Tal cual lo enseña su apellido, Matias Patanian, tienen descendencia armenia. Y más allá su amor por la Argentina, no podemos olvidar que el nuestro es un paíz de inmigrantes. Es por eso que debemos conocer nuestras raíces.
Sentirse parte de una colectividad aporta una formación en la práctica de compartir: valores, costumbres, una historia común de padres o abuelos. Patanian siempre estuvo cerca de la colectividad y, al trabajar en un grupo cuyo dueño tiene el mismo origen, la relación es permanente.
Patanian nos cuenta que en ciertos casos el vínculo se materializa en pequeñas cosas. Como por ejemplo: El concurre al Colegio Mekitarhista los viernes a la noche, para comer las comidas preparadas por las madres y abuelas, y servidas por los estudiantes que se están por egresar y sueñan con viajar a Armenia con lo que ganan en esas cenas.
También nos comenta que tuve el privilegio de viajar a Erevan, capital de Armenia, acompañando a David Nalbandian, debido a que el Grupo en donde trabaja, organizó una visita que incluía una exhibición y una clínica de tenis de David. A lo que asegura que la experiencia fue inolvidable. |