Por Flavia Tomaello, https://flaviatomaello.blog/, Instagram @flavia.tomaello
A comienzos del siglo XX, dos historias de inmigrantes europeos se entrelazaron en la inmensidad de la Patagonia, en torno a la Estancia El Pedral. Un destino con un magnetismo especial, donde se respira historia y al que uno siempre desea volver.
Situada en la frontera entre la estepa y el océano, bajo la atenta mirada del faro de Punta Ninfas —equidistante de Trelew y Puerto Madryn—, El Pedral guarda una profunda herencia familiar.
En 1920, Félix Arbeletche, un inmigrante vasco establecido en la Península Valdés desde 1898, adquirió El Pedral con un propósito profundamente personal: ofrecer a su esposa, María Olázabal, un hogar más amable y fértil dentro de la agreste belleza patagónica. Félix encargó la construcción de una elegante casa de estilo europeo, levantada sobre una elevación artificial con vistas directas al mar.
Los materiales, muebles y estructuras llegaron desde Europa en barcos que anclaban frente a la playa de piedras de la estancia, donde el mar alcanza gran profundidad. La casa fue inaugurada en 1923 y aún conserva su espíritu original, con su inconfundible torre mirador y el característico techo de chapa roja.
En paralelo, en 1907, Rudolf Henry Grimm, originario de Hamburgo (Alemania), llegó a Puerto Madryn junto a su esposa. Allí formaron familia y echaron raíces. Su hijo, Rodolfo Grimm, nacido en 1913, se convirtió en un destacado productor ovino y lanero. En 1954 adquirió la vecina Estancia Bahía Cracker, desarrollando una sólida actividad ganadera en la estepa patagónica.
Décadas más tarde, en 1990, la familia Grimm/Stocker adquirió las tierras de El Pedral, expandiendo sus campos ganaderos. En aquel entonces, el casco histórico había sido separado de los terrenos productivos y funcionaba como hotel boutique.
En 2025, El Pedral vuelve a integrarse plenamente como estancia: casco histórico, campos, mar y playas se unifican bajo un mismo proyecto, con la compra del antiguo casco por parte de la familia Stocker.
Hoy, con profundo respeto por su valor patrimonial y natural, Estancia El Pedral abre nuevamente sus puertas al mundo como hotel boutique y como propuesta de visita por el día, para disfrutar de los aires del campo marino y conocer su joven pingüinera.
El proyecto familiar le otorga la calidez y calidad de servicio que este lugar merece. Con la llegada del primer pingüino en septiembre se inauguró la temporada con días de campo y atardeceres con pingüinos, y el próximo 1º de noviembre abrirá la hostería para recibir grupos privados de hasta 8 personas.
Los huéspedes podrán recorrer las costas con sus colonias de avifauna marina y vivir el ritmo de una estancia patagónica. Por su emplazamiento y estructura, El Pedral también es elegido para eventos corporativos, festejos y casamientos.
Un entorno imponente de océano, acantilados, pingüinos, elefantes marinos y estepa infinita rodea esta estancia patagónica en plena actividad, donde las ovejas merino y su lana de alta calidad conectan a los visitantes con el legado rural y el espíritu auténtico de la Patagonia.
