| Una política contra el terrorismo
 - Publicado a las 08:46 PM el 16/4/2013 por Juaj Jose Alvarez Por Juanjo   Alvarez
 Es tiempo de definir una política contraterrorista clara,   comprehensiva y consensuada.
 El fenómeno terrorista debe ser considerado como un hecho   criminal complejo, y no una agresión de guerra, sea interna o   externa, que desarrolla acciones dirigidas a poner en peligro la   vida, integridad física o libertad, o causar estragos; generado   por móviles especiales: político-ideológicos, religiosos,   étnicos, etc.; con el fin de producir alarma, temor colectivo o   coacción; mediante el empleo de armas o elementos de elevado   poder ofensivo y perpetradas por integrantes de organizaciones   constituidas a tal fin.
 Esto significa que los medios a emplear en una política   contra-terrorista son las fuerzas de seguridad y policiales —no   las fuerzas armadas—, que el marco legal que regula el empleo de   dichos medios es la legislación interna (Código procesal y penal,   más legislación especial y convenios internacionales), y que los   procedimientos de empleo de dichos medios no sólo están bajo   control político sino también judicial.
 No por dejar de participar en operaciones de mantenimiento de paz   o abandonar el involucramiento multilateral en escenarios   conflictivos dejaremos de ser blancos potenciales del terrorismo.   En otras palabras, la selección de los blancos no reconoce   necesariamente una lógica político sino operativa; esto es,   golpean allí donde pueden causar más muertes que luego puedan ser   retransmitidas a toda la aldea global.
 La única manera de reducir las probabilidades de ser blanco   potencial es disminuir nuestras vulnerabilidades mediante   estrategias de prevención y represión. Para ello, deben tenerse   bien presente ciertas pautas.
 Primero, una política contraterrorista efectiva no depende de la   restricción de libertades individuales. Segundo, debe ser   integral y atender tanto la prevención como la conjuración.
 Tercero, una política efectiva tiene que ir acompañada de un   fuerte control político. Dado que se requiere información secreta   y procedimientos encubiertos para ser eficaz, es necesario   contemplar los mecanismos de control sobre las agencias   encargadas.
 En las repúblicas democráticas consolidadas, este control les   corresponde a los representantes del pueblo —los legisladores—.   Esto es esencial para el normal funcionamiento de las   instituciones que buscamos defender.
 |