La belleza: una cuestión de actitud

Por Natalia Gitelman, socia de DatosClaros (www.datosclaros.com)

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FOTO LORENA LUCCA

Nuevos paradigmas emergen para la mujer argentina, que considera en estos tiempos que “belleza” es sinónimo de “estar bien con una misma”. Esta fue una de las principales conclusiones de una serie de focus groups realizados durante 2015 con mujeres de 25 a 45 años.
En líneas generales, las participantes apuntaron a una idea de belleza genuina, más anclada en un estado interno y actitudinal que en el “ser linda”. Durante la investigación, surgieron con frecuencia relaciones entre la belleza y la armonía, la actitud, la personalidad, la capacidad de “comerse el mundo”, el bienestar físico y espiritual o el hecho de “verse radiante”. Las pautas externas quedaron relegadas a los últimos puestos en el interés de las mujeres para considerarse lindas.
Respecto de los indicadores visibles, muchas resaltaron que valoran la piel, los ojos y fundamentalmente el cabello para “verse bien”. Sobre este último, llama la atención la intensidad del rol que juega, al punto de condicionar estados de ánimo. “Cuando tenés el pelo medio pajoso, con las puntas quebradizas, te sentís mal, y lo mismo ocurre con las canas”, se escuchó. “Si estás mal o deprimida, vas y te cortás el pelo o te cambiás el color y listo”, se enfatizó.
Los productos de belleza, según una encuesta entre mujeres de 18 a 70 años, se compran en particular en tres canales diferentes: las perfumerías (utilizadas por el 78% de las mujeres), las farmacias (46%) y los supermercados (45%). El resto de las opciones, incluyendo grandes tiendas, internet, los autoservicios y la venta directa, no supera el 5%. Si bien la compra en perfumerías domina en todos los segmentos, la elección de este canal se incrementa en las más adultas. Otra diferencia importante se presenta en la mayor preferencia de farmacias entre mujeres menores de 35 años, frente a supermercados. Mientras tanto, este canal se posiciona como la segunda opción en el tramo de los 36 a los 45 años.
La conclusión, entonces, es que la mujer argentina comenzó a transitar una era de madurez a la hora de visualizar y elaborar su propia belleza. Todo es una cuestión de actitud. Finalmente, tras muchos años de privilegiar la superficialidad, se retorna al viejo adagio de nuestras abuelas: “lo importante es lo de adentro”.