Por Flavia Tomaello | flaviatomaello.blog | Instagram @flavia.tomaello
En invierno, la ciudad se repliega. Los árboles se visten de sobriedad, los pasos se hacen más firmes sobre las veredas heladas y el aire parece murmurar secretos entre bufandas. Hay algo del frío que invita a buscar refugios con alma. Buenos Aires, entonces, se deja conquistar por aromas que reconfortan, mesas bien puestas y la ceremonia de una buena comida compartida.
Es en ese contexto que Four Seasons Hotel Buenos Aires despliega una invitación cálida y elegante. Bajo el nombre de Menús Ejecutivos de Invierno, el hotel propone una experiencia que combina la excelencia de su cocina galardonada con la posibilidad de hacer una pausa en medio del ritmo diario. Tres espacios, tres propuestas, un único precio. Y la sensación de habitar, por un rato, un rincón del cielo.
Elena: elegancia sin sobresaltos
Elena no necesita presentación. El restaurante insignia del hotel ha sido distinguido por Latin America’s 50 Best Restaurants y recomendado por la Guía Michelin, y sin embargo mantiene la cercanía justa que permite disfrutar sin formalidades excesivas.
Durante la semana, de lunes a viernes de 12:30 a 15:30, ofrece un menú ejecutivo de dos pasos, con posibilidad de elegir entre entrada y principal, o principal y postre, acompañado de agua o gaseosa. En invierno, su cocina abraza los productos de estación y se transforma en un homenaje a los sabores reconfortantes: caldos ahumados, carnes que se deshacen con el tenedor, vegetales horneados, texturas que combinan lo cremoso con lo crujiente.
El salón de techos altos, con su cava vidriada y su impronta de club cosmopolita, es escenario de almuerzos que se vuelven momentos. Es ideal para una reunión con colegas, pero también para un encuentro íntimo donde el plato sea excusa de conversación. Todo bajo la dirección del Chef Ejecutivo Juan Gaffuri, que reinterpreta lo clásico con la mirada de quien cocina con oficio y sensibilidad.
Nuestro Secreto: calor de brasas, susurros entre verdes
Si uno necesitara una metáfora para describir Nuestro Secreto, probablemente sería una cabaña sofisticada en medio del bosque, aunque se encuentre en plena ciudad. Con una estructura vidriada que permite que el sol invernal se cuele entre las copas de los árboles, este restaurante esconde entre sus parrillas y maderas cálidas una de las propuestas más auténticas del hotel.
Allí, los almuerzos de invierno se sirven de miércoles a viernes, de 12:30 a 16:00, con un menú ejecutivo de dos pasos: entrada y principal o principal y postre, con agua o gaseosa incluida. La cocina a las brasas permite que los sabores se intensifiquen sin perder sutileza. Las carnes asadas conviven con vegetales de huerta grillados, y los cortes se presentan con elegancia rústica: sencillos, sabrosos, impecables.
Es un espacio perfecto para almuerzos distendidos, donde la naturaleza participa del banquete. En invierno, el perfume de la leña y la calidez del fuego dibujan un escenario único, como si el tiempo se relajara un poco más que en otros lugares.
Pony Line: espíritu urbano con sabor a capricho
Pony Line es un clásico contemporáneo, el favorito de quienes encuentran placer en lo informal sin resignar calidad. Es el rincón donde ejecutivos con estilo y creativos con sneakers se dan cita en un entorno ecléctico y vibrante.
De lunes a viernes, entre las 12:30 y las 15:30, propone un almuerzo rápido pero memorable, con un plato principala elección entre la emblemática hamburguesa del hotel, el sándwich pizza o una ensalada gourmet, seguido por dos bochas de helado artesanal Dolce Morte, y acompañado de agua o gaseosa y un café final.
Y si el deseo se estira un poco más, pueden sumarse a la experiencia una copa de vino, espumante, Gin Tonic o Spritz, que no están incluidos en el precio pero redondean el viaje al placer. El espacio invita a quedarse, a mirar el mundo desde el ventanal y a dejarse llevar por el juego de texturas, sabores y ambientación.
Es un sitio donde la gastronomía se vive con naturalidad, donde el almuerzo puede ser tanto una pausa eficaz como una fiesta inesperada.
Tres tiempos, una sola experiencia
Aunque cada espacio tiene su identidad, hay un hilo conductor que atraviesa estas propuestas: la posibilidad de acceder a una cocina premiada, pensada con criterio estacional, presentada con la excelencia de la alta gastronomía, pero sin solemnidad.
El chef Juan Gaffuri logra que cada menú hable por sí mismo. Se trata de platos nacidos del espíritu de cada restaurante, pero reinterpretados para la hora del mediodía, cuando el tiempo apremia pero el alma pide belleza. Los menús no se ofrecen durante feriados, lo que refuerza su condición de lujo cotidiano: un regalo que se da quien decide que cada día merece un rato de placer.
A eso se suma un precio único para los tres espacios, que permite elegir según el ánimo, el tipo de encuentro o el deseo del momento. Es posible ir de lunes a viernes y no repetir ni el menú ni el escenario.
El invierno en su mejor versión
En tiempos donde todo tiende a acelerarse, recuperar el rito del almuerzo como una experiencia sensorial es una forma de pausa con estilo. Ya sea en la sobriedad sofisticada de Elena, el rincón escondido de Nuestro Secreto o el pulso vibrante de Pony Line, la propuesta de Four Seasons Hotel Buenos Aires ofrece algo más que buena comida: regala instantes que se quedan con uno durante el resto del día.
Porque hay placeres que no necesitan esperas ni excusas. A veces, basta con una pausa entre reuniones, un encuentro casual o una mesa compartida para volver a creer que, incluso en pleno centro porteño, se puede almorzar en el cielo.
