Del por qué las abuelas se olvidaban tranquilas la olla en el fuego


Por Andrea Jatar, creadora De la Olla, www.delaolla.com.

Las abuelas inmigrantes se especializaban en tentarnos durante horas con los aromas que emanaban de la cocina, en verano, en invierno y en cualquier estación. Eran expertas en olvidarse la olla al fuego, y cuando ya nuestros sentidos estaban famélicos y deseosos de probar algún bocado (anqué, de comernos la olla entera), la abuela aflojaba un poco y nos premiaba con una rodaja de pan bajo una cucharada de lo que se estaba gestando. Así, como para paliar la tentación y a su vez avivar el deseo de disfrutar ya de ese manjar que nos atosigaba. Sin saberlo, hacían un marketing genial, salvo cuando en la olla  había coliflor, que, si se olvidaban de poner la bolsita de ajedrea o las cáscaras de naranjas al fuego, el perfume pasaba a ser tortuoso.

En mi familia todas las mujeres eran duchas cocineras y marketineras sutiles. Sólo conocí a una de mis abuelas de sangre, pero mis tías, y tenía unas cuantas de parte de madre y otras tantas de padre, se encargaban de seguir las enseñanzas culinarias de sus madres. En especial recuerdo dos: la tía Adela y la tía Cata. Ambas, cada cual a su manera, nos preparaban los fideos con tuco  (digamos, una excelente bolognesa) cada domingo. Desde que llegábamos a sus casas tipo 11 de la mañana ya pedíamos probar el pancito con salsa y queso rallado. Claro, la casa entera olía a la salsa que se estaba gestando desde hacía un par de horas en la hornalla. Tan natural era para mí que una cocina anduviera perfumada anunciando el menú, que hace poco me empecé a preguntar el por qué de tal hábito. ¿Era que se olvidaban haciendo otras tareas y, para que no se queme el estofado, le ponían agua y listo, alguna vez lo apagaremos y ya está? ¿Era que temían que quedase crudo y para no enfermarnos por alguna bacteria resistente lo dejaban ahí, ebulliendo y aromatizando? ¿Era porque sí, porque copiaban lo que vieron de sus mamás? Probablemente fuera esto último, pues hace 40 años atrás poco se conocía sobre las enfermedades transmitidas por los alimentos, pero la humanidad, a costa de prueba y error, aprendió que el fuego mata lo malo, que a su vez, por dejarlo cocer en paz y tranquilidad durante un periodo extenso de tiempo, resultaba en una amalgama de sabores y texturas increíbles, tiernizando hasta lo imposible en épocas de escasez alimentaria causadas por las guerras. Así podían nutrirse con cortes baratos de carnes, con las verduras más duras y con lo poco que se podía conseguir. Mientras hubiera agua y fuego, se hacía magia para disfrutar del alimento disponible. Sin saberlo eran expertas en carnes tiernas, salsas suntuosas, guisos nutritivos,  estofados deliciosos, potajes del cielo. La cocina es un antro en el cual el tiempo es un ingrediente primordial cuando de comidas de olla se trata. Y la pasión es el otro.

El guiso de legumbres también entra en ese rubro. El rito empieza desde la noche anterior, cuando se pone en remojo la lenteja, el poroto, el garbanzo, las habas, las arvejas secas… en fin, lo que se va a disfrutar al día siguiente. Desde ese momento la olla anuncia que va a haber fuego por largo tiempo. A calentar las manos en un día frío, y el alma con el potaje que se consiga. Mágico e increíble.

Cuánto se extraña hoy día a las abuelas que se olvidaban la olla al fuego. Para rememorar un poquito, va una rica receta de legumbres árabes: el Myaddara.

Ingredientes

– 250 gramos de lentejas secas

– 30 gramos de arroz blanco o fideos municiones

– 2 cebollas picada finas

– 2 cucharadas de aceite de oliva

– 1 cucharadita de menta seca

– Sal y Pimienta a gusto

Preparación

1) Lavar y remojar las lentejas en agua fría unas 6 u 8 horas.

2) Ponerlas a fuego bajo en una olla destapada, manteniendo siempre el nivel del agua a 1 centímetro por sobre la legumbre. Cuando se ve que va bajando el líquido, agregarle siempre agua hirviendo para no cortar la cocción. Luego de un par de horas, las lentejas deberían estar tiernas.

3) Dorar la cebolla en el aceite de oliva. Agregarle el arroz o los fideos y transparentar.

4) Añadir el salteado previo a la olla de lentejas, salpimentar a gusto, agregarle la menta y continuar la cocción hasta que el arroz o la pasta estén al dente.

5) Servir caliente y disfrutar con aceitunas griegas, hojas de lechuga, pepinos o zanahorias cortados.