Pidió salmón rosado y explicó, entre risas, que lo hacía acatando   el consejo presidencial de restringir el consumo de carne vacuna.   No fue el único dardo que Roberto Lavagna dirigió al Presidente   durante el almuerzo que compartió ayer con los cuatro diputados   de "El General", la agrupación que cobija a los ex duhaldistas   que se mantienen en la vereda de enfrente del Gobierno. 
   Sus interlocutores festejaron la chanza y se plegaron a la veda:   Jorge Sarghini, Eduardo Camaño, Francisco de Narváez y Juan José   Alvarez sólo almorzaron pollo o pescado. Las   coincidencias entre unos y otros se extendieron al diagnóstico   sobre los puntos débiles que le adjudican a la gestión en   política exterior e institucional. 
   El menú no incluyó un pronunciamiento de Lavagna relacionado a su   eventual candidatura presidencial en el 2007. Aunque el tema   sobrevoló a lo largo de las tres horas de charla, a partir de las   definiciones del ex ministro de Economía sobre cuestiones de la   agenda electoral. 
   A todos los comensales consultados por Clarín les pareció que   Lavagna asistió al encuentro en plan exploratorio. Y aseguraron   que volcó sus energías en delimitar el terreno de su posible   aterrizaje político: descartó de plano que aspire al Gobierno   porteño —como especulan sectores kirchneristas que lo quieren de   su lado— y dio indicios de priorizar un acercamiento a grupos   rebeldes del PJ antes que a dirigentes de otros partidos. De ser   así, el ala lavagnista de la UCR sería relegada a un segundo   plano. 
   De hecho, la de ayer fue la primera conversación de tono   netamente político que el ex ministro mantuvo en un ámbito   semipúblico —fue en un salón del Hotel Intercontinental— desde   que se instaló la posibilidad de su candidatura. Las charlas   anteriores sobre el tema electoral con el ex presidente Raúl   Alfonsín fueron secretas, y el ex ministro se resistió a   admitirlas. 
   Fue el líder radical quien se adelantó a reconocer que las   conversaciones existieron y de ese modo instaló a Lavagna en la   arena de los presidenciables. Desde entonces, el ex ministro se   limita a sostener que "es temprano para hablar de candidaturas",   aunque ya no las descarta. 
   Una versión luego desmentida indicó que el ex jefe del PJ   bonaerense, Eduardo Duhalde, se sumó a una de las reuniones entre   Alfonsín y el ex ministro. Pero lo cierto es que ayer varios de   sus ex colaboradores de mayor confianza se anotaron entre los   voluntarios de una futura coalición lavagnista. 
   Al ex ministro lo unen fuertes lazos con tres de los comensales   de ayer, tras compartir los tormentosos tiempos del gobierno   duhaldista. A Sarghini lo tuvo como número dos en Economía,   Alvarez integraba el Gabinete y Camaño presidía la Cámara de   Diputados. Ahora Sarghini preside el bloque Justicialista   Nacional formado por los ex duhaldistas que rompieron con el   sector de José María Díaz Bancalari —cercano al oficialismo—   junto a menemistas y adolfistas. 
   Si faltaba una señal del tono opositor del encuentro, la marcó la   presencia del otro comensal, Francisco de Narváez. El empresario   acaba de cruzarse duramente con el presidente Néstor Kirchner,   quien lo definió como "el Berlusconi argentino", enojado por el   trato que le dan en el canal donde el diputado es accionista,   América TV. De Narváez denunció el caso en la última sesión de   Diputados y dijo que fue un intento de amedrentarlo. 
   Durante el almuerzo, Lavagna reiteró lo que viene exponiendo en   distintos foros: las mejoras económicas podrían derrumbarse sin   fortalecimiento institucional. Y se alteró por única vez   argumentando contra el acercamiento a Hugo Chávez: "Las   inversiones llegarán si el Mercosur es más Uruguay y menos   Venezuela".