DESDE EL CONGRESO: PRORROGA DE LAS FACULTADES DELEGADAS 
   El debate más profundo sobre los tironeos del   poder 
   Por Armando Vidal 
     
   El único gran poder del Congreso es su capacidad de dar a otro el   poder que le pertenece. Por eso la Constitución de 1853 le   prohibió hacerlo bajo a riesgo de que los responsables sean   condenados por "infames traidores a la Patria". Suena a tiempos   de las cavernas pero eso es lo que se imprimió y rige en la ley   suprema tras la derrota militar de Juan Manuel de Rosas con la   participación de tropas extranjeras en 1852. O que fueran presos   los legisladores del PJ en 1955 por orden de los golpistas de la   llamada Revolución Libertadora. 
     
   El último debate sobre el poder se dará este miércoles en   Diputados al tratarse la nueva prórroga por tres años de   facultades que son del Congreso. A partir de allí y hasta el 25   de agosto de 2009, el Ejecutivo podrá seguir legislando por   decreto, salvo para crear impuestos o en materia penal, electoral   o sobre los partidos políticos. 
     
   Estas únicas limitaciones son las fijadas por la última reforma   constitucional al admitir los decretos de necesidad y urgencia   sólo para situaciones de emergencia y por un plazo determinado.   Las otras facultades delegadas —éstas que se prorrogan ahora—   provienen de la historia. Son normas de los tiempos de   predemocracia (1862/ 1916), de la democracia fundacional   (1916/30), de la fraudulenta (1930/43), de la autoritaria   (1946/55), de las democracias endémicas (1958/62 y 1963/66), y de   la condicionada (1973/76), además de los regímenes dictatoriales   (1955/58, 1966/73 y 1976/83) y de la versión de la democracia que   transcurre desde hace 23 años. 
     
   El marco normativo se sostiene en la siempre renovada ley de   emergencia y la votada, pero no plasmada, creación de la comisión   bicameral que debe tratar los DNU y los decretos derivados de la   delegación de facultades. 
     
   Este debate que se avecina fue precedido por uno del miércoles en   la comisión de Asuntos Constitucionales, cuyo presidente, Juan   Manuel Urtubey, incurrió en la extrañeza de no convocar a los   taquígrafos. Creyó que los radicales apoyaban y que todo sería   sin importancia. Se equivocó. Por eso, sólo unos pocos   disfrutaron de esa profunda discusión sobre el poder. 
     
   Protagonista destacado fue Pablo Tonelli (PRO), autor de un   dictamen de minoría que terminó respaldando el radicalismo. En   síntesis se opone a volver a aprobar lo realizado hasta 1994 por   esas delegaciones, puesto que ya se lo hizo en 1999, 2002 y 2004   por leyes del mismo tenor. Y rechaza por inconstitucional seguir   empleando esas facultades como ya hizo el gobierno de Néstor   Kirchner en los dos últimos años. 
     
   La kirchnerista Diana Conti le atribuyó una visión teórica por   falta de experiencia en el Poder Ejecutivo. "Se equivoca", dijo   Tonelli. Y con una sonrisa ofreció a Rafael Bielsa como testigo,   que asentía sentado en la otra punta de la fila oficialista.   Conti olvidó que Tonelli fue subsecretario de Justicia en el   gobierno de Raúl Alfonsín, igual que Bielsa lo era en otra área   de esa cartera que encabezaba Enrique Paixao. 
     
   No eran los únicos ex funcionarios que participaron de la   discusión: también lo hicieron, en contra de la ley, Jorge   Vanossi (PRO) y
Juan José   Alvarez (Justicialista Nacional), ex ministros en la   gestión de Eduardo Duhalde. 
     
   El ex canciller Bielsa —un constitucionalista que está a favor—,   reconoció en alusión a los legisladores "que en materia de   delegaciones los que menos conocen somos nosotros". 
     
   No las conocen pero igual los kirchneristas las van a votar. Para   eso tienen el poder.