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En el Día del Cine Nacional, el organismo celebró haber equilibrado sus cuentas y dejó un mensaje claro: se acabó el financiamiento automático a películas sin estándares de calidad ni control de gastos.
En un giro simbólico y político, el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) eligió el 23 de mayo, Día del Cine Argentino, para anunciar lo que considera su primer gran logro de gestión: el fin del déficit crónico que arrastraba el organismo.
Con un tono firme, el comunicado difundido en redes sociales destacó que “bajo la gestión de Carlos Pirovano se terminó con el rojo perpetuo”, señalando que el organismo cerró su etapa de “ineficiencia y derroche”. Pirovano asumió en febrero de 2024 y desde entonces no se aprobó ninguna nueva película nacional, lo que para algunos representa una pausa reflexiva y, para otros, un freno innecesario.
El actual INCAA sostiene que hoy opera con superávit y sin asistencia del Tesoro Nacional, algo inédito en la última década. “Todo lo que se invierte en la industria audiovisual sale del propio instituto, sin tocar el bolsillo de los contribuyentes”, subrayaron.
Esta transformación marca un punto de inflexión. Se abre una etapa en la que las producciones cinematográficas deberán sostenerse por su calidad, innovación y capacidad de gestión, y no por cercanías políticas o favoritismos ideológicos. El cine argentino, si quiere fondos públicos, deberá estar a la altura de una verdadera industria cultural y no funcionar como un refugio militante financiado por el Estado.
En resumen, el INCAA busca ahora profesionalizar y transparentar el uso de los recursos, cerrando un capítulo en el que muchas veces se privilegió lo partidario por sobre lo artístico.