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| Definen el nuevo plan para combatir la inseguridad
 - Publicado a las 05:25 PM el 29/4/2013 por Juaj Jose Alvarez Los gobiernos nacional y bonaerense   salieron hoy a mostrar juntos a dos de los principales   funcionarios del área seguridad y anunciaron la consolidación de   operativos conjuntos entre las fuerzas de ambas   jurisdicciones.
 
 El encuentro fue entre el secretario de Seguridad de la Nación,   Norberto Quantin, y el ministro del área a nivel provincial,   Juan José   Alvarez.
 
 "Trabajamos juntos, no hay diferencias, no hay discordias, no hay   celos, queremos inculcar en la fuerzas ese espíritu de   colaboración", señaló Quantin.
 
 Efectivamente, como ocurrió con otros encuentros, hubo aquí una   clara intención de mostrar juntas a las autoridades nacionales y   bonaerenses, en la búsqueda por dejar atrás la polémica entre   funcionarios de las distintas jurisdicciones, a partir de las   críticas del presidente Néstor Kirchner y del ministro de   Justicia, Gustavo Beliz.
 
 Quantin consideró que "trabajar en forma discrepante sería   estúpido de nuestra parte, sería condenarnos nosotros mismos al   fracaso".
 
 "No podemos pensar que de un lado y de otro de la (avenida)   General Paz o del Riachuelo puede haber una policía y un nivel de   seguridad distinto" del otro, agregó el funcionario nacional. Por   su parte, Alvarez dijo que se procura la "complementación de las   fuerzas federales que ya están trabajando en el territorio de la   provincia de Buenos Aires".
 
 También señaló que esa tarea será consolidada para un mejor   resultado.
 
 "Lo podemos hacer en una forma más coordinada y ordenada para   aprovecharla mejor, concretamente debiera haber fuertes   operativos conjuntos".
 
 Quantin cerró el encuentro proponiendo trabajar "unidos y   coordinados", y propuso "distribuir bien" los gastos para los   materiales que necesitan las fuerzas de seguridad.
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| Límite , por Horacio Verbitsky
 - Publicado a las 05:25 PM el 29/4/2013 por Juaj Jose Alvarez El asedio a la Legislatura por un minúsculo grupo que impidió la   sesión, rompió y quemó las puertas de acceso, no dejó vidrio sano   y retuvo como rehenes durante horas a sus trabajadores, marca un   límite que el gobierno nacional no debería ignorar, sin grave   riesgo para su futuro.
 Se iban a tratar las enmiendas al Código de Convivencia   promovidas por el hombre de negocios dudosos Mauricio Macri. Su   proyecto confunde contravenciones con delitos, promueve   soluciones violentas para conflictos vecinales, devalúa la   libertad de los pobres. Con toda razón, muchos afectados   procuraban hacer reflexionar a los legisladores. Sobre estos   reclamos se montaron las microfracciones de la paleoizquierda,   que sueñan con la toma del Palacio de Invierno. Como cada vez   convocan a menor número han incrementado la audacia de sus   acciones. El más silencioso y pensante de sus líderes decidió   prenderle fuego a la sede de Repsol y la escalada que se inició   esa tarde no cesa. Desprecian el marco institucional y desearían   tirarlo abajo para construir una república democrática popular   del área de una manzana, que es su máximo horizonte.
 El gobierno nacional definió una política sagaz y decente: no   reprimir. Pero esto requiere una planificación y una ejecución en   el terreno, cuya ausencia es tan funcional a los intereses   creados que detestan a este gobierno imprevisto como la   previsible provocación trotskysta. En el verano de 2001/2 creían   que el poder estaba al alcance de la mano. La movilización no era   de centenares sino de decenas de miles de personas. El secretario   de Seguridad Juan José   Alvarez definió una política: disuadir por el número   de efectivos, el vallado y la prevención. Con buena información   (obtenida por el diálogo directo con los manifestantes antes que   por la infiltración de inteligencia) y control político   inflexible sobre una fuerza de seguridad a la que no se le   permitía el uso de armas letales, consiguió atravesar esos   tórridos meses sin víctimas que ensombrecieran más aún al país.   Su minimalismo no recibió el reconocimiento que merecía.
 Hoy la contención no violenta debería ser mucho más fácil, por la   soledad en que se mueven los adoradores del fuego. Pero la   escandalosa ineficacia de la Secretaría de Seguridad convierte   cada manifestación en una ruleta rusa y encierra al gobierno en   un dilema con dos términos perdedores: los del descontrol o la   muerte. Norberto Quantín y José María Campagnoli hicieron un buen   trabajo como fiscales de la ciudad Buenos Aires. No les da para   más y cada día se les nota más. La incapacidad de ese equipo es   una bendición para quienes, como dice el presidente Kirchner,   quieren inviabilizar su gobierno. Ayer se vio que pueden   lograrlo. El tiempo no sobra.
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