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La reflexología y sus orígenes

Por Alicia López Blanco, autora de «Mi cuerpo, mi maestro», Ed. Albatros.

Por Alicia López Blanco, Psicóloga Clínica, Reflexóloga holística y Profesora de danzas y expresión corporal. Fundó y dirigió el Instituto Argentino Holístico y el Instituto Iberoamericano de Salud Holística.

El término “reflexología” se utiliza, en general, para mencionar a toda terapéutica que basa su accionar en el estímulo de áreas o de zonas reflejas. Esto es, zonas de la piel conectadas, a distancia, con distintos órganos y/o partes del cuerpo. Estas áreas son capaces de recibir y transmitir un estímulo a aquellas partes del organismo con las cuales están comunicadas por vía nerviosa o por canales de circulación energética.

Los orígenes del tratamiento de dolencias a través de zonas reflejas se remontan a más de 5.000 años atrás, a la antigua China. Se presume que fueron los chinos los primeros en descubrir que los desequilibrios de los órganos internos podían ser influidos y curados a través del estímulo de determinadas áreas de la piel. También ellos crearon las primeras imágenes que describían el recorrido de los meridianos, las vías energéticas que circulan por el cuerpo. Este circuito con recorridos imaginarios se conoce desde siempre con el nombre de “meridianos”, por analogía con las líneas geográficas en que fue dividido el planeta Tierra. A través de ellos viajaría la energía para impregnar cada célula del organismo.

Los chinos se basaron en el supuesto de que el organismo alberga el fluido universal, chi o energía, que se mueve en un circuito determinado, semejante al sistema sanguíneo, nervioso o linfático.

Los meridianos presentan, a lo largo de la piel, puntos específicos que pueden ser estimulados de diferentes maneras. Basándose en esto desarrollaron diversas formas de masaje aplicadas con los dedos, las manos, las muñecas, los brazos, el cuerpo e incluso las rodillas.

La persona del masajista era considerada el instrumento más importante para la aplicación de los masajes ya que los chinos veían una relación directa entre la efectividad de esos masajes y la energía vital de la persona que los aplicaba. Valoraban el entrenamiento como medio para desarrollar cualidades sin las cuales un proceso terapéutico podría no ser eficaz. Se referían a que el practicante debía desarrollar fuerza y resistencia, armonizar su energía vital y aplicar ciertas normas de higiene a su vida. El pilar fundamental de estas pautas de cuidados personales era, y aún lo es en la actualidad, estimular la capacidad de relajar y contraer la musculatura, de flexibilizar y reforzar las articulaciones y de respirar de manera consciente y equilibrada.

Los chinos fueron incorporando, a lo largo de los tiempos, algunos accesorios para aplicar los masajes: cucharas de porcelana entibiadas en agua caliente, piedras afiladas, trozos de madera y posteriormente agujas de metal, preferentemente de plata u oro. Dieron origen así a la acupuntura, precursora de todas las terapias de las zonas reflejas, entre las que se ubica la reflexología de pies.

Los pies reflejan a la persona en todos sus planos: corporal, mental y espiritual. Tienen también la capacidad de expresar, a través de diversos signos, su estado energético. Cada órgano, cada parte del cuerpo, representa una calidad de energía y una forma de comportamiento que involucra a la persona entera. Del mismo modo, las áreas reflejas de los pies son espacios aptos para acceder a la persona. Al aplicar reflexología, las áreas o zonas reflejas son estimuladas mediante las manos del terapeuta sin que medien cremas, aceites o instrumentos de ninguna naturaleza. El pulgar y el índice son los que más se utilizan a la hora de aplicar las técnicas. En este encuentro piel a piel, el reflexólogo detecta más fácilmente áreas problemáticas y puede estimularlas con mayor precisión.

Esta especificación también encuentra sus raíces en la tradición china. En ella, los masajistas nunca trabajaban sobre una piel engrasada pues actúa como aislante. En la extremidad de los dedos, en las yemas, se encuentran las terminales de los meridianos yin y comienzan los meridianos yang. Según su filosofía, en estas zonas hay una inversión de la polaridad de las energías de cada uno de los meridianos. Esto determinaría una oscilación tendiente a la neutralidad, con una mayor facilidad de pasar al paciente electrones negativos en caso de exceso energético y de captar electrones positivos en el caso de carencia.

Además de los canales de circulación energética, el sistema nervioso es otra de las vías que utiliza la reflexología como vehículo del estímulo. En la corteza cerebral, los pies poseen un área de proyección refleja considerablemente mayor que la que tienen otras partes del cuerpo. A su vez, en cada pie, hay más de siete mil terminales nerviosas con extensas interconexiones a través de la médula espinal y el cerebro. La extensión de las redes nerviosas en ambas terminales, pies-cerebro, facilita la retroalimentación. Este fenómeno explicaría la enorme capacidad para captar y emitir mensajes que poseen los pies.

Actualmente, la reflexología de las áreas reflejas de los pies tiene diversas maneras de ser designada. El nombre que define más exactamente su accionar es “reflexología podal”, pero ha adoptado, en muchas partes del mundo, otras denominaciones como “reflexología”, “terapia de las zonas reflejas” o “reflexoterapia”. La reflexología se diferencia de otras formas de masaje o digitopresión por poseer sus propios mapas de pies y manos para la localización de las áreas reflejas, su particular forma de diagnosis, organización y seguimiento de los tratamientos y sus peculiares técnicas de estimulación.

Distintas líneas, distintas escuelas

La reflexología ha evolucionado desde su etapa inicial como terapia zonal hasta su actual condición en la cual la mayoría de sus practicantes centran sus tratamientos en las áreas reflejas de los pies. Sin descartar totalmente el estímulo en las manos, se ha comprobado que su aplicación en los pies proporciona una mayor y más efectiva respuesta.

Por otra parte, el desarrollo de la reflexología ha tomado diferentes carriles en lo relativo a su encuadre y filosofía. Más cerca de Oriente o de Occidente, más cerca de la mancia o de la psicología, atendiendo solo al cuerpo y sus desequilibrios o a la persona en todos sus planos. Podemos distinguir así a las reflexologías que integran a los meridianos de la medicina china en sus tratamientos de aquellas que se basan únicamente en la cartografía del cuerpo reflejado en los pies. Desde los que sostienen que en los pies pueden leer desde vidas pasadas, vida intrauterina, presente y futuro y presentan esta especialidad terapéutica como una técnica de adivinación, hasta quienes sostenemos que la lectura de pies brinda algunas pautas caracterológicas y de desequilibrios que son útiles solo para orientar al reflexólogo en su labor. Por último, las reflexologías que he dado en llamar “sintomáticas”, porque miran al cuerpo y estimulan su reequilibrio; y las de orientación holística que ven y estimulan a la persona a través de los pies.

Muchos terapeutas de diferentes especialidades utilizan la reflexología como un complemento adicional en su práctica cotidiana porque han descubierto que el agregado de algunos estímulos en los pies incrementa los resultados de su trabajo. Tal es el caso de podólogos, masoterapeutas, kinesiólogos, terapeutas en estimulación temprana, esteticistas y cosmiatras. Por otra parte, abundan también quienes, de manera más confusa, practican esta terapia en combinación con otras especialidades terapéuticas. De este modo no quedan claros ni el encuadre, ni la organización y evolución de los tratamientos.