Los testimonios brindados ayer ante la Sala   Juzgadora de la Legislatura por el ex secretario de Seguridad y   Justicia porteño    Juan José Alvarez y por su sucesor, el actual   secretario de Seguridad de la ciudad, Diego Gorgal, resultaron a   todas luces negativos para la anterior gestión del área, a cargo   de Juan Carlos López, porque demostraron que con prácticamente el   mismo personal y la misma normativa podía realizarse el triple de   inspecciones y depurarse el padrón de locales de distintos rubros   habilitados en la Capital.
O sea que el poder de policía podía ser administrado y aplicado   mejor que como se venía haciendo, un dato de peso en el juicio   político a Aníbal Ibarra por mal desempeño, porque los   principales cargos imputados en su contra tienen relación con el   ineficaz ejercicio de esa potestad, que supuestamente creó las   condiciones previas para que la tragedia de Cromagnon pudiera   ocurrir y tuviera consecuencias de magnitud, como la muerte de   193 personas.
Deberán los 15 miembros de la Sala Juzgadora, al fin de la etapa   de debate oral, inferir de los elementos recogidos de las   declaraciones y de la prueba documental si la responsabilidad   política sobre las irregularidades ya descubiertas en el área de   control -junto con la falta de atención de las alertas   institucionales y el manejo de la emergencia- alcanza al   suspendido jefe de gobierno o queda restringida a niveles   inferiores del gobierno porteño.
"Clausuré locales con la normativa vigente antes de Cromagnon,   para algunos incluso demasiados. Debe haber habido alrededor de   500 clausuras. Las enfrenté con el mismo personal y con la   normativa vigente", sostuvo Alvarez al responder a las preguntas   de la acusación.
Luego, al ser consultado por la defensa de Ibarra, aclaró que   entre esa normativa estaban los decretos de necesidad y urgencia   firmados por él y por el funcionario desplazado. Pero luego   ratificó sus dichos iniciales: admitió que "por la ordenanza   50.250 [previa al incendio en Once] los inspectores tenían   potestad para clausurar ante la falta del certificado de   instalaciones contra incendio al día" y admitió que buena parte   de las discos cerradas tras la tragedia no hubieran podido   reabrir por incumplimiento de la normativa anterior.
"Yo aplicaba el poder de policía con toda la contundencia. Si   dijera que no se podía hacer, estaría en un problema", agregó el   hoy diputado nacional duhaldista.
¿Cómo lo hizo si antes no se hacía? La fórmula la explicó así:   "Con saturación de inspecciones, más concentración de los   recursos en los lugares críticos, más una clara señal de que los   operativos eran transparentes". Para determinar estos puntos   críticos, claro, Alvarez debió confeccionar un mapa de riesgo   porque no conoció -dijo- ningún mapa anterior. "Para nosotros era   fundamental elaborarlo, para también tener la posibilidad de   asignar adecuadamente las inspecciones", expresó. 

 
   Otros tiempos: el   secretario Alvarez y el jefe de gobierno Ibarra, en enero de   2005. Foto:   Archivo 
   
El   diputado asumió al frente de la entonces Secretaría de Seguridad   y Justicia el 7 de enero de 2005, pocos días después del incendio   en la disco de Bartolomé Mitre 3060, y emprendió una "oleada de   inspecciones", según las palabras que él empleó ayer. "Eran parte   de una política que decía a la sociedad y a quienes lucran con   actividades que generan riesgo «Estamos controlando»",   describió.
Además, recordó que, cuando llegó a la Ciudad, había unos 200   locales bailables habilitados y que ignoraba cuántos funcionaban.   "Pero sólo 50 reabrieron durante mi gestión; entiendo que hoy son   70. El resto no cumplía los requisitos de seguridad", dijo.
Alvarez permaneció en el gobierno porteño hasta fines de abril.   En cuatro meses, recordó ayer, hizo "unas 15.000 inspecciones",   un número casi igual a las 16.000 realizadas en todo 2004. De   todas maneras, aclaró, "el éxito de una gestión está en que se   sistematicen las clausuras".
De que las clausuras habían quedado sistematizadas dio cuenta   Gorgal, que era subsecretario de Alvarez y luego lo reemplazó.   Informó que en todo 2005 la cifra ascendió a 50.000 inspecciones.   "Llegamos a revisar todo el universo de establecimientos   educativos privados y el 75% de los de salud privados",   ejemplificó.
Sobre la gestión previa a la que compartió con Alvarez, consideró   que "desde la conducción faltaba decidir los criterios y los   objetivos de los controles, sobre los cuales los cuadros   intermedios luego diseñaran la rutina de inspecciones".
Y admitió que existe una deficiencia en el sistema de sanción,   dependiente de la Subsecretaría de Justicia. "No es lo   suficientemente severo para corregir las conductas detectadas con   el control. Hay locales que los cerramos varias veces, pagan una   cómoda multa y vuelven a abrir",   concluyó.