El ritmo de las importaciones venía desacelerándose en los meses previos y la baja de 7,8% anual en marzo reflejó la efectividad de las trabas impuestas por el Gobierno. Los datos de abril, preven los analistas privados, mostrarían una caída aún mayor.
Tanto importaciones como exportaciones se vienen desacelerando desde la segunda parte del año pasado en un comportamiento acorde con un menor ritmo de actividad, especialmente industrial.
El superávit comercial del primer trimestre casi toca US$ 3.000 millones, una cifra importante pero que impide el festejo pleno. La caída forzada de las importaciones tiene su contracara en la industria.
Las importaciones de bienes de capital (máquinas) cayeron casi 22% , las de bienes intermedios 10% y las de combustibles y lubricantes, el 18,5%, mientras que las correspondientes a bienes de consumo bajaron 22%.
La Argentina se mece entre los buenos precios de los productos que exporta y la evidente necesidad importadora para seguir creciendo.
En el pasado reciente, los dólares del campo alcanzaron para financiar el crecimiento e, incluso, una fuerte salida de capitales. El punto es que hay síntomas de haber llegado a un límite.
Los dólares parecen no alcanzar y, en vez de salir a buscar más con un shock de inversiones que permita el crecimiento, las señales oficiales están orientadas a cuidar lo que se tenga por medio de controles, más allá de que eso pueda ir en contra de la expansión futura.
La necesidad de inyectar inversiones en actividades reproductivas se hace sentir y para hacerlas efectivas, los dólares del campo no alcanzan.
Y menos aún si se ahuyenta a los inversores. |