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Yoga: menos es más

Por Gabriela Binello autora de Yoga Personalizado (https://www.yogapersonalizado.com/)

¿Qué imágenes aparecen en nuestra mente cuando escuchamos la palabra yoga? Probablemente, cuerpos armónicos en posiciones muy flexibles y extraordinarias; rostros muy calmos con un trasfondo de naturaleza exuberante, o cualquier persona, objeto y/o concepto que entre en nuestra categoría “espiritual”. ¿Qué espera un alumno como respuesta cuando pregunta qué tipo de yoga es? Al menos una entre decenas de nombres propios, palabras adaptadas del sánscrito y centenares de marcas, sellos y rótulos.
En Occidente -y en nuestro país en particular- la mayoría de las personas asocian yoga con posiciones del cuerpo (āsanas), secuencias de posturas (vinyāsas) o técnicas de respiraciones específicas (prāṇāyāma). El texto más antiguo que por primera vez recopila, integra y sistematiza toda la información acerca del yoga es “Yoga Sūtras”, de Patánjali. Los yoga sūtras de Patánjali constituyen la fuente primordial del yoga y datan, según diferentes versiones, entre el año 300 y el 150 a.C. (algunas fuentes incluso lo ubican 200 años d.C.) Son apenas 195 sūtras redactados en sánscrito que describen al yoga como un estado expandido de la mente, y al camino para conocer y refinar esa mente en pos de la liberación del sufrimiento humano.
Los sūtras son afirmaciones concisas, cargadas de simbología; solo se van revelando con años de práctica y un estudio profundo del sánscrito. Sin embargo, en esa brevedad reside su mayor belleza. Basta con estudiar los tres primeros sūtras para llegar a la primera definición de yoga. Allí Patánjali dice claramente: yoga es un estado expandido de la mente. La mente ordinaria (cotidiana) es la causa del sufrimiento humano y, a la vez, la oportunidad para trascenderlo. Yoga es sinónimo de meditación y de una conciencia ampliada. En ese sentido también, yoga se referirá a todo ese bagaje de conocimientos, pasos, procedimientos, técnicas, herramientas, escuelas, tradiciones, caminos que nos llevan a ese nivel profundo y expandido de nuestra mente.
Un detalle de color es que, si bien es difícil encontrar algún disenso entre profesores y escuelas respecto de la autoridad de los yoga sūtras como base del yoga, pocos abordan el estudio de los sūtras en profundidad (sánscrito). Y aún entre los que lo hacen, pocos practicantes y comunicadores del yoga reconocen que, en el texto fundacional, de esos 195 sūtras solo tres se refieren a las āsanas [YS.II.46 / YS.II.47 / YS.II.48]. Solo tres.

Los orígenes

Los primeros signos del yoga pueden rastrearse en las tierras de lo que hoy se conoce como India y Pakistán, hace más de seis mil años. Existen infinidad de textos (śastras) más o menos reconocidos, pero solo los Vedas son la fuente última del bagaje filosófico, social, cultural y religioso de la cosmovisión india que se originan en el período pre-clásico de la literatura del yoga. Veda viene de la raíz sánscrita vid, que quiere decir conocimiento.
Los Vedas tienen más de seis mil años de historia. La primera etapa de ese conocimiento fue intuitiva. Esa información era recibida por grandes meditadores (ṛṣis) en ciertos estados de conciencia que luego iban pasándola a sus discípulos de manera oral. La forma de aprehender ese conocimiento era a través de una “escucha” interna (śruti), muy diferente a cualquier aprendizaje sostenido en la memoria (smṛti) y el intelecto racional y secuencial. Solo a partir del sabio Vyasa -quien compila esta información en cuatro “libros”- podemos establecer una fecha aproximada del nacimiento del Ṛgveda, Samaveda, Yajurveda y Atharvaveda. Los Vedas son textos sagrados, divinos (apauruṣeya); su fuente última no puede ser rastreada (anādi). Su conocimiento encierra verdades universales (satya) e infinitas (ananta).

Los Vedas

Cada uno de estos Vedas ordena el conocimiento de una manera diferente:
• Ṛgveda: se centra en la Divinidad y nuestra vinculación espiritual con la Divinidad. Es el más antiguo de todos los vedas.
• Yajurveda: se centra en las actividades cotidianas y su relación con lo divino.
• Sāmaveda: se centra en las expresiones culturales, artísticas, musicales.
• Atharvaveda: se centra en los recursos esotéricos, mágicos, medicinales (a través de plantas y otras pócimas).
A su vez, cada uno de estos Vedas se compone de diferentes secciones o maneras de presentar la información:
– Saṃhitā: largos pasajes con la descripción completa de cada palabra especial o mantra. Cada palabra y/u oración de los Vedas es considerada un mantra. Una acepción de la palabra mantra es: man (manas, o la mente de los sentidos) -tra (protección). En este sentido, mantras serían aquellas palabras o sonidos que ordenan, protegen nuestra mente.
– Brāhmaṇa: sobre cómo pueden ser usados esos mantras y el resultado de esas acciones.
– Araṇyaka: partes del Veda que solo pueden ser recitadas en el bosque (en retiro) por el poder que revelan.
– Upaniṣad: conforman las últimas secciones de los Vedas que fueron recopiladas. Upa (cerca, debajo) -ni (constante) -ṣad (verdad). Upaniṣad es ese conocimiento que nos acerca constantemente a la verdad. Mucha de esta información fue perdida y la mayoría de los Upaniṣads están incompletos, pero existen al menos 108 que tienen vigencia en la actualidad. La palabra yoga aparece mayormente mencionada dentro del Yajurveda, en el Taittirīya (Kṛṣṇa y Śukla) Upaniṣad. También en Kathapaniṣad, Svetasvatara-Upaniṣad, Maitryayani-Upaniṣad, Mundaka-Upaniṣad y Chāndogya-Upaniṣad.

Otro de los textos centrales que se ocupan del yoga en esta época pre-clásica es el “Bhāgavad Gītā”. La Gītā, como se la conoce vulgarmente, está incluida dentro de un texto mitológico llamado “Mahābhārata”, contemporáneo a los Vedas, y también escrito por Vyasa. Contiene varios capítulos y múltiples referencias dedicadas al yoga dentro de un género de poema épico, completamente diferente al estilo conciso y práctico de los sūtras.

Sat Darsana: Las seis escuelas filosóficas

Los cuatro Vedas son la fuente respetada y consultada por los seis grandes sistemas filosóficos o cosmovisiones de la cultura india, que se conocen como Saṭ (seis) Darśana (espejo, cosmovisión). Como su nombre lo indica, son seis escuelas filosóficas que nacen con un único objetivo: entender por qué sufrimos, para qué sufrimos, y si se puede resolver el sufrimiento. Las seis cosmovisiones o escuelas filosóficas son:
• Purva Mīmāṃsā, compuesta por Jaimini: intenta comprender lo supremo enfatizando el rol de nuestras acciones y rituales cotidianos. Se apoya en la premisa de que el sufrimiento se remueve si perfeccionamos nuestros hábitos mundanos y espirituales.
• Vaiśeṣika, por Kanada: habla acerca del átomo como el elemento más elevado del universo. El sufrimiento es superado si logramos captar estos estadios de la evolución. Incorpora prácticas alquímicas.
• Nyāya, por Gautama: establece lógicas de causa y efecto para explicar al sufrimiento. Se apoya en la premisa de que si encontramos la raíz o causa del sufrimiento, éste deśaparece.
• Sāṃkhya o Nirīśvara Yoga, por Kapila: se centra en el nacimiento y la evolución de la materia. El mundo, tal como lo conocemos, deviene de la unión de conciencia (puruṣa) y naturaleza o materia (prakṛti). El origen de nuestro sufrimiento es la identificación total de la conciencia, infinita e imperturbable, con la materia, finita y cambiante. Esa identificación es la fuente de toda ignorancia (avidya) y, por ende, de todo sufrimiento.
• Yoga o Seśvara Sāṃkhya, por Patánjali: se apoya en la filosofía Sāṃkhya para dar cuenta de la evolución, pero su eje está en comprender y describir la naturaleza y transformación de la mente -inteligencia- humana. En ese conocimiento reside la capacidad de liberarnos del sufrimiento.
• Uttara Mīmāṃsā o Vedānta (o la última parte de los Vedas): se centra en la realización del ser supremo. Vedānta cree que la religión es la cura del sufrimiento y con esa base representa lo que se conoce como “hinduismo”. La filosofía Vedānta se apoya especialmente en los Upaniṣads. Dentro del Vedānta existen algunas escuelas con líneas bien diferenciadas:
– Advaita Vedānta, por Śaṅkarācārya: bajo la premisa “solo Dios es real y sin atributos”.
– Viśiṣṭādvaita Vedānta, por Ramanujācārya: bajo la premisa “todavía no somos Dios”.
– Dvaita Vedānta, por Madhvācārya: bajo la premisa “nunca seremos Dios”.

Es importante aclarar que la mayor parte de los primeros yogis que trajeron el yoga a Occidente a partir de principios del siglo XX (Vivekānanda, Yogānanda, Viṣṇu-Devānanda, entre otros) tenían relación directa con el vedānta. Es una de las razones por las que en Occidente se genera mucha confusión entre la perspectiva vedānta y yoga en general. Ambas pueden convivir pacífica y armónicamente, pero no son lo mismo.
Los yoga sūtras de Patánjali constituyen la fuente primordial del yoga como sistema filosófico o cosmovisión dentro del ṣaṭ darśana, y en particular se dice que quienes siguen estas enseñanzas están dentro del camino “real” del yoga (o Rāja Yoga). Los yoga sūtras se inscriben en una era clásica de la literatura del yoga, posterior a los Vedas.