EconomÃa y Empresas | Shein, Temu y AliExpress
Furor por los fardos de ropa importada: Boom de consumo y crisis sin precedentes en la industria textil
La apertura a importaciones baratas impulsó un auge masivo de fardos de ropa provenientes de plataformas chinas, mientras la industria textil argentina enfrenta cierres, suspensiones y pérdida de empleo por costos imposibles de igualar.
Hace 46 minutos.
La política oficial de bajos aranceles a la importación abrió la puerta a un fenómeno que hoy domina el comercio popular: el estallido del mercado de fardos de ropa importada, alimentado por gigantes como Shein, Temu y AliExpress. Este boom convive con una realidad paralela: una industria textil local que opera al 40% de su capacidad y acumula el cierre de 68 pymes, la pérdida de 4.000 puestos de trabajo y alrededor de 900 suspensiones.
El negocio de los fardos crece a un ritmo imparable. Se trata de ropa seminueva o con fallas mínimas, vendida por peso, a valores imposibles para la producción nacional. Los fardos circulan sobre todo por ferias informales como La Salada o la Avenida Avellaneda, donde se transformaron en la principal competencia del comercio tradicional.
Los precios explican la fiebre importadora:
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Fardo de 20 kg (80 a 100 prendas): alrededor de $800.000.
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Fardo Shein: lotes de 50 prendas por $400.000, lo que deja cada unidad en apenas $8.000, muy por debajo del costo argentino.
La tendencia se expande además por redes como TikTok, donde miles de revendedores muestran aperturas de fardos y venden prendas a precios que pulverizan a la industria local. El resultado: un mercado hipercompetitivo dominado por importaciones, con manufactura nacional cada vez más desplazada.
El Gobierno profundizó esta apertura en marzo de 2025 al reducir los aranceles de indumentaria y calzado del 35% al 20%, y los de telas del 26% al 18%. El objetivo: bajar precios y fomentar la competencia. La medida se apoyó en informes que revelaban que una remera de marca internacional podía costar 310% más que en España y 95% más que en Brasil.
Hoy, el furor por los fardos expone más que una moda: marca el punto de tensión máxima entre un consumo que busca precios irresistibles y un sector industrial que advierte estar al borde del colapso.