| PREPARANDO AMBIENTE NAVIDEÑO      UN PESEBRE EN EL MAR Sopla fuerte el huracán, no deja de rugir la tormenta,
 serpentean el cielo brillantes rayos;
 enormes paredes de agua
 parecen hacer zozobrar una barquilla
 que, en el temporal, parece de papel.
 Un pescador en ella arrodillado
 al cielo eleva una plegaria
 para que cese la tempestad;
 pues el el día de Navidad
 y en su mente solo hay recuerdos
 de villancicos al amor de la lumbre.
 Una cegadora y brillante luz
 iluminó el oscuro día
 hasta hacerlo parecer soleado;
 ángeles celestiales
 empujaron las nubes
 con el aleteo de sus alas
 y un prodigioso pesebre
 en la barquilla apareció
 con un niño Dios que le sonreía
 mientras que un coro de arcángeles
 entonaban "GLORIA A DIOS EN EL CIELO
 QUE HOY NACIO EL SALVADOR"...
 Nadie ese milagro comprendió.
 solo los niños entendieron
 que un pesebre hubo en el mar
 A TODOS LOS QUE VISITEN MI BLOG "¡¡FELIZ NAVIDAD!!" 
 
 
 
 BALADA PARA UNA GAVIOTA (MUERTE DE UNA HEROINOMANA)Fuiste princesa de una casa bien; la únigenita mimada y deseada de una familia de dinero; todos tus sueños e ilusiones al segundo eran realizados sin si quiera mirar su precio; pero tu te sentias prisionera encerrada en tu preciosa jaula de oro, zafiros y diamantes. Un día quisiste probar algo nuevo que te hiciera alcanzar esa Libertad que tu tanto estabas ansiando; y pensaste que lo habias encontrado al sentir como un loco Caballo con alas galopaba, sin freno, por tus venas. El té elevo hasta el cielo, té hizo besar las estrellas llevandote a su paraiso; pero no quisiste darte cuenta de que solo eran un espejismo y te precipitaste al vacio Balada para una gaviota que, buscando Libertad, dejó comodidades y riqueza para mendigar en una esquina Cuando, al final, descubriste que, en realidad, te esclavizaba quisiste dar marcha atrás; pero tu billete había caducado y, con las venas quemadas, no podías volver al camino; estabas al borde del abismo y, con los ojos vendados, caminabas hacía tu fin. Ya todo cambio para tí; pues solo podias subsistir a expensas del siguiente pico; eras una marioneta sin cuerdas, una barquichuela que zozobra acosada por la fuerza del temporal. Y, una noche, te pasaste; te metiste más de la cuenta y, a tu vida, pusiste punto y final en un sucio y lóbrego callejón con la jeringuilla tatuada en tu brazo y el alma galopando entre nubes 
 
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