Un buen Mozo para el Prado

Por Flavia Tomaello, https://flaviatomaello.blog/, Instagram @flavia.tomaello

Uno de los artistas más singulares e innovadores del Barroco en España, Herrera ‘el Mozo’ se suma a la primavera barroca del Museo Nacional del Prado.

A pesar de destacar en su tiempo como pintor, dibujante, grabador, arquitecto, escenógrafo e ingeniero y ser objeto de envidia por parte de sus contemporáneos, Francisco de Herrera ‘el Mozo’ es un artista poco reivindicado por la historiografía y desconocido en muchos aspectos.

Con “Herrera ‘el Mozo’ y el Barroco total”, que permanecerá en la sala C del edificio Jerónimos hasta el 30 de julio gracias al patrocinio de la Fundación Amigos del Museo del Prado y la colaboración del Ayuntamiento de Madrid, el Museo Nacional del Prado recupera una figura fundamental que ejemplifica la personalidad poliédrica del Barroco total poniendo de relieve, a través de más de 70 obras, su estancia en Italia, sus dotes como pintor de grandes frescos, la influencia de su formación en Sevilla con su padre y su relación Murillo, así como su faceta de dibujante e introductor del estípite en la retablística hispánica.

Una de las obras más singulares de esta exposición es el manuscrito Los celos hacen estrellas de Juan Vélez de Guevara, iluminado con las escenografías de Herrera ‘el Mozo’, un testimonio único que se exhibe por primera vez en Madrid gracias al préstamo excepcional de la Österreichische Nationalbibliothek de Viena. Esta zarzuela, la más antigua cuya música se conserva, se repondrá en exclusiva mundial en el auditorio del Museo gracias a la generosidad de la Fundación de los Amigos del Museo del Prado.

Casi el 90% de las pinturas que figuran en la muestra han sido restauradas para la ocasión, algunas de ellas literalmente rescatadas, y son numerosas las que abandonan por primera vez las iglesias para las que fueron pintadas.

“Puede afirmarse sin temor a exagerar que de esta exposición emerge un Herrera ‘el Mozo’ totalmente novedoso” afirma Miguel Falomir, Director del Museo Nacional del Prado, y es que, esta exposición, comisariada por Benito Navarrete, Catedrático de Historia del Arte en la Universidad Complutense de Madrid, permite mostrar al público reunidas las múltiples facetas que hacen de él un artista integral: pintor, dibujante, grabador, escenógrafo, arquitecto inventivo y diseñador.

En esta exposición monográfica que por primera vez le dedica el Museo del Prado, gracias a la generosidad de los préstamos de instituciones públicas y privadas internacionales, es una oportunidad única para valorar el arte de Herrera ‘el Mozo’ y comprobar lo mucho que le deben los pintores de su propia generación, como Juan Carreño de Miranda y Francisco Rizi, y lo notorio que fue su legado, no solo como pintor o dibujante, sino también como “arquitecto inventivo”, una faceta esencial para entender su verdadera dimensión y el alcance de su obra.

En ella se pone de relieve lo decisiva que fue su estancia en Italia con nuevas obras que reconstruyen su personalidad gráfica enmascarada y confundida en un grupo de dibujos atribuidos a Pier Francesco Cittadini conservados en el Louvre, Nationalmuseum de Estocolmo y Museo Getty de los Ángeles y que ha sido clave para reconstruir su periodo romano del que nada se sabía. Se subraya también la fama por sus extraordinarias dotes como pintor de grandes composiciones al fresco, la influencia de su formación en Sevilla con su padre, Francisco de Herrera “el Viejo”, y su relación controvertida con Bartolomé Esteban Murillo, al que desplazó en algún importante encargo, así como su faceta de dibujante e introductor del estípite en la retablística hispánica.

“Herrera ‘el Mozo’ y el Barroco total” reúne en el Prado lo más importante de su producción, El Triunfo del Sacramento de la Eucaristía prestado por la Archicofradía Sacramental del Sagrario de Sevilla, el Sueño de San José de la iglesia de Aldeavieja de Ávila que ha significado literalmente la resurrección de esta pintura, como igualmente ha ocurrido con el Cristo camino del calvario prestado por el Museo Cerralbo por vez primera de un formato enorme y que ardió en 1872 cuando estaba en la iglesia del Antiguo Colegio de Santo Tomás y que se ha restaurado ahora completamente devolviéndolo a su esplendor. Entre las novedades destaca la atribución del Vendedor de Pescado de la National Gallery de Canadá en Ottawa gracias a los estudios técnicos compatibles con los del Triunfo de San Hermenegildo y ser una de las pinturas que le dio fama a Herrera en Roma en fechas cercanas a 1650 al ser conocido como Il Spagnolo degli Pexe (el español de los peces).

También se ha identificado en el British Museum de Londres el dibujo que regaló el propio Herrera al tribunal de la Inquisición de Sevilla y que sirvió para el Auto de Fe celebrado en la plaza de San Francisco en abril de 1660 y que estaba atribuido a Velázquez e identificado como un Auto de fe en la Plaza Mayor de Madrid. Este dibujo que ahora se expone está citado en un contrato donde se califica a Herrera en 1660 -y viviendo Murillo- como el pintor de más fama de Sevilla.