Por Flavia Tomaello, https://flaviatomaello.blog/, Instagram @flavia.tomaello
En los últimos años, Uruguay se ha consolidado como un destino gastronómico en pleno ascenso. La combinación entre productos locales de calidad, tradiciones familiares, cocinas contemporáneas y un fuerte vínculo con el territorio han dado lugar a una escena diversa, creativa y cada vez más reconocida en la región. Desde la costa atlántica hasta el interior rural, el país ha logrado convertir su gastronomía en un componente central de su identidad turística.
A partir de estos reconocimientos, comienza un recorrido que permite explorar Uruguay a través de sus sabores. Un viaje que se despliega entre playas, chacras, bodegas, mercados y rutas temáticas, donde cada región aporta una expresión distinta de la gastronomía local.
El viaje puede comenzar frente al mar, en enclaves donde la cocina costera se integra de manera natural con el paisaje. Allí, el pescado fresco, las recetas de estación y las parrillas sobre la arena permiten disfrutar de una gastronomía en la que el entorno es parte del sabor. Si el camino avanza hacia Montevideo, la capital ofrece otro ritmo: mercados tradicionales, cocinas de autor, espacios que recuperan viejas casonas de barrio y una escena creativa que mezcla técnicas sudamericanas, influencias globales y la identidad propia de la ciudad.
Más al este, Punta del Este suma a su estilo de vida costero una cocina marcada por la pesca sostenible y por proyectos familiares que llevan décadas trabajando productos locales. Cada restaurante refleja, a su modo, la conexión entre mar, técnica y tradición. Y hacia el oeste, Colonia abre la puerta a otro tipo de experiencia: la Ruta del Queso. Allí, pequeñas chacras en Nueva Helvecia, Colonia Valdense y La Paz mantienen vivas técnicas centenarias traídas por colonos europeos. Degustaciones artesanales, dulces caseros y el emblemático Queso Colonia permiten un encuentro directo con la historia rural del departamento.
El recorrido continúa entre viñedos. Uruguay cuenta con siete regiones enoturísticas que combinan bodegas familiares, proyectos innovadores y hospedajes entre viñas. El Tannat —su cepa insignia— invita a comprender la identidad vitivinícola del país, al tiempo que cada región propone experiencias singulares entre paisajes rurales y hospitalidad cercana.
Hacia Rocha, la gastronomía vuelve a encontrarse con el océano. La Ruta del Marisco recupera el espíritu de la pesca artesanal: camarones, moluscos y ostras frescas que reflejan la vida marítima local. En Maldonado, la Ruta del Cordero Uruguayo pone en valor una tradición asociada al campo, con platos que conservan técnicas ancestrales y propuestas contemporáneas que dialogan con el territorio. Más hacia el interior, la Ruta del Aceite de Oliva muestra la expansión de la industria olivícola uruguaya, con almazaras y emprendimientos familiares que invitan a conocer el proceso y degustar aceites de calidad en entornos rurales.
A este conjunto de experiencias se suman los mercados y ferias gastronómicas que crecieron en los últimos años, como Degusto o Garage Gourmet. Estos espacios permiten conectar a productores emergentes con viajeros y consolidan una identidad culinaria que combina herencia local con influencias europeas, latinoamericanas y japonesas. La curiosidad de los consumidores, el surgimiento de nuevos talentos y el desarrollo de escuelas de cocina fortalecen una gastronomía abierta, diversa y en constante movimiento.
Y como frutilla del postre, este recorrido ya comenzó a reflejarse en la escena internacional. En las últimas ediciones de Latin America’s 50 Best Restaurants, varios restaurantes uruguayos fueron destacados entre los mejores de la región, un reconocimiento que confirma una tendencia que ya se vive en el territorio: Uruguay sorprende. Y su gastronomía, cada vez más, invita a viajar para descubrirla.

