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Fernando Fortún ~ Francisco Arias Solís18/7/2010
 

FERNANDO FORTÚN

(1890-1914)


Eran grupos herméticos, que siempre conspiraban,

en esa bella época de las revoluciones...

Al pasar, confundidas palabras se escuchaban:

el oro inglés..., el día del grito..., los masones...”

Fernando Fortún.


LA VOZ DE VIDA BREVE


Fernando Fortún, poeta de salud precaria y de vida efímera, fallece antes de cumplir los veinticuatro años de edad, comparte sus composiciones poéticas con los poetas crepusculares de principios del XX, Tomás Morales, Enrique Díez-Canedo, Ángel Vegue y Goldoni, Alonso Quesada y Pedro Salinas. En el prólogo de La hora romántica, su única obra publicada en vida, escrito por su amigo el poeta almeriense Francisco Villaespesa, se nos describe fielmente la poesía del poeta madrileño: “Prefiere el dibujo al color, huye de los tonos agrios, de notas ásperas, buscando en cambio, las grandes pausas, los grandes silencios, porque en ellos siente mejor el ritmo interno de su alma...” Y Juan Ramón Jiménez nos dejó el retrato del poeta, parecía “un Chopin, adolescente y elegante, fresco y mustio a un tiempo..., un joven ciprés abatido levemente por yo no sé que viento”.


La poesía de Fortún está llena de frecuentes evocaciones de la infancia, y, especialmente, del pasado, impregnadas de una de una dulce melancolía, como en estos versos: “Por vosotras, románticas, aún mi corazón arde; / a este mundo tan viejo, he venido muy tarde, / debí ser vuestro amante y he sido vuestro hijo”. O en estos otros: “En una vieja caja que olvidada / arrinconó mi ama en un desván / de nuestra antigua casa abandonada / vagos recuerdos de mi infancia están.”, de tonos becquerianos y de un virtuosismo técnico notable.


Fernando Fortún nace en Madrid el 30 de mayo de 1890 y fallece en Las Rozas, Madrid, el 6 de mayo de 1914, a causa de una tuberculosis pulmonar. Estudia bachillerato en el Instituto General y Técnico de San Isidro y Derecho en la Universidad Central, estudios que finalizaría en 1910. Colabora en varias revistas de la época, entre ellas, Prometeo de Ramón Gómez de la Serna que ve la luz en 1908, y en la que publica poemas y traducciones, y la Revista Latín, de Francisco Villaespesa. Asiste a tertulias como la de Carmen de Burgos, escritora conocida con el seudónimo de Colombine. Vive durante algún tiempo en París en 1910, al siguiente año, en Ginebra. Viaja a Jerez, Sevilla y Málaga en 1913. Ese año editó con Enrique Díez-Canedo, una antología titulada La poesía francesa moderna, con magníficas traducciones de simbolistas y parnasianos franceses, que tuvieron gran influencia entre los jóvenes poetas de la época.


En 1907, cuando el poeta sólo tenía diecisiete años, apareció su primer y único libro publicado en vida, La hora romántica. Después de su muerte se publica Reliquias (1914), en el que se recogieron textos en prosa, cartas y poemas que dejó inéditos.


Y como dijo el poeta de vida breve: “ Y la paz es profunda; / no llegan los rumores desde fuera. / Los empolvados libros / quedamente bostezan... / Y delante de mí, abierto un tomo, / que sin verlo mis ojos lo contemplan”.


Francisco Arias Solís


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