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En fuga

En fuga

Si el cine argentino de los 80 asomaba como un necesario ajuste de cuentas con el pasado reciente, el estos años parece un mapa de gente que escapa sin mirar atrás. Descontentos con lo que han vivido hasta ahora, elegen la fuga como posibilidad de cambio. El otro, de Ariel Rotter, actualiza el asunto. Un hombre aprovecha la muerte de un desconocido, compañlero de asiento en un micro, para mudar de identidad. Su mujer espera un hijo y su padre aparece minado por una cruel enfermedad. Al tipo, lo que ha vivido hasta ahora no le sirve. En La peli, un director de cine en crisis, abandona el rodajede su próxima película dejando a todo el equipo en banda, obnubilado por el amor de una mujer perdida. En Después del mar, título de Adrián Caetano todavía no estrenado, rodado en digital, en una de esas rutas desoladas se cruzan un escritor aferrado irracionalmente a su piano y una prostituta que intenta dejar atrás un pasado que apesta. Juntos, emprenden un viaje de destino incierto. La revelación de que padece una enfermedad terminal impulsa a un neurocirujano cincuentón a largar todo en La punta del diablo y poner rumbo hacia una playa de la costa uruguaya, fuera de temporada. Allí conoce un par de personajes que podrían cambiarle la existencia, pero nunca se sabe. La fuga hacia el mar es una recurrencia. Algo está claro: nadie está conforme con el rol que le ha tocado, en general lo padecen como una condena. Hay que ser otro, recomenzar de cero. En Las vidas posibles, novedad de Sandra Gugliotta, el marido abandona a su mujer sin aviso, ella sale a buscarlo al pueblo donde debería haber llegado y allí se topa con un tipo igual a su esposo, casado con otra mujer, que aparenta desconocerla. Gente común que, de pronto patea el tablero, como le sucede al protagonista de Nacido y criado. Un sorpresivo accidente en una ruta desata la tragedia y deposita al personaje en un paraje helado del sur patagónico. Otra gente, otro trabajo, otra vida. Así, las playas desiertas y las rutas sureñas se convierten en el itinerario obligado de una suerte de criaturas dispuestas a no mirar atrás. Si el cine, como dicen, es espejo de su tiempo y de su geografía, el nuestro señala a una comunidad en dispersión. Sin tiempo para mirar al prójimo, la consigna es: a correr que se acaba el mundo.

 


Publicado: 08:51 AM, 6/6/2007
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