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Joaquín Arderius por Francisco Arias Solís18/10/2009
 

JOAQUIN ARDERIUS

(1885-1969)



A mi juicio, en España no ha comenzado a publicarse

la auténtica novela social. Pero esto para mí tiene

una explicación rotunda: la de que en España

no se ha hecho aún la revolución social, ni siquiera la política.”

Joaquín Arderius.



LA VOZ DE LA NOVELA SOCIAL


El tipo de novela de Arderius difiere esencialmente de las que por lo común “se llevaban” en su época, y en razón de esa diferencia marca en el alma el primer distintivo de una originalidad indiscutible.


En 1931 apareció su novela Campesinos, de la que José Díaz Fernández dijo: “Quizá por primera vez se intenta en nuestra literatura una verdadera novela sobre campesinos, donde el sufrimiento del hombre español aparece desnudo y severo, como una síntesis del eterno dolor del mundo. Porque nuestras novelas rurales fueron hasta hora novelas rurales sólo por lo bastas, desmañadas y agrestes”.


La vida tal cual es, sin previa elaboración en la fantasía del escritor, no admite más que una clase de traslado a la narración novelesca. Ni tal vez más que variaciones de puro estilo en la interpretación personal. Esta fidelidad a los modelos vivos y a los ambientes reales tomados con la menor dosis posible de subjetivo capricho, cuidando de mantener una neutra impasibilidad en el análisis de cuanto se ve y se observa, ha producido la parte más numerosa e interesante de la novela moderna.


Arderius no se detiene ante ninguna audacia. Sus personajes son almas que se mueren furiosamente. Para los críticos clasicistas, enemigos de la fusión de géneros y de la insumición a las reglas diferenciales, la novela de Arderíus constituye un verdadero escándalo. Por dos cosas. Primero, porque carece casi en absoluto de arquitectura material. Segundo, porque se encuentra situada precisamente en las fronteras de la etopeya, en la zona misma que separa a ésta del poema.


Joaquín Arderius y Sánchez Fortún nace en Lorca, provincia de Murcia, el 5 de abril de 1885. Cursó sus primeros estudios en un colegio religioso de Madrid. Más tarde realizó aprendizajes de ingeniería en Lieja, Bélgica. Pero los abandonó muy pronto, dedicándose por entero a la literatura y al periodismo. Participante activo en todos los movimientos revolucionarios durante la dictadura de Primo de Rivera, fue encarcelado repetidas veces entre 1923 y 1929. El 30 de enero de 1930, el mismo día en que caía la Dictadura de Primo Rivera, aparecía dirigida por José Díaz Fernández, Antonio Espina y Adolfo Salazar, la revista Nueva España. La revista tenía la intencionalidad de cubrir “todo el ala ideológica de las izquierdas” y de mantener una línea de periodismo polémico. Más tarde se incorporó a la dirección Joaquín Arderius. En un principio Nueva España tuvo una periodicidad quincenal; al partir del número catorce, hasta su desaparición, se convirtió en semanario. Entre los colaboradores pueden destacarse: Maria Zambrano, Azorín, Miguel Angel Asturias, Mauricio Bacarisse, Corpus Barga, Juan Gil-Albert, Benjamín Jarnés, Ramón J. Sender y César Vallejo.


Arderius estuvo muy ligado al Socorro Rojo Internacional, presidiendo en diversas ocasiones las actividades de la sección española. Fue uno de los promotores en nuestro país de Unión Internacional de Escritores y Artistas Revolucionarios. Los ochenta fundadores de la sección española de Unión Internacional eligieron para su presidencia a Joaquín Arderius, Ricardo Baroja, Pedro de Répide y Antonio Espina. La organización no pasó, sin embargo, de tener un carácter nominal, y fue suprimida al año siguiente al de su constitución (1931), por consigna del partido comunista de la U.R.S.S.


Todo lo que se llamó “nueva literatura” se hallaba infiltrado en el arte de Arderius y en sus obras: Mis mendigos (1915), Así me fecundó Zaratustra (1923), Yo y tres mujeres (1924), El ojo de brasa (1925), La duquesa de Nit (1926), La espuela (1927), El baño de la muerta (1928), Los príncipes iguales (1928), Los amadores de Manqueses (1929), Justo el Evangélico (1929), El comedor de la pensión Venecia (1930), Lumpenproletariado (1931), Campesinos (1931), Vida de Fermín Galán (1931, en colaboración con Díaz Fernández) y Crimen (1934). Arderius es original y conceptual. Radical como nadie las páginas de sus libros, en los que desarrolla su tesis sociológica exasperada y rebelde, plantean los problemas esenciales que hoy inquietan a la inteligencia avanzada.


Arderius fue uno de los novelistas sociales más destacados durante la República. Tuvo que exiliarse en 1939, primeramente en Francia y más tarde en México, al producirse la invasión de París por las tropas del III Reich. En la capital azteca ejerció funciones de agregado de Prensa en la embajada del Gobierno republicano que representaba Nicolau d’Oliver y logró después un modesto empleo en el Ministerio de Educación Nacional. Joaquín Arderius falleció en México el 20 de enero de 1969, tras treinta años de exilio en los cuales abandonó completamente la literatura. Y como dijo el novelista: “El libro es necesario que sea barato y social y revolucionario”.


Francisco Arias Solís


La primera víctima de la guerra es la infancia.


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