración de la inversión asociados a esta política será gradual. Sin embargo, sus costos serán significativos. No sólo desde el punto de vista del ciclo de actividad, sino desde el de las perspectivas de desarrollo a más largo plazo. Pero además, e igualmente importante, esa política (aunque intente administrarse con excepciones ad hoc) profundizará las dificultades de relación que ya tenemos con nuestros socios del Mercosur y con Brasil en particular, cuando esta relación debería ser una de las prioridades estratégicas de nuestra política de internacionalización productiva.
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