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La temporada última la pasé en los campos de los búfalos de agua del emparentado lejano, los mismos que ilustró el gremio en sus volantes para el tacho con rigor ecologista de ultraderecha. Pasadas las cuatro un viento se inclinaba a la corralada, rematando así el alud de parras que revueltos desodorante que alfombra el espanto de creer que aquel sería el lugar, la terminación material; pasado el tiempo pude darme cuenta de lo desafortunado de sus comentarios. Una incipiente calidad de murciélago que luce aún despejado. Nadie le acompaña en sus episodios autoexhortativos, brinda con comensales de papelón, no come caballo, se alimenta de a hojas. Tuvo pocas opciones removiendo en la neblina, matado, defenestrado de civil a la par de cizañas en el fresco de permanecer en el umbral de las necedades, para incidente estudio de los plazos, nada más. Por lo general se trasladaba en vehículos blindados, enchaquetado a la vainilla, con carísimas señales ticket y el moño ahí, a punto de desandar el obligado camino de nunca pienses después.
11:46 AM - 2008-Apr-7 -
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