hansgruber

El espejo

12:02 AM, 6/6/2008 .. 0 comentarios .. Link

Capitulo 1 –

Solía pensar que las supersticiones eran solo cuentos para gente con poca cultura, un método para manipular los miedos de quienes carecen de intelecto, historias que pasaban de boca en boca de generación en generación y que a decir verdad, de ninguna se sabia demasiado, ni siquiera donde habían comenzado, salvo por algunas conjeturas relacionadas con algún hecho en particular, ninguna superstición se ubica fehacientemente en algún día y año en particular.

Y cuando de supersticiones se trataba, Marcial Dante Ameguino, profesor jubilado de historia universal de cuanta facultad uno pudiese conocer, sabia mas que cualquier persona que el mismo hubiese conocido. Marcial había nacido en la ciudad de Ranchos, provincia de Buenos Aires, haya por el 1899, año en que coincidentemente mucha gente a causa de la superstición se había suicidado esperando el fin del mundo con motivo del fin del siglo 19. Marcial solía decir que su llegada al mundo justo en ese momento lo había predispuesto, predestinado a inclinarse por esa pasión por el estudio de las supersticiones, una pasión que lo acompañaría durante toda su vida.

El profesor Ameguino, como se lo conocía, había nacido en un hogar humilde de campo, su padre a duras penas y con mucho esfuerzo le brindo todo su apoyo para que estudiara, siempre quiso que su hijo menor, Marcial, estudiase cuanto pudiese para no tener que ser un jornalero como él, rompiéndose la espalda por unos pocos pesos que apenas alcanzaban para las necesidades mínimas. Y en cierto modo, Dios había compensado al padre de Marcial, su primer hijo dos años mayor no había sido ejemplo de nada, solo le había traído problemas y desvelos hasta el día que se fue de la casa con solo once años de edad, después de haber robado un caballo del vecino, por eso Marcial, era la esperanza de su padre de criar una hombre de bien que no tuviera que pasar las penas que el paso. Y Dios quiso que desde niño Marcial ame los estudios, siempre hizo todo lo que tuvo a su alcance para instruirse, ya sea con libros que consiguiera los cuales leía una y otra vez, como asistiendo fielmente al colegio y luego a la facultad hasta convertirse en profesor, y aun así, su amor por aprender hizo que siguiera leyendo y estudiando en forma independiente prácticamente hasta el final de sus días, cuando ya su vista lo abandono privándolo de su placer máximo, la lectura. Y como muchas personas que como el se esforzaron y trabajaron, don Marcial Ameguino tenia un buen pasar y una gran casona de tres pisos en un barrio acomodado de la capital federal. Para ser un hombre solo, se podría decir que semejante casa con tantas cosas de valor en ella, era un apetitoso botín para cualquiera de sus posibles herederos, y esto no escapaba a don Marcial que sabia muy bien quienes lo querían y quienes no, así que desde la muerte de su esposa hacia ya veinte años, sabia que algún día debería resolver el tema de su herencia y con ya casi ochenta años, el profesor Ameguino debía poner las cosas en orden puesto que ya mucho tiempo sabia que no le quedaba.

Así la historia nos lleva al año 1979, el profesor Ameguino tenia como familia a su hijo Ariel quien había sido un hijo dedicado durante toda su vida, era un hombre de 58 años de edad, soltero y sin descendencia, había honrado a su padre siempre y era su legitimo heredero sin tener que pensarlo demasiado, por parte de la familia de su esposa, solo había una sobrina de unos 44 años que no veía desde que tenia dos o tres en una reunión familiar. Si bien uno pensaría que nada debería desvelar a don Marcial con respeto a su herencia, el tercer y ultimo integrante de su núcleo familiar era el hijo de su hermano, Marcos Ameguino, por desgracia, Marcos tenia cincuenta años de los cuales treinta se la había pasado en la cárcel por estafas reiteradas y varios asaltos a mano armada. Como su padre, el hermano de don Marcial, Marcos había elegido el camino mas difícil para caminar por la vida, el hermano de Marcial, había muerto en un enfrentamiento con la policía cuando Marcos tenia 15 años y desde entonces, su destino se torció irremediablemente, pese a los esfuerzos del profesor por traer bajo su ala protectora a su sobrino.

Así es como el profesor Ameguino, conociendo sus bienes y a su sobrino, hacia ya tres meses que no dormía tranquilo después de que una noche vio a Marcos fumando frente a la puerta de su casa, con intención de ingresar, cosa que por suerte no había hecho tal vez esperando un mejor momento para hacerlo. Desde entonces, don Marcial miraba por la ventana cada noche antes de irse a dormir esperando no encontrar la figura de Marcos en la vereda de su casa.

Sus noches de insomnio giraban recurrentemente siempre en lo mismo, que podía hacer para librarse de semejante amenaza? El era un hombre viejo, nada podría hacer ante un ataque de un hombre treinta años mas joven que el y con semejante prontuario policial, seguramente estaría armado, por lo que enfrentarse en armas con él lo daba como seguro perdedor, involucrar a su hijo en esto seria como entregarle un ratón a un gato hambriento, no cabía duda que don Marcial debía resolver esto solo, con las armas que tuviese, su propia inteligencia, y que mas? fue cuando finalmente pensó: y porque no, la especialidad de toda su vida, la superstición.

Capitulo 2 -

Don Marcial paso varias noches recordando todo tipo de supersticiones y maleficios en busca de algún haz de luz que lo ayudara con su problema, puesto que no veía muy bien, hacia tiempo había dejado los libros para que no se llevaran la poca vista que le quedaba, por lo que solo podía tratar de recordar cuanto dato útil le viniera a la cabeza. Fue así que recorrió cientos de supersticiones, desde los números, los paraguas, las escaleras, los espejos, las tradiciones ancestrales, los mitos aborígenes, las supersticiones de oriente, de occidente, antiguos mitos, todo, todo dio vueltas por la cabeza del profesor Ameguino sin poder encontrar algo que lo ayudara, volvió a revisar su lista mental una y otra vez sin resultado, hasta que de pronto una idea se clavo en su mente, una idea que lo dejo inmóvil durante horas, pensando y repensando sus orígenes inciertos y la extensión de la superstición alrededor del mundo, finalmente, y después de analizarlo cientos de veces, concluyo que seria una posibilidad cierta, tal vez una posibilidad que lo de diera chane de aplicar un plan B si fallase, si no fuese cierta como el sospechaba, pero en vista de sus escasas posibilidades esto era lo que tenia y había decidido usarlo.

Lo primero que hizo el profesor Ameguino fue hacerse de una buena cantidad de dinero que guardaba en uno de los tantos rincones ocultos de su casa. Tomo un taxi que lo llevo al domicilio de un artesano carpintero de gran prestigio, era un hombre que conocía desde joven, había realizado trabajos de tallado en madera dignos de ser expuestos en los mejores palacios de la ciudad, un verdadero virtuoso en lo que a maderas se refería. Pidió hablar con el personalmente ya que su pedido exigía una detallada explicación en cuanto al trabajo en si como también el material a utilizar. Desde luego que el artista se sorprendió ante el pedido del profesor, conociéndolo como lo conocía, y sabiendo del buen pasar que el anciano tenia, no dudo en solicitarle una gran suma de dinero por el trabajo que le pedía, sabia que podía pagarlo y que el trabajo que le pedían los valía, para su asombro, el viejo profesor saco de entre sus ropas un grueso fajo de billetes verdes y aparto la suma solicitada sin pedir descuento ni decir palabra alguna. El artesano le extendió un recibo sin poder ocultar su cara de sorpresa ante semejante exhibición de determinación, el profesor estrecho su mano y le pidió que tuviera el trabajo listo en dos semanas, el solo asintió con la cabeza y guardo los dibujos que el profesor había hecho en un papel para explicarle lo que necesitaba, luego de que se fue, se dirigió a un deposito sellado donde guardaba los mejores cortes de madera de ébano que había conseguido en su vida, miro el dibujo y sonrió al ver que le servirían holgadamente.

Las dos semanas de espera fueron de muchísimo agrado del profesor Ameguino, siguió investigando en torno a su idea, forzó su vista para recolectar datos y fechas que le dieran un horizonte mas claro para su plan, sintió que disfrutaba de su tarea aunque no podía dejar de sentir culpa por lo que pudiera pasar si la superstición a la que estaba acudiendo llegase a ser cierta, el resultado seria nada menos que la muerte, pero en virtud de lo que estaba protegiendo, su propio hijo, estaba dispuesto a tomar el riesgo y cargar con el castigo que en el otro mundo le correspondiera. Los días pasaron y el plan del profesor tomo formas cada vez mas exactas y concluyentes, al llegar el día 15 don Marcial se presento en el domicilio del artesano. Al llegar lo recibió con un fuerte apretón de manos y una sonrisa, hablándole con orgullo de su obra acompaño al profesor hasta un estudio apartado donde tenia el encargue listo, don Marcial no quiso verlo, hecho que desalentó al artesano, pero lejos de sorprenderlo acepto el pedido del viejo y tomo un papel que éste le extendió con una dirección: -Necesito que mañana mismo lo entreguen en esta dirección, le estaré muy agradecido si lo envuelve cuidadosamente, no quiero que se vea antes de estar terminado. El artesano asintió y despidió al profesor acompañándolo hasta la puerta, luego le pidió un taxi y lo vio alejarse en él.

El próximo destino de profesor fue la casa de cristales Van Hausen, lugar de confección de los mejores cristales del país, el pedido del profesor Ameguino fue preciso y exacto, dejo las medidas e indico que al día siguiente traerían la pieza donde debían realizar el trabajo, como ocurrió con el artesano, el precio solicitado por el trabajo fue mas que elevado teniendo en cuenta los materiales que había pedido, como en el primer caso, el viejo tomó un fajo de billetes verdes de su saco y lo abono en efectivo, luego dejo otro poco de dinero mas con la condición de que el trabajo estuviese terminado en una semana y entregado en su domicilio, el vendedor asintió con gran gusto y prometió lo solicitado, luego el viejo se marcho con una sonrisa que solo el entendía.

Capitulo 3 -

El día esperado había llegado, cuando el profesor escucho el timbre su alegría lo empezó a desbordar, con paso lento y firme se dirigió a la puerta a recibir uno de los objetos talvez mas preciados de su vida, cuando abrió la puerta, el profesor Ameguino quedo pasmado, Marcos, su sobrino, lo miraba con una sonrisa socarrona sosteniendo entre sus labios un cigarrillo recién encendido - Hola tío, le dijo, que pasa, no vas a invitarme a pasar? que modales los tuyos, creo que tendré que invitarme yo mismo, vamos cierra la puerta que tengo que decirte algo importante. El profesor Ameguino se quedo helado, trato de pensar rápidamente pero su viejo cerebro funcionaba mas lento de lo que el hubiese querido, busco el asiento mas cercano y se sentó para no desmayarse delante de su sobrino. - Que quieres aquí? le pregunto bruscamente,

-Vamos tío, le contesto sarcásticamente, esperaba un mejor recibimiento después de tantos años, pero en fin, no tengo demasiado tiempo, y voy a ser claro, si no haces lo que te pido tu tampoco tendrás demasiado tiempo. Mira, estoy un poco corto de dinero, para variar, y estaría necesitando un poco de efectivo y porque no una casa como esta para vivir, pero, como ambos sabemos, no creo que me vayas a tener en cuenta en tu testamento, y como sabrás, si algo llegara a pasarle a tu hijo, mi querido primo Ariel después de tu muerte, o antes porque no? yo seria el único heredero por ley, así que no me seria demasiado difícil quedarme con tu fortuna si quisiera, así que vengo a proponerte algo, digamos que vengo a exigirte algo. Tu me cedes ante un escribano esta vieja casa y con ella todos los bienes que hay en ella, y luego me dices donde escondes todo tu dinero, y yo a cambio, te dejo vivir hasta el día que quieras partir, claro que te daré algo de dinero para que comas y esas cosas, y además dejo que mi querido primo Ariel siga viviendo su miserable vida como hasta ahora, que te parece?

-Aunque no lo creas, esto no me sorprende, le contestó el profesor, interiormente siempre espere algo así y por mas que intenté que esto no pasara, ya ves, no pude encontrar la forma de detenerlo, así que si me haces la bondad de retirarte ahora mismo, comenzare los arreglos para que esta misma noche un escribano de mi confianza venga para hacer los papeles correspondientes, te aseguro que esta misma noche podrás disponer de todo lo que hay en esta casa, y no encontraras resistencia de mi parte.

-Muy bien tío querido, te advierto que no quiero trucos, el mas mínimo engaño y tomare las cosas por las malas y sabes lo que eso implica.

El timbre sonó estridente asustando a Marcos, el viejo se apresuro a abrir la puerta, de la casa Van Heusen venían a entregar su preciado encargo, - Pero que tenemos bajo esta manta querido tío?

-Nada que a ti te importe, le contesto enérgicamente el profesor ante la mirada desconfiada de los obreros, luego de esta noche ya será tuyo también y podrás verlo, pero hasta entonces no.

-Uf que nervios, pero si no era para tanto, como tu dices, puedo esperar hasta la noche para verlo

Marcos se fue caminado y doblo en la primer esquina, el viejo profesor indico a los obreros que llevaran el encargo a su habitación en el primer piso y que lo dejara allí, una vez solo, se dispuso a destaparlo.

Frente al profesor Ameguino se hallaba un gran espejo de dos metros de alto por uno de ancho, realizado en cristal de primera calidad biselado en sus bordes y espejado en el mas fino papel de plata, el marco tallado finamente en madera de ébano tenia sus iniciales arriba con una corona sobre las letras, hacia los lados dos cobras ondulantes recorrían todo el marco hasta la base donde terminaban en una tapa que guardaba en su interior una inscripción.

El profesor se miro en el espejo, su reflejo era hermoso y brillante, luego de mirarse por un breve momento se sentó en su escritorio y escribió una carta para su hijo y otra para su sobrina, a los dos les heredaba su casa y su fortuna mediante el testamento que encontrarían en su caja fuerte. Cerro el sobre y lo dejo junto a la lámpara. El profesor camino por la casa en silencio, cerro todas las ventanas y cortinas, paso por la puerta de entrada y la dejo sin llave, luego volvió a su habitación, se puso su mejor traje, su sombrero y sus mejores gafas, se miro nuevamente en su espejo, se arreglo la corbata y solo dijo - Este es mi espejo., luego lo tapo con una manta, tomo un revolver del cajón de su escritorio y se pego un tiro en la cien.

A las diez de la noche el timbre de la casa del profesor sonaba incansablemente, Marcos arto de esperar, tomo el picaporte y se sorprendió al ver que estaba abierto. Ingreso a la casa con cuidado llamando a su tío cada vez que entraba a un cuarto, no escuchaba ruido alguno, luego de recorrer toda la casa, finalmente se dirigió al cuarto del viejo, al menos si estaba allí, sabia que nadie mas estaba en la casa, así que no podría sorprenderlo, abrió la puerta y vio al Profesor muerto en el suelo junto a un gran charco de sangre, solo se rió, pensó en lo cobarde que había sido, que nada había logrado con quitarse la vida, ahora el tendría que matar a su hijo y todo estaría dispuesto para que pudiera hacerse de su fortuna, -Jamás pensé que fueras tan idiota, dijo en voz alta. Cuando iba a retirarse del cuarto su vista se clavo en la manta que tapaba el objeto que le habían traído ese día, - Pues bien viejo, supongo que ahora es mío, no creo que te moleste que vea de que se trata, verdad?

Al destapar el increíble espejo, no pudo evitar ver el colosal tallado del marco y cuando dirigió su mirada al cristal, quien estaba reflejado del otro lado del espejo era la imagen de su tío, quien lo miraba con una sonrisa, su mano salió del reflejo y lo tomo de la mano, jalándolo hacia su interior, un segundo después Marcos estaba parado junto a su tío dentro del espejo, y del otro lado, del lado de la realidad, su cuerpo sin vida yacía junto al del profesor, sin salir de su asombro vio como su tío que sostenía un candelabro en su otra mano rompía en mil pedazos el cristal de su propio espejo.

Por supuesto que la policía encontró los dos cuerpos sin vida, un montón de cristales rotos y un enorme marco de madera de ébano con las iniciales del profesor, dos enormes cobras que lo circundaban y que terminaban en una tapa que ocultaba una inscripción que rezaba:

" Nunca te mires en el espejo de un muerto, puede jalarte junto a él"


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