Sociedad | Automovilismo
A un año de su partida, Traverso sigue acelerando en el corazón del automovilismo
A doce meses de su muerte, su hija Paula lo recordó con una emotiva publicación y fotos inéditas. El legado de Juan MarÃa Traverso vive en cada homenaje, en las pistas y en la memoria de sus fanáticos.
Hace 5 horas.
"Fue como decirnos: acá me van a tener siempre". Con esas palabras, Paula Traverso recordó el último gesto de su padre, el inolvidable Juan María Traverso, ícono del automovilismo argentino. A un año de su fallecimiento, el Flaco continúa presente en la historia grande del deporte nacional.
La publicación de su hija, íntima y emotiva, mostró la última imagen familiar junto al altar de la Virgen de Luján, en la quinta donde descansan sus cenizas. Allí, en ese rincón de paz elegido por él, se mezcla lo familiar y lo sagrado, lo terrenal y lo eterno.
“Le costó mucho caminar, pero quiso ir hasta el altar. Allí donde él eligió para descansar junto a mis abuelos. Fue como decirnos: acá me van a tener siempre”, escribió Paula.
Recordado por su carácter, su talento y su autenticidad, Traverso ganó 16 títulos nacionales, más de 150 carreras, y forjó un estilo que lo convirtió en leyenda. Pero también dejó historias que explican su figura mucho mejor que los números.
Como aquella vez en General Roca, en 1997, cuando su auto se prendió fuego en plena carrera de TC. Lejos de abandonar, Traverso siguió al volante, ganó la serie y terminó internado. Su frase posterior lo define: "No iba a largar la carrera por un incendio".
Este año, la familia lo homenajeó con una misa en la Basílica de Luján, donde una piedra grabada recuerda la promesa que hicieron sus abuelos: si tenían hijos, los llamarían María. De ahí el nombre completo de quien sería una leyenda: Juan María.
“Fue un día para recordarlo como papá, como hijo, como hermano, como abuelo. Ya vendrán los homenajes con el rugir de los motores. Hoy fue un día para extrañarlo más que nunca y volver a decir: ¡Gracias por tanto, papá! Descansá en paz, sos leyenda”, cerró Paula.
Traverso no se fue. Sigue ahí. En cada curva, en cada motor que se enciende, en cada niño que sueña con una pista. Porque los ídolos no mueren, se transforman en memoria compartida.