Un repulgue que suena bien

Por Flavia Tomaello, https://flaviatomaello.blog/, Instagram @flavia.tomaello

Estar a tono con las expectativas, acordar con las raíces, respectar al producto y pensar en el cliente… unas cuántas variables que en Al disco constituyen su esencia. Pero, además, hay origininalidad.

Deberse al barrio, mantener la raíz sin convertirse en un souvenir, explotar el valor diferencial con profundo arraigo de tradiciones… Llegar a espacio de casas bajas y calles calmas es aventurarse por sendas que retrotraen a la Buenos Aires de antaño. Realizar las compras del día, buscar algún condimento que no es sencillo de encontrar, o simplemente dejarse llevar entre los negocios locales. Una experiencia ecléctica, que permite resolver una jornada completa en una combinación personal.
El disco de arado es un elemento utilizado originalmente para arar la tierra, para quienes no lo conocen, se trata de un aparato circular metálico, parecido a una sartén o una paellera, con un agujero en el medio. Por lo general, se le agregan tres patas y dos asas. Es un elemento muy versátil ya que ofrece múltiples opciones, se lo puede usar al aire libre, sobre fuego directo, o mismo sobre la cocina.
Se trata de un sistema autóctono cuyo nacimiento data del siglo XX, en la llanura pampeana argentina. Entre los campesinos que salían a arar la tierra, surgió la necesidad de preparar comidas rápidas y nutritivas para no perder mucho tiempo, evitando de esta manera el descuido de sus tareas diarias. En un principio, se lo apoyaba directamente sobre la leña, y generalmente se lo usaba para asar carne. El disco fue evolucionando, se le agregaron las patas, más tarde, la tapa para proteger las comidas del viento, y también las manijas que facilitaron su manejo y movilidad.

Sustento y sabor

Hechas allí mismo, fritas mientras el disco crepita, son las dos condiciones que se convierten en el rey de la propuesta. La masa es sólida y lo suficientemente frondosa para sontener el contenido sin que se escape una gota. Pero la corona se la lleva lo de adentro. Carne al horno y frita, pollo, cebolla, jamón (¡¡¡de verdad!!!) y queso, humita. Mi estrella? Cantimpalo y mozzarella. Pero quién no se dejaría llevar por matambre a la pizza o bondiola a la cerveza?
Piezas sabrosas, con identidad, si se prefiere, al horno, pero vamos por la esencia… Hechas con cariño y relleno que, para una empanada es clave. Nada de cortarlas y salir a rastrear el interior. Aquí un par de piezas son suficientes para saciar el hambre y el alma tentada de repulgue.
Para dar de comer hay que saber hacerlo. Nada mejor que trabajar bajo la idea de ofrecer aquello que uno comería. Aquí el alma está puesta como un trozo más de cada relleno.