| Publicar una Carta |
|
Publicada por: Luciana Samano | Miami, FL USA | 17 de Marzo de 2011 | 1:13 AM
FRANCA DECISION
Abril/2009 Negrito mío: ¡Somos populares, estamos de moda! Cada vez más y más, amantes del pasado se reencuentran en el espacio cibernético. Hace años, al no ver decisión de tu parte, huí porque me sentía una delincuente. Amarte a escondidas, me estaba consumiendo. Para alejarme de ti, puse tierra y resignación de por medio. Hice mi vida lo mejor que pude. La verdad… me fue bien. Tus hijos son mayores, confiesas ser más infeliz que nunca. Pero… sigues sin tomar decisiones. No desperdicies los años que tienes por delante. Reina mía: Hay oportunidades en la vida que hay que saber aprovechar. Por cobardía, al dejarte partir, dejé pasar el amor de mi vida. Sigo pagando mi error. La vida enseña a vivir, nunca es tarde para aprender. Sigo aprendiendo. Gracias por comprender que mis hijos eran pequeños y me necesitaban. Tenemos que encontrarnos, no puedo seguir amándote virtualmente. Necesito hablarte, tocarte. Perderme en tus ojos cómo antes. Junio/2009 ¡Volvimos a encontrarnos! Pasaron veinte años y aun me emocionas como a una niña. Pensé, que me había olvidado cómo hacer el amor. Soy más tuya que hija de mi madre, te dije despacito como antes. Reina: No puedo bajar de la nube en que me instalaste para recorrer tu maravilloso mundo. Sigo enceguecido por lo sublime de este encuentro. Tengo cerrada la garganta y una permanente humedad en los ojos. Sin duda, eres la mejor persona que he conocido en mi vida. Siempre supe que eras el hombre de mi vida. Es como si el tiempo nunca hubiera pasado. No desaprovechemos esta oportunidad. ¡Seamos valientes esta vez! Acepto el desafío de atravesar el túnel del tiempo para iluminar el resto de mi vida con tu mirada. Empiezo a trazar con franca decisión el reencuentro definitivo. Lucharé hasta estar finalmente a tu lado. Aun, tengo muchos obstáculos que superar. ¡Estoy feliz! Nunca antes hablaste así. Si realmente estás seguro de querer venir, puedes tener la certeza que jamás te abandonaré. Agosto/2009 No quiero involucrarte en mis problemas. Es una retrógrada. No la soporto más, es la madre de mis hijos pero no la soporto hace muchos años. Sólo pienso en cómo escapar de mi mundo para reunirme contigo. Reina mía, no dejes de escribirme, sino me muero. Aunque dejes de quererme, prométeme que nunca hablarás así. Sería como escupir tu propia historia. No te enganches en las discusiones. Luciana: Sólo cuando estoy contigo he sido feliz en mi vida. Cuando discuto, me sube la presión. No quiero morirme sin ti a mi lado. No tengo absolutamente ninguna duda. Quiero estar por siempre contigo, llevarte "colgada" con orgullo de mi brazo. Cuando viva contigo, haremos algo productivo. Juntos, debemos escribir sobre nuestro amor, es una gran historia. Gracias por ser mía, por hacerme tan feliz. Lo has escuchado mil veces y no te gusta oírlo de mí, pero… “no sé si creerte o no”. Septiembre/2009 ¿Cómo haces para tocar las fibras más sensibles de la emoción? A mis 65 años me haces sentir un adolescente. Sólo pienso en que pronto te veré para abrir la senda más importante de nuestras vidas, estar juntos hasta que la muerte nos separe. Todo lo tuyo me emociona, tu risa me rejuvenece. ¡Cómo puede ser que en todo, nos llevemos tan bien! Gozo el presente que me dan tus besos. Proyecto el futuro que hemos resuelto con sinceridad la franca decisión de compartir nuestras vidas. ¡Mi amor, no puedo creerlo! Me encanta, sentirte tan decidido. Me enamora oírte hablar así. Reina mía: Debes tener confianza en mí, mi alma es más cristalina que nunca, de eso, estoy más que seguro. ¿Investigaste sobre la estadía legal del viejito jubilado, que quiere vivir contigo? Sí mi amor, me reuní con el rector, ¡tiene muchísimo interés en tu trabajo! ¡Confirmaron tu cátedra! Ya tienes un buen trabajo. Deja de preocuparte por tu raquítica pensión, como la llamas. Jamás te ocuparás de pagar mis deudas. Sólo alimenta mi espíritu con tu amor, sabes que sé valerme sola. Podemos hacer traducciones, los dos sabemos trabajar. Pelearé por nosotros, esta vez no estoy dispuesta a perderte, sólo te pido que no me dejes sola. Noviembre/2009 ¡Qué personaje maravilloso eres! Estoy muy orgulloso de ti, te admiro y te admiraré hasta mi muerte. Tu presencia me hace falta para seguir respirando. Jamás me he sentido tan bien con una mujer como me siento cada minuto que paso contigo. Te llevo incrustada en mi alma para siempre. Tu vida futura es la mía, lo proyecto con firmeza y convicción. Piso el fango ahora, para llegar limpio de inquietudes a tus brazos. Espérame, voy en camino hacia el paraíso de tu alma. Rumbo al paraíso, cambiaste de anhelos. Llegaste cargado de regalos pero con el corazón confundido. Al preguntar qué pasaba, hacia dónde nos dirigíamos; fue más fácil sacarme de tu vida, pretendiendo nunca haber planeado nada. Viniste desde tan lejos, sólo para decir… ¡Ya no somos los mismos! No pude convencerte que, aunque más viejos, éramos mejores. Sólo necesitábamos honestidad y coraje. Nunca entendí porqué viniste, si tú… ya no eras el mismo. Tu franca decisión se redujo a una garabateada nota pegada en el refrigerador “Eres una Reina, gracias eternas por lo vivido a tu lado, eres el mejor recuerdo de toda mi vida”. Tus deseos eran simples quimeras… sin más, te fuiste. Mayo/2010 Gilberto: Para vivir en paz y concluir mi catarsis, necesito reconstruir lo sucedido. Así cierro para siempre este largo capítulo. Con el corazón de luto, el dolor incrustado en el alma y el llanto angustioso que me ahogaba, de a poquito fui surgiendo entre las ruinas del desamor. Fortalecí mi espíritu y con el bálsamo del amor propio recogí uno a uno los añicos de mi corazón. Nunca sabrás cómo hurgué en mi mente por saber dónde terminaba la verdad y dónde empezaba tu dulce mentira. La gente miente en el amor, en la cama, en la luna y en la tierra. Solías decir… No eran los obstáculos que teníamos por superar lo que nos separaba sino la pusilanimidad con que siempre trataste esta relación. Si tu propósito era desilusionarme, lo lograste magistralmente. Te desmoronaste entero al sostener con envalentonada e infantil vehemencia. “Nunca te prometí nada”. Efectivamente, nunca me prometiste nada. Sólo me pediste confianza y sin medida, todo mi ser te lo di. Sólo fui el bastón emocional que necesitabas para huir de la tirantez de tu agotado matrimonio. Mientras planeabas tu estrategia de liberación, mis cartas eran la fuerza que te alentaba a dejar tu amarga vida. Cuando te viste libre y lejos de la dictadura matrimonial, empezaron tus dudas. ¡Con cuánta vehemencia decías! 25 años envuelven esta historia. Si hacemos justicia a nuestros anhelos, estaremos haciendo honor al amor verdadero. Siempre estaré en deuda contigo. Haré méritos para estar a la altura de la gran mujer que eres. Te quedaste en el intento… la honestidad, en nuestra escala de valores… es abismalmente diferente. No me quedó más opción que aceptar tu Donjuanismo y eterna dualidad; la fragilidad de tus sentimientos y reconocer que una vez más; elegiste darme la espalda. Pobre, que terror debiste sentir, al imaginar lo que pasaría cuando tus hijos se enteraran que habíamos vuelto a estar juntos. Con tal de no enfrentar la verdad, optaste por traicionar tus sentimientos. Deseo que tus hijos, en sus importantes agendas encuentren un huequito de tiempo y cálida comprensión para ti. Que goces del cariño y alegría de los tuyos. Ojalá que ninguna de tus nietas o entenadas, se tope con un cínico seductor, tan galante y dual como tú. Optar por lo cómodo, cambiar de parecer y dejar de quererme, son tus derechos más sagrados. El amor no es eterno, ni los besos, ni las caricias contratos. Lo que no era necesario es que me hicieras creer, que tenías la franca decisión de compartir tu vida conmigo. A nuestra edad, decir cosas tan serias que no se piensan es realmente irresponsable y muy vil. Me creaste a tu antojo, como un personaje más de la novela de tu vida. La más noble, la que todo resiste y perdona. Debes saber que en la vida real, aunque el daño se haga sin querer hay actitudes que quiebran al más fuerte. Con las ojeras cada vez más pronunciadas, te convences que a cambio de negar que existiéramos, la vida te premia con un racimo de hijos ajenos y un pubis nuevo. Bravo por ti, al menos de viejo tendrás amor y respeto que solo a escondidas tuviste conmigo. Así, redimes tu pecado, termina tu teatro y nuestra historia de amor que jurabas escribir, tiene un final feliz. Garantizas el amoroso cuidado de una enfermera de pueblo que verá por ti en el ocaso de tu vida y de paso te da lo que toda mujer de su edad tiene; un lindo cuerpo. Con un horizonte promisorio por delante, sanada de la puñalada en el alma y de mi obsesión por ti, acepto mi dosis de culpa. De corazón, te perdono y… me perdono. En mis meditaciones diarias pido perdón al cielo y a todas las personas que lastimé en mi intento de vivir el amor más grande de mi vida. Debes saber que amarte es lo más honesto, desinteresado y puro que he hecho en toda mi existencia. Bueno, eso de desinteresado, no es tan cierto. Mi interés era lamernos las heridas del pasado, ponerte en el pedestal más alto de mi vida, acompañarnos, cuidarnos e intentar ser felices. Para efectos de archivo, por favor confirma que recibes esta carta. “Qué te he dado, lo sé, que has recibido, no lo sé”. (“Voces” Antonio Porchia Italia 1885 - Argentina 1968) Luciana.
|
|
Publicada por: robert ryan | Cap.Federal (Bs.As)-ARGENTINA | 10 de Marzo de 2011 | 12:41 AM
Carta a Ana María Foglia (Mara). 13/01/49 al 22/02/2010
Te fuiste la mañana del 22 de febrero de 2010 víctima de esa maldita enfermedad (cáncer) a la que peleamos (juntos y terriblemente solos) con la fé de aquellos que independientemente lo duro del presente, no bajan los brazos ante nada. Nuestra relación fue muy especial debido a que si bién de apariencia distinta, en el fondo, nuestras metas eran las mismas. Puedo afirmar, sin equivocarme, que el amor que nos teníamos en lo que la vida marcó el final de nuestra relación cotidiana, fue mil veces superior a todos y cada uno de los momentos vividos. Mara, te quise y te quiero cada día más, y ese amor fue debido a que aprendí a reconocer tus valores, luego surgió el respeto y la admiración hacia el ser que tenía a mi lado. Te extraño y no puedo entender tu ausencia, porque siempre sentí la necesidad de compartir con vos cada momento. En más de 30 años de nuestra relación, te llamaba montones de veces por día desde el trabajo para hacerte llegar cada pensamiento, cada situación. Si éramos una pareja. Hace muchos años cuidaste a mi padre en su enfermedad en sus últimos momentos y en aquel entonces surgió una deuda de gratitud que me comprometió a velar por vos y cuidarte por el resto de tus días. Desde 1985 se convirtió en mí en el compromiso de cada día. Tu familia fue tu debilidad y la preocupación de toda tu vida, como vos te convertiste en la mía. Como hermana mayor fuiste durante más de 40 años el soporte económico de tus padres y tus hermanos y yo lo asumí porque te quería y respetaba tus decisiones y además contribuía a ayudarlos. Hoy, mas friamente, y no lo digo por tus padres, pienso que si tuviste que empujar autos más de 40 años para que arrancaran, “el problema estába en los autos”. Tu amor por los tuyos nunca te permitió asumirlo. Sabés muy bién que este siglo 21 no fue bueno para mí (para ambos). Tu primer cáncer a fines del 2000 seguido de una operación mutilante y la aplicación de radioterapia que te llevó a preguntarme preocupada: “y ahora como seguimos?”. Mi respuesta fue: “Te prefiero así, a muerta, sigamos”. Sé que siempre este tema fue tu preocupación, como me lo manifestaste en varias oportunidades. Creo que nunca llegaste a entender que mi amor por vos era superior a todos los contratiempos. Nunca estuviste bién. Ni física, ni anímicamente. Desde aquel momento fueron muchos los malestares, pero seguimos adelante (juntos y solos). Al poco tiempo falleció mi madre y este fue un hecho que nunca pude superar. Si yo no tenía tu fortaleza Mara. Luego siguieron años malos. Uno peor que otro. Pérdida de amigos, familiares, compañeros. La enfermedad y fallecimiento en 2006 de nuestra perra Chinita (como la peleé, Dios mío), que te cuidó desde tu enfermedad con un cariño y un celo que supera el entendimiento humano. Llegaste a decir a posteriori de su muerte, que Chinita había cambiado roles con vos y se había ido en tu lugar de tanto que te quería. Yo creo que es cierto. Después siguió la pérdida de mi puesto en el trabajo (me permitía a ayudar a miles de personas y lo amaba) por el mismo problema que te arrancó de la vida, el cigarrillo y la falta de consideración hacia los que no éramos fumadores. El deterioro de mi salud, humillaciones en mi trabajo por personas que no entendieron el respeto hacia el otro y cuando parecía que las cosas se iban a acomodar, surgió tu segundo y definitivo cáncer. Luchamos sólos como también fuí solo el único que peleó todos los días para sacarte de las garras del cigarrillo. En mi soledad, fracasé. Y me atribuyo el fracaso a tu final, no por no pelear, que lo hicimos y mucho, porque respeté tus decisiones, apoyadas por algunos médicos. Pienso que tal vez podríamos haber tomado otro camino y el resultado hubiera sido distinto. Resumiendo, hoy no estás conmigo. Me adjudico el fracaso y te pido perdón, porque yo no me lo perdono. Cuantos planes tenía para que juntos vivieramos el resto de nuestras vidas. Toda una vida abocada a construir un mañana que no se pudo concretar. Te acordás? En casa eramos en el 2006 5 seres vivos, vos, yó y “nuestras tres hijas de 4 patas”. Hoy Mara quedamos 2. A pocos días de tu partida, Vaqui, nuestra perrita "cachorra" de más de 18 años y medio, de improviso quiso irse con vos y no pude impedirlo. Dos pérdidas en la casa en menos de 20 días. Quiero creer que debés estar en alguna parte paseando con "las nenas" y a la noche cuando te vás a descansar, Vaqui seguirá durmiendo como siempre, en la almohada encima de tu cabeza y Chinita aprovechará cada hueco que deje tu cuerpo para hacerse un bollito y pegarse a él. Me muero de extrañarlas. Hoy me queda sólo Rayita y te aseguro Mara que la obligación de cuidarla es la principal por no decir la única motivación para seguir viviendo. Han pasado tantas cosas que no puedo rescatar del pasado un sólo momento de felicidad. Respecto a como quedó la relación con tu familia (“tus hermanos, a quienes tanto ayudamos”), te cuento que todo se fué al diablo. Inmediatamente después de tu fallecimiento resurgieron como el Ave Fénix aduciendo que les habías dejado todos los ahorros que teníamos para nuestra vejez y amparándose en un artilugio legal, se los apropiaron y me dejaron después de 53 años de trabajo sin nada. Que importante que esa vitalidad que demostraron despues de tu muerte la hubieran utilizado en su momento para contribuir a salvar tu vida. Yo no tuve hermanos. Tal vez sea por eso que no los entiendo ni justifico. Hoy mi vida es como un carrousel en el que las figuras han sido reemplazadas por hechos amargos, pérdidas y luchas en vano. Mi madre, amigos entrañables (el 6 de enero perdí a uno que tenía desde los veinte años), familiares, un trabajo que me dignificaba, mi salud, nuestras hijas de 4 patas (Chinita y Vaqui), el hecho de que vos y yó nos brindamos generosamente durante toda nuestra vida y el reconocimiento llegó en la forma de un despojo. Y principalmente a vos Mara, con quién compartí muchos momentos buenos y también, juntos, afrontamos tantos malos. Me pregunto Mara si todo esto dá un sentido a nuestras vidas. Tanto esfuerzo. Tanto pelear. Tanto dar. Si yo tendría hoy que estar abocado a llevar adelante mi luto por tu partida y el desconcierto por todo lo sucedido no me permite encontrar el rumbo. Quisiera que alguién me diga cual es la verdad, porque aparentemente todas las lecciones de vida que me dieron mis mayores estaban equivocadas. Esta mal ser derecho, generoso, cuidar al prójimo, luchar hasta lo imposible por conservar vivos a quienes queremos, superando nuestras múltiples limitaciones? Mara. Te amo, te extraño. Siempre te admiré como admiré tu valor, tu lucha y fortaleza para enfrentar tus últimos momentos. No creo llegarte a la altura de tus pies. Te enciendo todos los días una velita para que ilumine tu camino, el de Chinita y el de Vaqui, que estoy seguro te acompañan y para que no sufran el frío terrible de la soledad y dolor que me invade. Me quedan como consuelo las palabras que dijiste en tu última nochebuena, que quisiste pasar en casa, con quienes realmente te daban su amor y luchaban por tu vida: "mi familia, son ustedes" . Tus perras y tu pareja. También tu último "gracias por cuidarme". Que otra cosa puede hacerse por el ser que uno ama? Te dejo un poema que amabas y que te daba fuerzas ante la pérdida de tus afectos. ESTAR JUNTOS La muerte no es nada, sólo me ha deslizado al cuarto contiguo. Lo que éramos para cada uno, todavía lo somos. Llámenme por mi viejo nombre familiar, Háblenme de la misma manera fácil que siempre lo han hecho. Ríanse como siempre con las pequeñas cosas y momentos que disfrutamos juntos. Jueguen, ríanse, piensen en mi, recen por mí. Dejen que mi nombre permanezca en las conversaciones de casa, como siempre ha sido. Menciónenme sin dificultad: la vida continúa y significa lo que siempre significó ¿Por qué habría de estar yo fuera de sus vidas, sólo porque no me pueden ver? Yo estoy esperando por ustedes a la vuelta de la esquina. Todo está bien, nada ha pasado, nada se ha perdido, sólo unos momentos que pasarán rápido, y todo será como entonces, pero mucho mejor Y ... PARA SIEMPRE Jorge Capital Federal – Buenos Aires - ARGENTINA
|
<<<<< Cartas anteriores 2 Cartas Siguientes 2 >>>>>
|