Dulce Maria Acciari en el taller de autoconocimiento
11:08 PM, 14/3/2012
.. Link
Experiencia comunitaria a través del taller de autoconocimiento en Morón. Pcia. De Buenos Aires, a cargo de Cristina Sanchez. Testimonio de Dulce María Acciari
“Fue una experiencia genial, más allá que ya haya hecho cosas comunitarias en comedores, esta vez fue muy diferente. Estuve involucrada mucho más gracias al taller de autoconocimiento, tanto con las actividades que íbamos haciendo como con la gente. Es hasta el día de hoy que recuerdo los nombres y lo que hace cada uno.
En verdad en un principio hacia las actividades y charlaba como algo más, hasta que hubo un momento en que fue un stop y empecé a sentir la necesidad de involucrarme con cada persona del comedor desde el corazón y la entrega y no desde la simple “responsabilidad”. Y algo que me ayudó mucho a sentir esas ganas de estar cada vez más metida fue cada uno de mis compañeros que era constante el querer dar más y más.
Fue una experiencia maravillosa.
A partir de ahora mi Visión de Vida es lograr todo y cada uno de mis sueños y objetivos en el día a día. Es empezar el camino para transformarme en la mujer arrolladora y poderosa que todo lo logra.
No quiero dejar todas estas ganas de accionar e ir por más en la nada.
Mi visión es seguir teniendo una apertura de corazón para con los que necesitan.
Es sembrar en los que me rodean el entusiasmo de que siempre hay más y mejor.”
Marcela Sanchez en el taller de autoconocimiento
01:56 PM, 13/3/2012
.. Link
Experiencia comunitaria a través del taller de autoconocimiento en Morón. Pcia. De Buenos Aires, a cargo de Cristina Sanchez. Testimonio de Marcela Sanchez.
“Gracias a mis compañeros y a la Fundación Corriente Cálida Humanística de Morón por permitirme vivir esta experiencia. Tengo todo y más de lo necesario para ser feliz. Las trabas me las pongo yo y nadie más. Abrir el corazón cuesta, pero vale la pena. Es lo único que nos mantiene vivos y nos permite crecer. Me puede caer muchas veces, pero me puedo volver a levantar otras tantas y volver a empezar.
Pude palpar las grandes necesidades que hay cerca de mí, cuanto hay para hacer y cuanto yo puedo hacer. Pude recapacitar que yo pertenezco a los afortunados de este mundo y que como tal, tengo la obligación de hacer algo por los que no lo son. La experiencia de trabajo comunitario en el merendero Provida me dio mucho más de lo que yo esperaba y de lo que yo di. Esos chicos, en su mayoría, endurecidos por las circunstancias que les tocaron vivir, me dieron mucho cariño, a veces con ternura espontanea, inocente, a veces escondida dentro de una corteza agresiva.
Que el que siempre tiene la razón, se queda con su razón solo. Que soy querible a pesar de mis miserias. Que tengo que ser misericordiosa. Que con una palabra o un gesto se puede hacer la diferencia en la vida de otro. Que tengo amigos que son los hermanos de la vida, con los que puedo contar para lo que sea y que pueden contar conmigo de la misma manera. Que el trabajo en equipo hace más fácil y placentera cualquier tarea. Que yo pertenezco a los afortunados de este mundo y que como tal, tengo la obligación de hacer algo por los que no lo son. Que la manera de cambiar el mundo es empezar por cambiar uno mismo para mejor y luego unirnos con los que pensamos y queremos lo mismo para formar una mesa crítica que sea capaz de hacer una diferencia.
Cuando se tienen los objetivos claros, cuando se planifica, cuando se deja de lado el ego y se abre el corazón todo sale “de diez”. Hubo momentos que parecía que entre los compañeros nos comunicábamos por telepatía, tomando la posta o realizando la tarea necesaria, como un gran coro de voces distintas y que cuando se unen forman un acorde maravilloso. Y los chicos, ellos fueron nuestros maestros, pues muchos tuvieron que endurecerse o crecer de golpe para sobrevivir. También confirmé, gracias al taller de autoconocimiento, que el trabajo en equipo hace más fácil y placentera cualquier tarea.”
{ Página Anterior } { Página 10 de 33 } { Próxima Página }
|