Engrama de compasión .
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Él primer ejemplo que brindaremos de este tipo de engrama es el caso de una enfermedad sufrida por un paciente cuando era un niño pequeño. A los dos años y medio se enfermó de neumonía. Tenía un pasado importante de intentos de aborto y la carga engrámica normal recibida de padres aberrados.
Estaba extremadamente preocupado por las peleas y trstornos de su propio hogar; gran número de sus engramas habían sido activados, y entre ellos estaba su neumonía. Su abuela vino y lo llevó a su casa porque siempre que se enfermaba su madre se iba y lo dejaba. El suceso estaba ocluido en extremo y solamente se llegó a él después de que se hubieran descargado varios engramas recientes de emoción dolorosa y casi cien engramas prenatales de dolor físico.

La abuela, cuando él estaba delirando a gritos, malinterpretó su actitud como demostrativa de que estaba "consciente", algo que no era cierto y trató de razonar con él. Ella decía: "Esas personas realmente no tienen intención de ser tan malas contigo, bonito. Yo sé que ellos realmente tienen buen corazón. Simplemente haz lo que dicen y cree lo que dicen y te irá bien. Ahora promete que lo harás, ¿vale, bonito?".
El niño, en las últimas profundidades de la reacción, respondió prometiéndole que les creería y haría lo que dijeran. "Te quiero mucho --continuó la abuela--, y yo cuidaré de tí. Ahora no te preocupes, bonito. Olvídalo ahora. Descansa un poco".
Las frases contenidas en este engrama, debido a que se encontraban en el nivel de trance y a que se podían mantener en su lugar a causa de su fiebre y su dolor produjeron un efecto muy profundo en el niño. Él tenía que creer todo lo que se dijera. Esto significaba creencia literal, y le costó gran parte de su sentido del humor, por mencionar solo una cosa.

En razón de que él quería que le fuera bien tenía que creer lo que sus padres dijeran; las cosas que ellos habían dicho, en su época prenatal, contenían toda clase de malos datos posibles acerca de quién era el jefe y lo divertido que era golpear a la madre, etc.
Todo esto, entonces, se convirtió en "datos verdaderos", los cuales, en virtud a que lo decía su engrama de compasión, él lo tenía que creer. Jamás se podría lanzar a alguien una maldición peor que las que hay en los engramas de compasión que dicen: "Cree lo que se dice", "cree lo que se lee", "cree a la gente", porque ese engrama significa, literalmente, que la pobre y vieja mente analítica ya no será nunca capaz de evaluar sus propios datos, a menos que el individuo, por rebelión total, se niegue contra todo el mundo, lo cual a veces se puede hacer.
Sin embargo, permitamos que este individuo --como en el caso lo hizo-- se case con una mujer que tiene características similares a las de su abuela (una seudoabuela) y que, por una parte, se vuelva víctima del dolor y la enfermedad crónicos, que él experimentó en los engramas de compasión de su abuela (necesarios para conseguir y mantener su compasión), y, por la otra, que se vuelva víctima de todos sus prenatales, puesto que su abuela le lanza a su propia valencia.
Esto le hace discutir, lo que hace, a su vez, que su esposa contraataque, y de repente esta mujer no es una seudoabuela sino una seudomadre. ¡Adiós a la cordura!
En la terapia dianética, cuando al fin nos encontramos con este engrama de compasión, se descubre que ha estado enterrado de dos maneras: 1) estaba alineado con el propósito, y 2) tenía un mecanismo olvidador sobre él.
A causa de 1) la autoprotección de la mente le permitió entregar el engrama solo cuando se sacó del caso la tensión suficiente para permitir que la mente se las arregle sin este engrama.
En 2) tenemos un ingenio que es frecuente en los engramas. Siempre que tratamos de recorrer un engrama que tiene suficientes somáticos incluso para hacer que el preclaro se retuerza en la silla, pero que no tiene contenido verbal, sospechamos que hay un mecanismo olvidador.
Evidentemente, hay personas en este mundo que piensan que la panacea para toda incomodidad mental es olvidar. "Apártalo de mi mente", "si lo recordara me volvería loco", "nunca recuerdas nada de lo que te digo", "nadie puede recordar nada", "no puedo recordar", y un simple "no sé", así como la principal de la familia de frases, "¡olvídalo!", todas impiden que la información llegue a la mente analítica.
La totalidad de un caso que se acabe de abrir puede responder a todo a base de uno de estos negadores (si recuerdas, hay muchas otras clases de negadores). La técnica repetitiva, al final, comenzará a liberar la frase de diversos engramas y comenzará a mostrar incidentes.

Tener una abuela que continuamente dice "¡olvídalo!" cada vez que un niño se lastima es para maldecirla más que a Macbeth, el personaje de una obra de Shakespeare del mismo nombre atormentado por la culpa de los asesinatos que cometió al subir al poder en Escocia.
Por sí mismo y prácticamente sin dolor ni emoción presentes, un olvidador, uysado por un aliado, sumergi8rá datos que al recordar no serían aberrativos, pero que enterrados así --por un olvidador-- hacen que las cosas dichas justo antes de él sean aberrativas y literales.
Debido a esto, este engrama permaneció completamente oculto hasta que el caso estaba casi concluido, y tan pronto como se contactó con él, el banco reactivo, ya desintensificado, se hundió y el paciente fue aclarado.
El segundo ejemplo que brindaremos de un engrama de compasión se refiere a una experiencia infantil de un paciente que al comienzo de la terapia era un individuo notablemente confuso. Aquí hay un ejemplo de engrama de compasión que no es infrecuente (no estará primariamente en ninguna computación aliada, pero, puesto que es repetido a menudo en el mismo caso, se vuelve aberrativo).

Este suceso ocurrió cuando el niño se había herido gravemente en un accidente. Había tenido una fractura de cráneo y conmoción, y estuvo en coma durante muchos días. Su padre y su madre estaban entonces al borde del divorcio, y en presencia de un niño solo parcialmente consciente pelearon varias veces en esos pocos días, evidentemente trastornados por su accidente y recriminándose mutuamente sobre quién tuvo la culpa.
La primera parte de la serie de engramas en este gran engrama único no es importante como ejemplo, excepto en que produjo una condición en la que la madre se presentó como defensora del niño que no estaba siendo atacado por el padre.

La conversación de la madre indicaba aberrativamente que el padre estaba atacando al niño, y las palabras en el engrama, más que la acción, son los factores aberrativos. Finalmente, el padre abandonó el hogar. La madre se sentó al lado de la cama y llorando le dijo que ella impediría que él se muriera, que "trabajaría y se exclavizaría y se despellejaría los dedos hasta los huesos" para mantenerlo vivo, y "yo soy la única razón de que estés vivo. Yo te he defendido de esa bestia y de ese monstruo. Si no fuera por mí te habrías muerto hace mucho, y yo voy a cuidar de ti y a protegerte. Así que no prestes ninguna atención a nada de lo que te diga la gente. Yo soy una buena madre. Siempre he sido una buena madre. No les escuches. Por favor, cariño, quédate aquí y ponte bien. ¡Por favor!" .
Esta notable pieza de disparates salió, por supuesto, directamente de su mente reactiva. Ella no se sentía culpable por el modo en que estaba cuidando al niño, aunque había hecho lo peor que podía hacer por este niño desde la concepción (no existe culpa o un complejo de culpa que no proceda directamente de un engrama que diga: "Soy culpable" o alguna frase similar).
Aquí hay una ambivalencia en funcionamiento. Por ambivalencia queremos decir poder en dos lados. Mejor se llamaría multivalencia, pues es demostrable que la mente tiene muchas valencias, no siendo raro para un "normal" tener veinta o treinta.
Esta madre, con sus insensatas súplicas y su sentimentalismo enfermizo, cambiaba de valencia como un rico de traje. Ella era capaz de ser maliciosamente cruel, torturando a su hijo con "castigos caprichosos e inusuales", como los llama la Marina; sin embargo, una de estas valencias, que solo se conectaba cuando el paciente estaba enfermo --desgraciadamente para él--, era una valencia de protección salvaje para el niño y garantías para él de que ella le quería y nunca le dejaría pasar hambre, etc.
Ella formó en este niño, a causa de su propio modelo reactivo y sus incapacidades, cerca de mil engramas antes de que tuviera diez años. Este especimen en particular era bastante común.
El aspecto aberrativo de este engrama era una "convicción" de que si la madre de uno no estaba alrededor, y si uno no estaba en buenas relaciones con ella, uno pasaría hambre, moriría o sufriría en general. También significaba --debido al momento en que fue proporcionado-- tener un dolor de cabeza si uno quería vivir.

La serie completa de estos engramas creó un modelo altamente complejo de trastornos, incluyendo sinusitis, sarpullido crónico, alergias y otros numerosos males físicos reales, a pesar del hecho de que el paciente siempre había intentado ser lo más recto posible respecto a su salud, y de ningún modo era un hipocondríaco.
En toda la terapia, toda la cadena de peleas en esta zona, gran parte del área prenatal y la mayoría de los engramas de emoción dolorosa fueron aliviados antes de que este engrama de compasión se exhibiera.
Como observación sobre el tema de los engramas de compasión, de ningún modo éstos se encuentran exclusivamente en la infancia; existen prenatalmente, posnatalmente y, algunas veces, recientemente en la vida.
Cualquier persona que defienda al niño de intentos de aborto se convierte en parte de las cadenas de engramas de compasión y, por supuesto, es un aliado cuya pérdida es algo que se teme. Se han descubierto engramas de compasión tardíos a los cincuenta años de edad.

Uno de ellos, descubierto a los treinta, consistía en una enfermera ninfómana que, durante el período en que el paciente estaba aún bajo los efectos de la anestesia y tenía dolor, le habló obscenamente, jugó con sus genitales y se las arregló, mediante el contenido de sus comentarios, para introducir un engrama de compasión que produjo una condición física muy grave en el paciente.
El engrama de compasión solo tiene que sonar como un engrama de compasión para convertirse en uno; no hay evaluación de la intención real por parte de la mente reactiva.