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Escuchar al tapir

Por Flavia Tomaello, https://flaviatomaello.blog/, Instagram @flavia.tomaello



La selva propone una fantasía a lo Narnia en un escenario diferente, donde la luz del sol se matiza entre los helechos y los palmitos, se cuece en el caldo húmedo de sus aguas y humedales y se huele en colorado, esa gama de Misiones que lo tinta todo.
Cataratas es el mito en Iguazú. Es ese imán que atrae las miradas del planeta. Y lo merece. Como cuando vas a París y alguien te sugiere no visitar la torre Eiffel porque ya la conocés suficiente, y medio te convence. Cuando estás allá vas igual medio a la fuerza, para tomar la foto de rigor. Pero allí mismito, cuando se te abre la primera perspectiva desde el sitio en que llegues, se te derriumba el alma porque te ves ahí vos por primera vez. Te das cuenta que no se trata de la torre, sino de tu experiencia ahí.
Eso te pasa en Cataratas. Hasta en la Avenida 9 de Julio te montaron una maqueta en la que la gente se toma fotos como si estuviera en el destino.
Pero recorrer las pasarelas ahí es otra cosa. Y la bisagra se profundiza con Awasi de la mano. Hay una vivencia diferente cuando este emprendimiento luxury te descomprime el conocimiento. Te integra lo que ves con más sentidos que la vista. 
El concepto de Awasi es que tengas tu viaje, no que vayas al que está armado. Ellos te llevan de la mano como una puericultora de Iguazú desde que llegás hasta que te vas. 
Hay cercanía, información que desborda, calidez y cercanía, un alentar la curiosidad que te abre más preguntas todo el tiempo. Conocen las rutas impensadas, te llevan a la aventura acorde a lo que gustás. 
Hay inmersión suprema en las aguas misioneras. Coqueteás con la triple frontera codeándote con tres banderas que parecen ser una. Descubrís ancestros y tradiciones. Compartís una gastronomía que vas a extrañar el resto de tu vida. Caminás a tu ritmo en todos los puntos de la brújula. Te despeinás con el viento, te amigás con los insectos, los ojos se te llenan de colores inclasificables. Si hacés el viaje 10 veces, te vas con una decena de experiencias diversas. 
Y si tenés mucha suerte, en medio de una caminata, el tamporilleo potente conmueve el suelo que pisás como un subte con las pisadas de un tapir que escapa al escuchar tu voz.
Partís con la idea de que te faltaron un par de días porque Iguazú en mucho más que una cascada sublime.