,

La adaptación escolar que todos debimos atravesar

Por Jennifer Jarak, Fundadora y Directora de Acciona por la Inclusión, www.accionainclusion.com
La pandemia alrededor del coronavirus aceleró un proceso que, de todas formas, se esperaba que ocurriese dentro de algunos años: la posibilidad de contar con una educación a distancia. De un día para el otro las cuarentenas y los aislamientos sugeridos en todo el mundo generaron que millones de alumnos y docentes debieran adaptarse a una forma diferente de estudio.
¿Cuántos se dan realmente cuenta del potencial desconocido de educación y aprendizaje que desarrollaron casi de inmediato en medio de una circunstancia inimaginable?
El aula tradicional, con un docente frente a los alumnos, se reemplazó por herramientas
de videollamada como Zoom o Google Meet, en las que cada chico desde su hogar puede elegir si ve solo a quien habla o a todos sus pares, atendiendo diversos y particulares protocolos que dicta la escuela o el docente, además de las peculiaridades de la propia tecnología: pantallas prendidas o apagadas, micrófonos abiertos o silenciados, permiso para hablar o poder participar espontáneamente, prestar atención o distraerse con otro dispositivo
que tengan a mano… El aula virtual aporta más variedad y estímulos que el aula física.
Los docentes comenzaron a ejercer mayor empatía. Comprendieron que algunos alumnos no quieren mostrar su hogar o que no disponen de dispositivos a la hora necesaria. En otros
casos, deben utilizar teléfonos, tablets o computadoras con problemas de funcionamiento
(cámaras o micrófonos que no andan, por ejemplo). A esto se suma el nivel de fluidez, que puede ser interrumpido por un débil nivel de conectividad, un elemento completamente ajeno a todos los participantes del encuentro virtual.
La creatividad es un aspecto que aparece para mantener la atención de alumnos y llegar
a cada uno según su nivel de accesibilidad digital (sincrónica o asincrónica). Vemos plataformas virtuales para dar contenidos, compartir actividades de aprendizaje y otorgar
tareas como Edmodo, Nearpod, Google Classroom o Education.com, y fomentar el uso
de otras tantas herramientas antes reservadas para la educación superior o ámbitos laborales, como las que permiten armar mapas visuales o infografías.
Los cambios son muchos y muy profundos.
Y resulta muy valioso que todos quienes somos impactados podamos evaluar algunos
aspectos y preguntarnos: ¿Cómo me estoy llevando con este nuevo esquema? ¿Qué me
resulta fácil y qué difícil? ¿Cómo estoy pidiendo ayuda? ¿De qué me di cuenta en este proceso? ¿Qué estoy aprendiendo?
El nuevo escenario resultó, y en muchos casos aún resulta, hostil e incómodo para cada una
de las partes -escuelas, docentes, alumnos y familias- que debieron atravesar un proceso de
adaptación inmediata de la escuela dentro de casa, en simultáneo con las tareas del hogar, la incertidumbre sobre el futuro y un sube y baja de emociones, propios de la situación, que van del optimismo al miedo. Se hizo necesario comprender y potenciar nuestro rol dentro del nuevo esquema escolar.
Surgieron en este contexto alumnos empoderados, docentes empáticos y una visualización del gran esfuerzo de ambas partes por generar conexiones estables en todo sentido (digital, vincular y emocional).
Todos conceptos sobre los cuales las familias con hijos con discapacidad o adaptación curricular en la escuela común trabajan desde hace tiempo y que hoy se hacen visibles.
Los alumnos con discapacidad incluidos en la escuela común generalmente presentan una
adaptación de contenidos, de carga horaria o de metodología de estudio. También cuentan
con un profesional de apoyo que forma parte de un equipo externo a la escuela.
Es lógico que se recomiende trabajar mancomunadamente entre escuela, equipo y familia para el éxito de la inclusión escolar, que no es otra cosa que atender y potenciar la singularidad de cada alumno para lograr su inserción grupal y celebrar la diversidad áulica.
Para incluir es necesario comprender y aceptar la diversidad. El mundo es diverso. Los alumnos también lo son, al igual que la forma de llegar a ellos. La inclusión, que debe contemplar el ámbito social y no abocarse únicamente a lo pedagógico. Se visualiza como una oportunidad para fomentar la creatividad a la hora de armar el plan de estudios o las
actividades de una materia que llegue a cada uno de los destinatarios para su particular
decodificación.
En el aula presencial queda mucho por hacer y por aprender. Los desafíos se multiplican
cuando se trata del mundo digital.
Desde Acciona desarrollamos una serie de recomendaciones para que alumnos
con inclusión o adaptación curricular puedan transitar este nuevo contexto de la mejor
manera posible. Se trata de consejos útiles no solo para los tiempos de pandemia, sino
también para una nueva normalidad en la que se prevé que continúe la consolidación
de algunos modelos de educación a distancia.