El patio granadino

Por Flavia Tomaello, https://flaviatomaello.blog/, Instagram @flavia.tomaello

A pasos de todo, con la calma del escondite, el rumor del agua y la brisa de descanso cobijan un rinconcito a los pies de la Alhambra.

Granada es una ciudad de enorme riqueza artística, histórica y monumental que ofrece una amplia gama de actividades culturales, de fiestas y tradiciones. Cuenta con teatros, museos y espacios culturales que la sitúan entra las primeras capitales de España.
Posee una de las estaciones de esquí más importantes de España, Sierra Nevada, a tan solo 32 km del centro. Y en sus calles se respira la más honda tradición andaluza, el alegre y amable carácter de sus gentes y el arte del buen vivir y el buen comer. La gastronomía granadina se caracteriza por un amplio abanico de sabores y por la riqueza y variedad de sus preparaciones, en las que las típicas tapas tienen un peso importante. Gazpachos, tortillas, migas o pipirrana son sólo algunos de los platos más famosos de la gastronomía de la zona, que reúne lo mejor de la dieta mediterránea con algunas influencias de su pasado árabe.
Esta riqueza y variedad hace que las terrazas, los bares de tapas y los restaurantes sean, por sí solos, uno de los atractivos turísticos de la ciudad, que cuenta también con una rica oferta de establecimientos dedicados a la cocina nacional e internacional.

Llegar a casa
El ajetreado barrio Albaicín tintinea su premura. A unos pasos de la Plaza Nueva, con gran cantidad de cafés, vida en las calles, tiendas y calles laterales que explorar y de la mayoría de los sitios de interés, el encanto imprevisto y acogedor de esta propiedad palacio familiar devuelve el tiempo en que Granada era otra cosa.
El Hotel Casa 1800 Granada es un hotel con encanto situado en uno de los rincones más privilegiados de la ciudad y a los pies de la Alhambra. Esta pripuesta boutique ubicado en la que fue la Casa de los Migueletes, un edificio del siglo XVI con reformas posteriores, cuyo nombre hace referencia a su pasado uso como cuartel de milicia. Una sencilla portada de sillar rústico almohadillado da paso a un largo zaguán, interrumpido por un pequeño patio, que permite acceder al principal, porticado en tres de sus lados. En éste destacan las zapatas de acanto sostenidas por columnas toscanas de piedra en la planta baja, y jónicas de madera en la galería superior. La caja de escalera se cubre con bóveda barroca encamonada. Una sala del primer piso se cubre con armadura morisca. El conjunto destaca por la integración de elementos clasicistas y mudéjares.
En la calle de Benalúa los Migueletes tuvieron su finca nobiliaria, a la vera de la  Cuesta de los Aceituneros y de las calles del Aire y de la    Penitencia.   Debio tener un hechizo irresisrible aquel Albayzin del siglo XVI, época en que los  señores de Benalúa tuvieron el buen gusto de sentar su casona solariega  en este sitio,que empezaba a poblarse de los  cármenes que luego alcanzarian celebridad literaria merecida. Aquel Albayzin fue el que maravilló al poeta Luis de Gongora, quien desde las  ventanas del Generalife, quedó tan impresionado con la perpectiva del barrio que dedico un bello romance en 1588. Era el  Albayzin concurrido por genoveses y venecianos, atraídos al reclamo del buen negocio de la seda. El Albayzin que hacia decir a Bermúdez de Pedrasa: ”la ameneidad del sitio, la frescura del rio, los saltos de las fuentes, el ruido del agua, el cantar de los ruiseñores y los saludables y suaves aires han sido reunidos para creer aquí el Paraíso Terrenal, si los cosmógrafos lo describieran como en  Asia… y si la casa está indisolublemente unida al nombre de los Migueletes, éstos se hallan igualmente vinculados a la vigilancia de caminos y la lucha contra el bandidaje.
Es en ese sitio con encanto donde lujo, espacio y señorío describen a la perfección a este hotel. Un espacio creado para dejarse envolver por una sensación única disfrutando de las vistas a la Alhambra que ofrecem unas cuantas de sus suites. Con el confort de vanguardia, pero una gran sabiduría para dejar los rastros de la historia que reintroducen al viajero en un espíritu atemporal que la ciudad exhibe con carisma.