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Pasión y conocimiento. Remo Bodei critica una tradición filosófica que opone, de modo irreconciliable, pasión y razón, e instala la pasión en una secuencia de enajenación, locura temporaria o enceguecimiento. Por el contrario, ¨nada impide pensar las pasiones [emociones, sentimientos, deseos] como estados que no se añaden del exterior a un grado cero de la conciencia indiferente, para enturbiarla, confundirla, sino que son constitutivos de la tonalidad de cualquier modo ser físico y hasta de toda orientación cognitiva. Por qué no concebirlas, pues, como formas de comunicación totalmente acentuadas, lenguajes mímicos o actos expresivos que elaboran y transmiten, al mismo tiempo, mensajes vectorialmente orientados, modulados, articulados y gradables en la dirección y en la intensidad. Las pasiones preparan, conservan, memorizan, reelaboran y presentan los ¨significados reactivos¨ más directamente atribuídos a personas, cosas y acontecimientos por los sujetos que los experimentan [...] De la eventual verificación de una semejante hipótesis podrán desprenderse algunas importantes consecuencias. Se debilitará, en particular, la idea de una energía intimamente opaca e inculta para someter y disciplinar. La pasión aparecería de esta manera como la sombra de la razón misma, como una construcción de sentido y una actitud ya íntimamente revestida de una propia inteligencia y cultura, fruto de elaboraciones milenarias, mientras la razón se manifestaría a su vez ¨apasionada¨, selectiva y parcial, cómplice de aquellas mismas pasiones que dice combatir. Se descubriría así lo inadecuado del concepto de pasión entendida como mero enceguecimiento¨. [Geometría de las pasiones; miedo, esperanza, felicidad: filosofía y uso político, México, Fondo de Cultura Económica, 1995, p. 10] Y poco más adelante: ¨Conocer las pasiones no sería otra cosa que analizar la razón misma a contrapelo, iluminándola con su misma presunta sombra¨ [p. 11]. Bodei, siguiendo a Spinoza, afirma que los afectos, cuando se vuelven comprensibles, cuando pierden su subordinación sufriente, y su pathos frente a aquello exterior que los provoca, son el camino que conduce al conocimiento más elevado, el amor intellectualis.
En su exposición sobre Spinoza, Susan James afirma: ¨Nuestras afecciones son, como su nombre lo implica, ideas sobre el modo en que las cosas nos afectan, y presuponen nuestra capacidad para reaccionar ante ellas. [...] De acuerdo con Spinoza, las reacciones que son nuestras pasiones, ponen de manifiesto la lucha para perseverar en nuestro ser, que es nuestra esencia¨ [Passion and Action; the Emotions in Seventeenth-Century Philosophy, Oxford, Clarendon Press, 1999, p. 146, trad. BS]. De este modo, el conatus, o persistencia en el ser, define el nexo de las afecciones con la identidad y la conciencia, constituyendo el escalón primordial del conocimiento al establecer una relación entre el sujeto y aquello exterior a él que lo conmueve.
Fragemento de La Pasión y la Excepción de Beatriz Sarlo. Siglo XXI. 2003. |
