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Pantallas y crianza: el objeto de apego

Por Flavia Tomaello, https://flaviatomaello.blog/, Instagram @flavia.tomaello

Para La Nación Revista armé un ensayo profundo con más de dos docenas de especialistas de todo el mundo, que me ayudaron a pensar las pantallas y la crianza hoy. Quedó mucho en el tintero. Aquí la versión completa de lo que charlamos con uno de los profesionales que me acompañó a reflexionar.

Agustín Valle, especialista en subjetividad mediática y comunicación, autor del libro Jamás tan cerca (Paidós)

– Cuáles son las cuestiones que más te alertan en torno a esto?
El problema es muy amplio y tiene distintos niveles. Hablar de apego compulsivo a las pantallas nombra en realidad lo más evidente del problema. Vas por la ciudad y ves a la gente manejando en auto y a la vez mirando el celular. El auto avanza y ves al o la conductora mirando la pantallita, y apenas de reojo la calle: una locura, o bien expresión cabal de la racionalidad de nuestra época. En les niñes es fácil verlo -como es fácil ver la paja en el ojo ajeno-: cómo pueden llegar a querer solo eso, solo pantalla. Pero en mí mismo y la gente grande que me rodea también se ve un socavamiento del presente, en el tironeo constante que sentimos desde el bolsillo, desde la pantallita conectiva -como si hubiera una “Actualidad” más importante, buena, bella y verdadera que nuestra presencia. Leo allí una dominación de lo abstracto, incorpóreo, sobre la materialidad sensible que somos. Y los efectos en las capacidades vinculares, y en la salud mental (depresiones, altísimos grados de estrés, pánico, etcétera), son tremendos.

– La compulsión conectiva adulta, afecta lo que producimos en los chicos? Somos nosotros los que creamos su apego a las pantallas?
Por supuesto que afecta. El humano copia y copia. Todos somos “ejemplo” para todos, y especialmente para los más chicos. “Enseñar” también significa simplemente “mostrar”. Si ven en nosotros una filtración permanente hacia las pantallas -hacia algo mediato-, ¿no van a aprender que naturalmente lo más importante y urgente es siempre algo que no está acá? Cuando papá o mamá juegan con hijito o hijita, ¿ve, la cría, que mientras tanto se nos van los ojos -se nos va la vida en cierto sentido- a esa maquinita de microeventos virtuales permanentes?

– Podrías esbozar las operaciones y movimientos que se forjan con su uso y constituyen la subjetividad de los niños y adolescentes? Qué diferencias notás frente a lo que ocurre con adultos?

Creo que los dispositivos mediáticos, en sentido amplio, borronean en ciertos sentidos las diferencias sustanciales que las instituciones modernas producían entre infantes y adultos. Nos tratan a todes como usuarios y como consumidores. Nos ofrecen entornos cada vez más “envolventes” en los que transcurrir, o mejor, permanecer. Cierto encapsulamiento -paradójicamente hiperconectivo-, el acomodamiento en la burbuja que más se ajusta a mis gustos y preferencias (“Para ti”, llama TikTok a lo que nos ofrece por default). Hay operaciones de consumo que tienen mucho de germen adictivo: siempre uno más… Más allá de esto, quizá les adolescentes se apropien y remodulen los dispositivos un poco más, menos sometidos a la automatización de conductas que su diseño prefigura; pero quizá sean palabras esperanzadas, estas, nomás.

– La tendencia a mediatizar todo, cómo se produce y qué provoca en niños y jóvenes?
Hay una tendencia a vivir y concebir la cosas como un medio para otra cosa. Los vínculos, las actividades, el tiempo, el cuerpo mismo, todo como medio-para. En vez de pensar el valor presente, el valor desde la presencia. Intensificando el presente se puede desbloquear el devenir. En cambio, la mediatización donde todo debe rendir en su tendencia a alguna instancia mediata de validación o consagración o salvación, nos aliena. Las pantallitas, en ese sentido, con todo lo que tienen de novedoso y moderno (hace poquísimos años recién que los celulares conectivos se esparcieron de este modo), heredan y actualizan, también, un linaje de siglos. Ya con el Cielo y el Espíritu teníamos algo brillante, omnisciente, incorpóreo, que mandaba sobre el cuerpo, y que exigía que el presente sea un medio para alcanzarlo, adorarlo, satisfacerlo… Entonces, la mediatización produce una dependencia a instancias externas, ajenas, y abstractas, que tienden a monopolizar la capacidad de producir intensidades deseables.
– El paralelismo con el rosario me parece perfecta. Qué hay detrás de eso de tocar sin sentido, es un objeto de apego de cierta inamadurez emocional o inseguridad?
Sí, interesante pensarlo como objeto de apego. No sería raro que en algún momento inventen algo para la angustia oral, estar chupeteando algo conectado a e interactivo con la pantalla. Como te decía recién, creo que “detrás de ese tocar sin sentido” está un modo de la subjetividad, de ser sujetos, precisamente sujetos a un más allá, con cuya conexión certificamos nuestra existencia -como si lo que realmente existe fuera esa virtualidad incorpórea, y solo su contacto nos proveyera a nosotros algo de existencia también real…

– Si pudieras dejar un mensaje a los papás, qué podrías decirnos?
No temer por demás, confiar en les pibis. Preguntarles, conversar, asumir que lo que hacen con las pantallas puede ser interesante; que vale preguntarles no desde el control sino desde una curiosidad genuina qué estuviste haciendo, mirando, y cómo es eso, y demás, tal como si salieran por la ciudad. Es decir, convertir el tiempo conectivo en una materia susceptible de ser narrada, pensada, renombrada, etc. Y, a la vez, por otro lado, también restringir (por supuesto no por completo), al menos en les chiques más chiques. Porque las pantallas logran monopolizar el deseo y el interés; hay chiques que terminan queriendo solo pantalla, y perdiendo la capacidad de divertirse e interesarse por otras cosas y otros modos, atrofiando su capacidad de crear sentido e intensidades habitables. Hay restricciones (“no, no podés ver dibus, y en este rato yo tampoco puedo jugar”) que en realidad son habilitaciones de otras cosas; cerrar un camino permite que el chico busque otros.

La nota completa en: https://www.lanacion.com.ar/la-nacion-revista/el-peligro-de-las-pantallas-como-nineras-la-cocaina-electronica-nid16102022/