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Inaugura la muestra de la Escuela de Rancagua: Un tributo al maestro Ángel Ricardo Juárez
Hoy, a las 19:30 horas, el Museo Municipal de Bellas Artes abrirá sus puertas para una exhibición única. Los Discípulos Florentinos del recordado maestro Ángel Ricardo Juárez presentarán las obras más representativas de la Escuela de Rancagua, una muestra que celebra su legado y el vínculo especial que forjó con sus estudiantes.
20-09-2024
Hoy, viernes 20 de septiembre, se inaugura la muestra de la Escuela de Rancagua, un evento que promete conmover a los amantes del arte en el Museo Municipal de Bellas Artes. La exposición, que abrirá sus puertas a las 19:30 horas, reunirá a los cuatro discípulos más cercanos del maestro Ángel Ricardo Juárez, quienes han sido fundamentales para la continuidad de su obra y legado artístico.
Conocidos como los Discípulos Florentinos, María Gabriela Escoda, Judith Silva, Laura Castro Bernard y Jorge Costa, han seguido el camino trazado por su maestro, participando en bienales y muestras a nivel local e internacional. Estos artistas, formados durante más de 25 años junto a Juárez, se han convertido en los guardianes de su legado, continuando con su misión artística y personal.
El sueño de Ricardo Juárez, también conocido como el Pintor de la Llanura Rancaguense, siempre fue llevar los colores de su tierra hasta Florencia, un ideal que sus discípulos han honrado con pasión y dedicación. En esta muestra, buscan rendir homenaje a ese sueño compartido, reflejando en sus pinceladas los valores que el maestro les inculcó: humildad, compañerismo y la generosidad del arte.
"Con Ricardo aprendimos que todos podemos ser artistas. Nos enseñó a pintar con el corazón, a sentirnos parte del arte, y a perseverar incluso en tiempos difíciles", expresan con emoción los Discípulos Florentinos, quienes, con esta exhibición, buscan transmitir ese espíritu de amor al arte que Juárez siempre defendió.
No solo será una muestra de pinturas, sino una oportunidad para reconectar con la obra de un artista que supo capturar los cielos y paisajes de Rancagua con colores inimaginables, y que dejó una huella imborrable en sus estudiantes y en el arte local.