El Papa Francisco lamentó la existencia de personas que viven "sin condiciones necesarias en las márgenes de nuestras ciudades", al celebrar una misa campal en Lima para más de un millón de personas, la última actividad de su visita de seis días a Sudamérica.
Así terminó uno de los viajes más difíciles de su pontificado, en el que debió poner el cuerpo a las críticas a la Iglesia chilena por casos de abusos y en el que desde Perú aprovechó luego para mandar mensajes a toda la región en defensa de los pueblos originarios y de fuerte condena a los femicidios y la corrupción.
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