Alguien m dijo alguna vez que la única manera de poseer un amigo es serlo.
Quizás la vida te regale muchas cosas efímeras, o quizás no tanto, pero justamente se basa en esto… ser algo que uno quiere poseer.
Primero hay que existir, luego ser y por último creerlo… luego podrás tener lo que vos crees que sos. En algún momento la pelota agarra la comba, el boomerang pega la vuelta y la fragata vuelve a su puerto.
No cualquiera tiene la esperanza en su vida de navegante de toparse con ciertos camaradas de naufragio… el viaje esta bueno pero los naufragios son más interesantes aun.
Quien tenga a su espalda a un noruego con raíces vikingas llamado Martuk para defenderte ante todos los enemigos morales y conquistadores anímicos está, sin dudas, protegido con el más grande talismán.
Quien posea proezas con un portugués desfachatado llamado Juninho está, sin dudas, curado contra el mal de la tristeza.
Quien comparta sus hazañas con un ruso distraído de recuerdos llamado Fogel está, sin dudas, bendecido contra todos los males que Poseidón pueda ofrecerte.
Quien experimente vivencias con un vasco incondicional llamado J´Ynacio está, sin dudas, exorcizado contra los espíritus de la añoranza traicionera.
Quien disfrute de la compañía de un francés insolente y sinvergüenza llamado Tonguí está, sin dudas, inmunizado ante la enfermedad del desconsuelo.
Quien se deleite ante las anécdotas de un nigeriano atrevido llamado Mathius está, sin dudas, impermeabilizado ante las aguas de la peor tormenta perfecta.
Quien junte tantas anécdotas como yo en su viaje de timonel de la vida está, sin dudas, ante la posibilidad de ser un amigo… y mejor aún, de poseerlo.
En nuestro arroyo nos veremos, el italiano errante.