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Oficinas saludables inclusivas

Por Ing. Andrea Jatar, es Directora Ejecutiva de de la Olla – Best for The World 2018 – www.delaolla.com.ar – @delaollasaludable

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Una vez alguien me dijo: “una cocina inclusiva ¿qué será?” Para mí, “de la Olla” es el lugar donde se cocinan los sueños juntos con las comidas. Es arte volátil: se crea una obra que dura un rato, pero el proceso es perfumado, colorido, crujiente, caluroso y hasta peligroso si no se usan bien las ollas y los cuchillos. Es trabajo en equipo, poner las manos en la masa, y “jugar” con agua y jabón. Es reírse y ayudar. Es picar cebollas hasta decir basta, hacer pilas y pilas de milanesas, kilos y kilos de ñoquis, montones de galletitas y todo lo que la abuela hacía, pero para un batallón. Para hacer todo eso se necesita pasión (y conocimientos), pero fundamentalmente tener la capacidad de picar, guisar, hornear y controlar que nuestras delicias sean perfectas. Y quien ama la cocina sabe que no hay nada que te impida elaborar platos con todos los recaudos de las buenas prácticas de higiene y manipulación de los alimentos. Podés ser hipoacúsico, tener Aspberger, Síndrome de Down, no caminar, una visión disminuída, haber estado en la cárcel y muchas cosas más que hacen que a las personas no se las valore por lo que son capaces de hacer. Y de formar un buen equipo gastronómico. Eso habla de la capacidad de encajar como en un rompecabezas, y sucede en la cocina como en cualquier oficina.

Cualquier individuo tiene sus habilidades. También hay tareas que jamás puede hacer bien. Las mejorará, pero nunca les saldrá tan bien como a quien las traiga innatas. Con las personas vulnerables sucede lo mismo, la única diferencia es que son ellas mismas quienes te van guiando para que derribes todos los mitos y tabúes que tenés respecto de su vulnerabildad. Perdón, somos nosotros mismos, lo digo por experiencia propia. A veces nos sorprendemos derribando nuestras propias barreras, como me sucedió a mí, que gracias a los avances en tecnología para hipoacúsicos, pude empezar a comunicarme efectivamente por teléfono, tener clientes en otros países y liderar equipos en otras ciudades. Porque nuestra historia y nuestra condición es única. Te aseguro que cuando todos los integrantes del equipo se abren y derriban tabúes, salen más que fortalecidos, se inspiran, se admiran mutuamente, se sostienen y se contienen. Como equipo, es invencible.

Vayamos a los números. En la Argentina hay más de 4 millones de personas con discapacidad, cerca de 4000 liberadas por año (o sea, que estuvieron presas y cumplieron su condena) y 8100 que están sometidas al proceso penal pero estarían en condiciones de trabajar en empresas. También lainclusión abarca la comunidad LGBTTTIQ (lesbianas, homosexuales, bisexuales, travestis, transgénero, transexual, intersexual y queer) y todos aquellos grupos que por alguna razón están fuera del sistema y de nuestros estándares, y que hoy no están explícitos en esta nota. Hablamos de personas con vida como cualquier otra, con habilidades y emociones, ávidas de mostrar que se puede, sedientas de socialización, imperfectas como todo el mundo. No encajamos en los estereotipos con los que crecemos, así y todo somos capaces de hacer grandes y pequeñas cosas. Como cualquiera.

Sumemos y vayamos sumando un buen número de vulnerables a nuestro día a día. A veces es difícil incorporar a un excluido en la empresa. Hay tabúes, desconocimiento, miedos. Cómo lo trato, qué le digo, qué pasa si no funciona, si se adaptará al rol, si las instalaciones están preparadas, si estará capacitado, si me dará miedo decirle que no es el perfil para el rol, etc etc. Un sinfín de dudas que se empiezan a caer de maduras cuando la persona se integra.Es probable que haya que hacer ajustes en los procesos y/o en las instalaciones. Hay quienes crearon programas de integración y los comparten, como “Sin Barreras” de Accenture o “C.R.E.E.R” de CookMaster. Varias forman parte del Club de Empresas Comprometidas (en el caso de la discapacidad). O se acercan al Patronato de Liberados para cubrir oportunidades laborales con compromiso. Porque tené en cuenta que un liberado que trabaja en blanco es un delincuente menos en la sociedad. Un discapacitado que trabaja es una carga menos para la familia y un orgullo para sí mismo, habla de lo que se puede. Una persona LGBTTTIQ que trabaja, logra aceptarse con dignidad y abrirnos la cabeza, porque todos somos únicos, los estándares no existen, en la naturaleza abundan ejemplos de animales y plantas con diferentes orientaciones sexuales o expresiones de género. La vida es miscelánea, nosotros también, por eso la diversidad hace a la riqueza.

Otra alternativa para integrar a los diferentes colectivos es hacer compras inclusivas, o sea, contratar empresas de productos o servicios que tengan poblaciones vulnerablesen su staff. Puede ser una empresa con impacto social o una ONG, da lo mismo. Lo importante es generar oportunidades de desarrollo profesional, directa o indirectamente. Eso nutre a todas las personas, las sensibiliza, las hace crecer, las emociona y saca lo mejor de cada una.

Con inclusión, la oficina es más saludable.