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ensayo sobre la Jubilación

NO ECHEMOS DE COMER A LAS RATAS.8/5/2007

    

     Ignoro dónde ni cuándo nació la inveterada costumbre, difundida por todos los pueblos del mundo, de echarles comida en forma de migas de pan, maíz, cacahuetes, etcétera, a los pájaros urbanos, especialmente a las palomas, pero lo cierto es que en cada pueblo o ciudad hay uno o más lugares donde todos los niños, sin excepción alguna, son iniciados por sus padres y abuelos en el caritativo y divertido entretenimiento de cebar alados tragadores.

     Mas, últimamente, el nocivo juego se ha extendido por todas las calles, plazas y jardines de las ciudades: Podemos observar cómo desde balcones y ventanas, y también a pie de calle, se esparce pan desmigado o en mendrugos, a veces empapados de agua para facilitar la tarea engullidora de estas voraces e insaciables criaturas, sin que nos demos cuenta de que así, con este proceder, lo que conseguimos son exageradas concentraciones de bichos de todo tipo que, en la mayoría de los casos, transforman el entorno viciándolo.

     No dudo de que las personas que de esta forma actúan creen hacer una benefactora tarea en favor de los animales, pero considero que se equivocan, dicho sea con todos los respetos, pues con esa actitud rompen el equilibrio establecido por la Naturaleza y corrompen el natural instinto coservador de los irracionales. Los gorriones, por poner un ejemplo, han sido creados, entre otras cosas, para controlar el número de insectos devorando buena parte de ellos, pero si los hartamos de pan no se comerán a los mosquitos y los mosquitos se nos comerán a nosotros; y lo mismo podemos decir de otros pájaros que, en menor número, cada vez se animan más a visitarnos, como mirlos, tórtolas y hasta urracas.

     No ocurre lo mismo con las palomas, aves que infectan las ciudades como auténtica plaga en respuesta a los torpes e inútiles procedimientos que ponemos en práctica para controlar su presencia, dado que éstas no son insectívoras, aunque sean capaces de comer cualquier cosa. Confieso mi desconocimiento sobre las funciones positivas que pueden proporcionar a la Humanidad actualmente, salvo la de ser divertimiento de los aficionados a la colombofilia; pero me atrevo a afirmar que este emplumado ser ha sido por demás sobrevalorado, e incluso mitificado, otorgándole atributos inmerecidos, como el de ser portadores de la paz, porque, en realidad, han repartido más mensajes con motivos bélicos que pacifistas; mas sí conozco los perjuicios que causan, pues de todos es sabido que sus excrementos erosionan y dañan gravemente monumentos, edificios, parques, automóviles..., lo que obliga a considerables desembolsos para limpiarlos<, y como estos excrementos son corrosivos en alto grado, los humanos nos vemos forzados a caminar mirando al suelo para descubrir y sortear los depósitos que en él se forman, ya que si alguno de estos alados convecinos decide descolgar su "regalito" cuando pasamos por debajo, ya podemos tirar el traje.

     Alguien dijo que las palomas son las ratas del aire, y expertos científicos opinan que en su organismo portan las mismas enfermedades endémicas que las de cloaca; de modo que haríamos bien si dejáramos de alimentarlas, entre otras cosas porque los restos de comida que dejan las del aire por el día, salen a buscarlos las de cloaca por la noche.

     Debo advertir, para terminar, a los que desconozcan lo legislado a este respecto, que dar de comer a los animales en la calle es un delito sancionado por la leyes españolas, aunque nadie se preocupe de que ésta que nos ocupa se cumpla, como tantas otras.

     Nada más. Un abrazo, amigos.  

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