Una estela blanca se recuesta sobre la cordillera como si el invierno hubiera decidido bordar su propia obra maestra. En la Patagonia, donde los paisajes conversan en voz baja con el viento y la naturaleza parece ensayar coreografías de asombro, hay un rincón que cada temporada vuelve a hacerse presente como una promesa. Allí, donde la montaña y el bosque confluyen con un trazo de elegancia, Cerro Bayo da la bienvenida al invierno con una propuesta que trasciende el esquí y se transforma en experiencia.
A medida que las vacaciones escolares dibujan sus propios itinerarios en todo el país, Villa La Angostura se convierte en refugio de viajeros que buscan algo más que nieve: buscan vivencias. En el corazón de este enclave, el centro de esquí boutique —fiel a su espíritu de montaña íntima, sofisticada y amigable— despliega una temporada diseñada para todos los que aman el invierno en su versión más memorable. Porque aquí no se trata solo de deslizarse por la pendiente: es también una manera de detener el tiempo.
El lenguaje de la nieve
Desde el 7 de junio, cuando la montaña abrió sus puertas a peatones, hasta la reciente habilitación de pistas para todos los niveles, el cerro se prepara para un invierno vibrante. Las primeras huellas de la temporada se posan sobre un manto blanco que no discrimina. Cerro Bayo ratifica su identidad: una montaña que abraza, contiene y acompaña.
El esquí adaptado se presenta como una de las expresiones más puras de este espíritu. Instructores especialmente entrenados, equipamiento específico y el convencimiento de que la aventura no tiene límites físicos construyen una propuesta verdaderamente inclusiva. En paralelo, la escuela de esquí y snowboard entrena a los primeros deslizadores con paciencia de montaña, mientras que tubing, raquetas, trineos y paseos panorámicos amplían el abanico de emociones.
Los más chicos, a su vez, encuentran en el Club Infantil y la guardería Montessori no solo un espacio seguro, sino un universo de juegos donde la nieve se vuelve compañera de fantasías. Todo está pensado para que la experiencia no dependa del esquí, sino de la conexión con el entorno.
Los sabores también encuentran su lugar entre las cumbres. Paradores como Snow House, Oso Café, Tronador, Mil Quinientos y El Capricho despliegan una carta que es puro paisaje en el paladar. Cada bocado cuenta su propia historia de montaña: ahumados, fuegos lentos, aromas intensos y una invitación a detenerse, respirar, mirar.
El arte de vivir la montaña
Pero el invierno en Cerro Bayo no es solo deporte y gastronomía: es también un escenario vivo. A lo largo de julio, agosto y septiembre, la montaña se convierte en anfitriona de experiencias que combinan la belleza natural con la cultura, la adrenalina y el encuentro.
Una de las citas más esperadas es la Bajada de Antorchas. Esquiadores expertos descienden al anochecer con fuego en las manos. La imagen —más propia de una leyenda que de una postal— transforma la nieve en un lienzo donde la luz dibuja poesía. La jornada cierra con música en vivo y una selección de sabores regionales que encienden el alma.
El ciclo Amex Apres Ski propone otra forma de habitar la montaña. Música, ambientaciones cuidadosamente diseñadas y propuestas gastronómicas pensadas para compartir, invitan a extender la jornada después de esquiar. Es un momento para brindar, relajarse y celebrar el invierno en comunidad.
Para los amantes del deporte en su versión más audaz, llegan dos citas imperdibles. El Freeride Junior de Volcom, que el 2 de agosto reunirá a jóvenes talentos de Bariloche, San Martín y Angostura. Y el Freeride Sudamérica, del 6 al 10, donde los mejores atletas del continente competirán por un lugar en los Challengers 2026. Técnica, valentía y espíritu montañés confluyen en una competencia que no solo premia la destreza, sino también la conexión con la montaña.
Como si la nieve tuviera apetito, “Sabores que Unen” llega para maridar lo natural con lo extraordinario. Del 6 al 8 de agosto, chefs con estrellas Michelin y cocineros locales compartirán cocina en escenarios que son en sí mismos una obra de arte. La propuesta, curada por Gonzalo Aramburu, es una declaración de principios: el buen gusto también se encuentra entre los cerros.
Y para quienes todavía creen que el invierno no tiene sorpresas, el Rugby Xtreme desafía lo previsible. En su vigésimo aniversario, este torneo —el único en Sudamérica que se juega sobre nieve— vuelve a probar que el deporte también sabe de locuras hermosas.
Una montaña que respira futuro
La belleza no es suficiente. Cerro Bayo hace tiempo entendió que para habitar el presente, hay que pensar en el futuro. Por eso fue el primer centro de esquí de Latinoamérica en certificar su sistema de gestión ambiental bajo la norma IRAM ISO 14001. Esa insignia no se lleva en la solapa, sino en cada gesto: en la forma de operar, en cómo se cuidan los recursos, en la manera en que la naturaleza no se interviene, sino que se respeta.
En tiempos donde los viajes ya no se planifican solo por destino sino por sentido, esta montaña patagónica ofrece una combinación perfecta: servicios de excelencia, entorno cuidado y experiencias con propósito.
A quienes lleguen este invierno, la montaña les reserva mucho más que nieve: les espera un modo de estar. De mirar el mundo desde otro ángulo. De entender que a veces la felicidad se mide en la cantidad de silencio blanco que somos capaces de abrazar.
Porque Cerro Bayo no es solo una temporada. Es un ritual. Uno que empieza con una huella sobre la nieve y termina con un recuerdo eterno en la memoria.