El arte de lo efímero, ¡gracias a Dios!

Por Flavia Tomaello, https://flaviatomaello.blog/, Instagram @flavia.tomaello

La gran Marta Minujín nos zambulló a pleno en la tendencia y hoy manejamos con libertad las instalaciones o los actos de arte. La pastelería, con pasión y técnica, le sigue los pasos. Aquí la platense Florencia Conconi relata cómo las pinceladas de color y el cincel del pastillaje llgaron a su vida.

Tiene 32 años, amaviajar y la vida foodie, de hecho planifica las cosas que va a comer en cada país al que va, antes que los sitios a visitar en el destino. Esté en pareja con Patricio hace 10 años (casada hace 2). «Patricio -dice Florencia – es un santo que me banca en todas mis locuras y proyectos, incluso cuando quise renunciar a mi trabajo y tuvimos que ajustarnos a vivir con un salario menos». El emprendimiento también lo cambió a él, y ahora se encuentra frecuentemente en roles de chofer, cadete, lavaplatos y hasta está diseñando la nueva web. «Ama la comida tanto como yo -sige-, pero con el enorme problema de que no le gustan las cosas dulces! Así que por él tuve que aprender a cocinar comida salada, y me encanta hacerle sus comidas favoritas».
Completó en Gato Dumas la Formación Profesional en Pastelería y Panadería en 2017 y el Post-título en Pastelería y Panaderia. Finalizó un programa de mentorías con una emprendedora pastelera de Gran Bretaña. Está aprendiendo fotografía, y pronto va a iniciar un blog y un canal de youtube, para lo cual también se está preparando.

– Cómo llegás a tu emprendimiento?
Siempre me encantó cocinar, especialmente cosas dulces. Mi mamá es también (entre muchas otras cosas) repostera y siempre hizo unas tortas maravillosas. Desde chica me encantaba trabajar con ella, ayudarla en todo lo que me dejaba, y crecí amando la pastelería.
Después del colegio, empecé abogacía y luego me pasé a Relaciones Internacionales, mudándomede La Plata a Capital para vivir sola. Siempre la pastelería fue mi hobby y soñaba, cuando tuviera independencia económica o al jubilarme, abrir una pastelería y hacer lo que me gustaba sin preocuparme por nada. A veces me sentía culpable de tener más interés en la pastelería que en mi “carrera de verdad”. Si entraba a una librería, mis compañeros de la UADE iban a los libros de política y yo a los de cocina, y sentía que fallaba por no tener ese interés.
Terminé trabajando en la Embajada de Australia por 7 años, un trabajo que me daba seguridad financiera y tranquilidad, pero al pasar unos años no me generaba felicidad. Tenía unas compañeras de trabajo maravillosas, y ya sabía hacer mis tareas, entonces no tenía presiones que me invitaran a irme.
Me anoté en el Gato Dumas para estudiar Pastelería y Panadería casi de forma impulsiva. En medio de todo esto, con Patricio decidimos casarnos y yo quise hacer nuestra mesa dulce (la torta la hizo mi mamá) para que fuera todo exacto como lo queríamos. Ese proceso me mostró que me encantaba la pastelería de casamientos, y me inspiró a poner foco en eso cuando finalmente decidí dejar la embajada y emprender full time.
Renunciar fue super difícil. No sólo renunciaba al ingreso fijo y la seguridad laboral, sino que el peso de mi propio éxito o fracaso pasaba a estar 100% en mis manos, ¡y eso da muchísimo miedo! Sin darme cuenta en el momento, también estaba dejando atrás otras cosas menos tangibles pero a las que estaba acostumbrada, como tener compañeros de trabajo, una rutina estable, alguien que te marque qué hacer en cada momento, objetivos claros ya fijados por alguien externo. Al final, estas son las cosas a las que más me cuesta aún acostumbrarme.
Todavía no siento que mi emprendimiento esté totalmente claro, siento que estoy creciendo y aprendiendo a emprender cuando trabajé en relación de dependencia toda mi vida laboral. Pero ya llegué al punto en que me doy cuenta que si soy emprendedora, no solamente una pastelera, sino una pastelera que emprende y que tiene que hacerse cargo de su negocio.

– Cuál es el primer recuerdo que tenés vinculado a la cocina?
– Tengo pésima memoria, así que no sé cuál es mi primer recuerdo. Pero sí tengo presente el ayudar a mi abuela a hacer paella, en la casa de Mar del Plata donde junté miles de recuerdos felices. Ella me explicaba cada paso como para que se me grabara, y yo le alcanzaba los ingredientes, y me paraba en una silla para llegar a ver sobre la mesada. Nos reíamos porque a las dos nos encantaban los “bichos” de mar y le agregábamos mucho más de lo que la receta indicaba. Lo mejor era que lo preparábamos para los amigos que venían de visita, y para mi abuela recibir amigos era un arte. Con mi abuela siempre tuvimos mucha complicidad con la comida. Ella me esperaba después del colegio con mis comidas favoritas como lomo al champiñón, paella, humita y mousse de chocolate y limón. Cuando empecé a trabajar en Buenos Aires, aún viviendo en La Plata, antes de ir a la terminal muchas veces pasaba por su casa y ella me tenía lista la vianda con entrada, plato principal y postre. Era su forma de hacerme un mimo.
También recuerdo que mamá nos compró un libro de Ketty de Pirolo y Daniel Lomazzo que era de cocina para chicos. A mí me fascinaba y lo leía constantemente. Con una de mis hermanas, Adriana, en particular, ya lo teníamos gastado de tanto agarrarlo para hacer las recetas. Siempre que había un cumpleaños o reunión familiar le pedíamos a mamá que nos dejara hacer algo del libro, porque queríamos también contribuir a la mesa con algo hecho por nosotras.
De ahí viene, creo, este amor por cocinar para otros. Porque para mi lo maravilloso de la cocina y la pastelería es cocinar cosas que le traen un momento de felicidad a otra persona, lo acompañan en momentos especiales, o crean un lindo recuerdo. Cocinar para otro es una forma de entregar un poquito de uno también.

– Qué se comía en tu casa cuando eras chica?
En casa somos 6 hijos, entonces las comidas siempre fueron sencillas y prácticas. Mi mamá siempre estuvo muy preocupada con que comamos sano, eso era lo más importante. Entonces comíamos muchas verduras y frutas, churrasco, pollo al horno, tartas de verduras. La gaseosa (siempre rebajada con agua!!) o cosas como huevos fritos, eran algo excepcional de fin de semana. Eso si! Siempre había algo de postre, ya sea los bordes de la fuente de brownies que mamá había hecho para un pedido, o una tapita de alfajor con dulce de leche. Somos todos muy dulceros en casa y nos encantaba comer una cosita dulce al final.

– Qué alimetnos odiabas entonces?
No soy de odiar ningún alimento, ni de chica ni ahora. Lo único que no me gustó jamás es la mayonesa y la zanahoria, pero son cosas que prefiero no comer, no que odio.
Por el contrario, siempre fui una nena “rara” porque desde muy chica pedía repollitos de Bruselas, brócoli, productos de mar, comidas que la mayoría de los chicos no quieren comer.

– Cómo definirías tu pastelería?
Mi pastelería es, sobre todas las cosas, rica y con foco en sabores genuinos (no tapados por azúcar). Me gusta usar chocolates buenos, combinar sabores de maneras que sorprendan e incorporar pastelería de diversas culturas que voy aprendiendo cuando viajo.
No me gusta limitarme a la pastelería de una sola cultura, porque pienso que todos los países tienen cosas interesantes que quiero hacer. Me gustaría traer nuevamente el mazapán a la pastelería argentina, que recuerdo que era más frecuente cuando era chica y lo amo, pero desapareció.
Asimismo, siempre quiero que mis presentaciones sean elegantes y modernas. Estoy atenta a las tendencias internacionales, pero nunca quiero caer en modas que ahora pueden estar muy vistas pero en un tiempo pueden ser consideradas poco elegantes. Especialmente soy cuidadosa de esto en las tortas de casamiento, porque no quiero que en 10 años mis clientes vean sus fotos y se arrepientan de la torta que les hice.
Disfruto las tortas de casamiento, que me permiten ser creativa y hacer un diseño único para cada pareja, y también porque me encanta ser testigo de los días más especiales de las vidas de mis clientes.
En pocas palabras, mi pastelería es elegante, moderna y gustosa.

– Por qué, además, enseñar?
Me sale natural enseñar.
Siempre se me dio bien explicar las cosas, y no está en mi guardarme algo que aprendí. Ahora de adulta, y especialmente como emprendedora, analizo la cuestión de compartir información también como una cuestión de generación de comunidad, de networking. Constantemente otras pasteleras me contactan para consultarme algo de una receta, de proveedores o de sus experiencias, y está genial poder vincularse con la gente desde una apertura y querer compartir, en lugar de pensar que somos especiales por guardarnos alguna información.
En 2018 también inicié algunas clases con chicos, y es algo que me encantó y me dejó con ganas de más. Y eso que yo me canso rápido con los chicos! Pero dando clase y viendo cómo estaban abiertos y dispuestos a aprender, a arriesgarse, a hacer algo nuevo y tal vez equivocarse, me encantó. Los chicos son muy transparentes con sus emociones, y ver lo felices que estaban cuando lograban hacer la torta o decorar un cupcake, y el orgullo con que se lo mostraban a sus padres, fue maravilloso.

– Cómo surgió la idea de la granola premium?
Surge de que es casi imposible hacerle regalos a mi papá… Pero hace unos años comenzó su rutina de desayunar y merendar sano, con yogur casero que hace mamá siempre y granola. Las compra y luego les agrega almendras porque las granolas comerciales nunca tienen suficientes frutos secos. Entonces comencé a hacer para él para regalarle para las fiestas, o el día del padre, granola super rica y con muchas muchas almendras, para que no tenga que agregarle. Le encantó y comencé a hacerla regularmente, y luego la incorporé yo también. Cuando la llevé al trabajo para desayunar, la conocieron mis compañeros y siempre me decían que tenía que venderla, con lo cual al irme de la embajada comencé a venderla porque ya tenía creado un mercado sin querer.
Yo cocino la granola con los frutos secos, que aportan sus aceites naturales y aroma a la receta, tiene menos de 5% de azúcar (cuando muchas tienen al azúcar como principal ingrediente) y le pongo coco en escamas y mucha variedad de semillas. La hago tostada, lo cual genera una nota olfativa genial y hace que se mantenga por más tiempo. Por eso, y el porcentaje de frutos secos que lleva, es premium. Obvio, a mi papá se la sigo regalando!